borradores

Tu cuerpo queda en mi
como el recuerdo de un sueño mientras transcurre la mañana
como la línea en sepia que se difumina del retrato en lienzo

Las hojas caen,
la ceniza baila dentro del auto
si digo que te extraño, no miento

si dejo de escribir, quizá desaparezca
o tú, o yo, o esto que va quedando como testimonio inexistente en papel electrico
si dejo de escribir, qué soledad quedará en este espacio
o volverías a escribirme tu a mi?

Come away with me.

Necesito escribir, qué se yo porqué.

Estoy en Iquitos, una ciudad al noreste de la capital; quizá la ciudad más alejada de ésta. Todo este departamento es selva, jungla caliente que asemeja un sauna todo el día, que llueve de improviso y a cántaros, que se lleva toda tu energía en una caminata de diez minutos al sol de medio día, y en la que el sueño es rico y seductor casi a toda hora.

Estoy en una cabina pública de internet, hace más calor aquí dentro que afuera donde por lo menos hay brisa de cuando en cuando, estoy matando el tiempo esperando a que sea la hora de regresar a Lima, la Lima gris que no tiene jungla ni sol a lo sauna. Quiero volver.

No es que la haya pasado mal aquí, todo lo contrario, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto, que no reía todo el día, que no sudaba con ganas y sin que me importe; aún así, estoy incompleto, estoy triste ahora, porque al final de este viaje todo está como siempre ha estado, y voy a la deriva intentando algo que me parece cada vez más a lo imposible. Constantemente me repito, como si lo hiciera para creerme yo mismo, que en la vida no importa realmente conseguir las cosas, importa más el camino, importa que lo intentes, que dejes tu alma en cada paso, en cada sonrisa, en cada gota de sudor. Pero aún así, llegan tiempos en los que uno se pregunta, porqué sigo aquí? Podría moverme, como hoy, salir del hotel donde debería estar esperando a que pase el tiempo con el resto de mis compañeros de la universidad, irme lejos buscando un poco de silencio, irme lejos.

Aquí hay ruido todo el día, esta ciudad está infestada de motos y moto-taxis, los autos se ven sólo de cuando en cuando, todo el resto son cucarachas de motor ruidoso, pero a pesar del ruido de la calle, del calor de esta cabina, me siento en silencio porque puedo escuchar otra vez con fuerza mis propios pensamientos.

Sé que soy complicado, que soy difícil e inumerables veces un pobre estúpido que no sabe nada de nada, y mucho menos de la vida. También sé que es lo que quiero, aunque no lo tenga. Y si sólo sé estas dos cosas, si sólo sé esforzarme y sonreir a pesar de estar angustiado por una canción, esperando una canción para bailar. Si la cantidad de esfuerzo que se le pone al vivir, se viera en las personas, sé que podría brillar, dar luz con sólo sonreir... si se pudiera ver cuanto quiero, cuando deseo, con cuanta fuerza necesito y estoy dispuesto a no defraudar, quizá sería más fácil que notaran mi sonrisa en un mar de gente... Pero no, las cosas a las que deberíamos prestarles más atención, son generalmente las cosas más difíciles de ver. Y héme aquí, con la canción de Norah Jones, Come away with me... y sin oportunidad de haberla cantado al oido.

sun day (día sol)

Domingo por la tarde
solo.

No sé bien si es algo común entre la gente sentirse así, incompleto. Quizá nuestra condición de seres sociales hace que siempre estemos buscando a otra persona que pueda llenar esos vacíos, muchas veces una sonrisa es suficiente, al menos para mi, porque de alguna manera siempre he creído que los espacios grandes los tiene que aprender a llenar uno mismo, pero son los detalles pequeñísimos los que le dan color a la existencia y esos sólo pueden ser completados por una persona agena a nosotros mismos.

A pesar de esto, una sóla persona jamás será suficiente para completarnos, y al mismo tiempo yo jamás seré suficiente para completar a alguien. Yo soy un rompecabezas interminalbe, que busca al fin y al cabo unir piezas con otra persona, otro rompecabezas. Soy conciente de mis limitaciones pero aún así me aventuro a decir que puedo amar, extrañar, intentar con toda mi alma llenar vacíos agenos... Y aún así, estoy solo un domingo por la tarde, cuando retazos de mi piel ya duelen por sentir una caricia, piel cálida, sonrisas. A pesar de haber perdido la esperanza, sigo en pie, intentando ser constante porque querer implica eso, para mi al menos, estar ahí aún cuando no te necesiten y más aún cuando sí; porque los vacíos en el alma se tatúan cuando llega el domingo y soledad es lo único que hay de almuerzo.

Llega el verano otra vez, el sol, la playa, la piel canela y la arena que quema. Cada vez más conciente del límite del cielo, aunque parezca a veces interminable.

delirios, no leer.

Estoy cansado, no he dormido lo suficiente y tengo esa sensación desértica en los ojos... me arden. Me siento frente a esta computadora esperando que algunas respuestas aparezcan milagrosamente en el monitor, nada, la vida no se manifiesta así, yo no creo en epifanías.

Que extraño es a veces el tiempo. Las cosas cambian y ésa es la única ley universal en la que creo; yo cambio, intento cambiar, las personas que conozco han cambiado ni para bien ni para mal, sólo... cambio.

Tengo tiempo, al menos eso creo, tengo tiempo y música que uso para cerrar los ojos y olvidarme de todo. Para llenar mis vacíos sonrío, y el tiempo bailó en la noche prometiéndome que sin importar lo que pasara yo sonreiría. Y cómo sonrío! no puedo creer que ver un vestido me haría sonreir tanto, hacer hasta el punto de sorprenderme, soñar despierto y perder el sueño cuando duermo. cómo somos sólo ropa a veces, trapos, luces... los humanos somos graciosos, incomprensibles, a veces con mentes divididas, a veces nos divide la mente.

Tempo y cambio, cómo he cambiado, no busco una respuesta, no quiero plantearme dudas. Quiero vivir sin desafinar, pero yo nací desafinado, como la canción, como una línea recta que se curvó en un momento, o el tiempo que se quiebra. Veo mejor, más claro, sin importar que mis ojos ardan cuando no duermo. Pero veo, observo... a veces me gustaría ser ciego, y escuchar de una mujer la descripción de cómo es la realidad, e imaginar en su voz todo lo necesario, poder perderme sólo en los sonidos. Y a veces poder ver todo y no soñar con susurros que no tengo.

soy feliz, y a veces no lo soy; estoy tranquilo y a veces no duermo, duermo y a veces me gustaría no tener que despertar tan temprano, a veces despierto temprano porque quiero y me alegra poder salir de aquí cuando tengo una linda excusa para hacerlo... soy y no soy, tengo y no, siento y no... ¡estoy vivo! complicado, aburrido, cansado... pero vivo

3 escenas

Primera; son las cuatro de la mañana del domingo, tengo los pies metidos en el agua. Hace frío, o debería hacerlo, no lo siento porque estoy hipnotizado por el color azul que casi siempre hay en todas las piscinas… Uno de mis colores favoritos es ese el” azul piscina”; mis pies a través del agua se ven extraños, en el fondo hay dos monedas que se me cayeron hace un rato del bolsillo y brillan escondidas en las profundidades. Ahora estoy metido en la piscina, sí hace frío, y ni el hipnotismo ni el alcohol en mi sangre me pueden engañar de lo que mi cuerpo siente, camino dentro del agua. Tiemblo de frío cuando camino hacia casa, sólo espero poder meterme a la cama y calentarla lo suficientemente rápido como para caer en sueños.



Segunda: No sé bien qué hora es, debe estar pasando el reloj más allá de las seis, he aprendido aquí que cuando comienza el verano el crepúsculo se materializa más tarde, aunque aún no sepa calcularlo bien. El sol entra por la ventana del Starbucks, los sillones están vacíos y dos chicos se han apoderado de uno de ellos, la chica va tumbada sobre el pecho del chico, van mirando juntos algo en el celular y la luz los alumbra. Hay tanto brillo aquí dentro que casi no puedo ver lo que hay fuera… es uno de esos momentos que se conectan con tantas otras cosas, y entonces recuerdo que la extraño.



Tercera: Voy en auto, otro atardecer, pero esta vez se ve a través de mis gafas oscuras y el mundo parece distinto, todo parece distinto. Por alguna razón me da miedo tomar su mano, sé que no soy la persona más segura del mundo, pero hasta ahora no me había sentido así cada vez que se me pasa por la cabeza hacer algo como esto. Quiero que todo esté bien, todo lo está, pero quiero más y no sé si voy bien. Han pasado vario semáforos, otra vez contando semáforos, otra vez diciéndome que en el próximo me animo, estoy empezando a odiarlos especialmente cuando el rojo cambia demasiado rápido y no me da el suficiente tiempo.

la depresión de fin de octubre

(publíquese el 28 de octubre, a mitad del día si fuera posible)



Nací un día como este aunque no lo recuerde; nací por cesárea, pero me hubiera gustado nacer de "nalgas francas" como dicen los obstetras, y así, lo primero que vería el mundo de mi, sería mi culo demostrándole lo que pienso de mucho que hay en éste; pero no, después de cortar el pobre útero de mi madre me sacaron por ahí, aún dormido me di cuenta que ya no estaba más en ese lugar cálido y seguro, aún dormido y por frío empecé a llorar desconsolado y terminé en manos de unas enfermerdas desgraciadas que con un pedazo de cartón me rasparon todo el cuerpo quitándome el vérmix que, según ellas, serviría para darle juventud eterna a sus rostros que espero estén hoy reventando de arrugas.


Nací el día en que la última procesión de feligreses del señor de los milagros salía a la calle llenándola de cánticos y palo santo (debe ser por eso que hasta ahora me da alergia y dolor de cabeza ese olor indescriptíblemente horrendo) quién sabe, quizá salían para celebrar el milagro de mi nacimiento, o como yo lo sospecho, para intentar que no logre mi cometido de llegar a este mundo pues en mi han encontrado un acérrimo enemigo.

De cualquier manera (y después de 24 años) aquí estoy, haciéndole la vida imposible a algunos, haciéndome la vida imposible a mi mismo la mayor parte del tiempo, y es que, sin llegar a ser demasiado extraño como para que me llamen loco, tengo mis excentricidades y una de éstas es que no me gusta mi cumpleaños. No es que tenga una razón importante para no gustar de este día, no es que tenga algún trauma de la niñez ni nada por el estilo porque además de niño tuve muchos cumpleaños en los que fui feliz hasta el cansancio; no tengo un gemelo enfermo y malforme encerrado en el sótano de mi casa y es que me sienta mal porque yo puedo celebrar mis cumpleaños y él no encerrado ahí todo el tiempo... no señores, tampoco soy altruista como para pensar que no debería celebrar nada cuando hay tanto sufrimiento en el mundo, aunque también aparentaría ser una razón valedera... simple y sencillamente, he llegado a la conclusión muy meditada tras largas temporadas, que no quiero celebrar un día en especial más que cualquier otro, que no quiero tenerlo de excusa para echarme tragos encima o recibir regalos o que la gente se acuerde de mi; si va a ser así, prefiero que sea cualquier otro día del año y no cuando "se supone" que debería ser; razón medio estúpida quizás (y ésta retrata perfectamente cómo soy a veces) pero entre la meditación existencial que usualmente me asalta y la depresión reactiva y aguda que le sigue a esa meditación, pues la verdad tiendo a ponerme como una quinceañera por éstas fechas... O como mujer en un mini climaterio, y termino haciendo renegar a más de una buena persona que se acerca con las mejores intenciones... pero qué le voy a hacer, simplemente, pienso en muchas cosas de la vida, de mi vida, cuando llego a este día y se me hacen remolinos los sentimientos y varios etcéteras más, que yo traduciré a partir de ahora como la depresión de fin de octubre... porque si algo prima en mi personalidad distímica*, es la melancolía que me queda al final de este día.

Le debo una disculpa enorme a todos los que me conocen, hoy soy egoista y no pienso en las otras personas; lo sé, un tonto total o totalmente un tonto; no le permito a éstas personas acercarse y celebrar conmigo y realmente lo siento, siento no poder tomarme este día de diferente manera... es simplemente algo que me sucede, tanto así como a que me llegue una migraña.

*aún sigo pensando que no soy distímico... pero quién sabe, a esta altura ya no me sorprendería.

camino al infierno

Dicen por ahí que el camino al infierno está hecho de buenas intenciones, y yo puedo recordar más de muchas veces que mis buenas intenciones no obtienen más que resultados catastróficos; quizá por eso pueda entender que la intención no es siempre lo único que cuenta.

pero eso también me lleva a pensar, que si fuera lo suficientemente prudente para darme el tiempo de ver las intenciones detrás de las acciones de las demás personas, tal vez, podría valorar más y renegar menos.

días como hoy mi corazón se siente como un barquito en la mar turbulenta, tortuosa, siniestra. Me aferro fuerte a las cuerdas y guardo las velas, esperando sin saber por cuanto tiempo, a que la tormenta se calme. Esperando que la madera no se raje y que las filtraciones de agua salada puedan ser controladas, que hayamos puesto suficiente resina en las grietas. Días como hoy, la oscuridad me abraza y salir adelante defendiendo lo que siento, lo que creo, es difícil... Tengo miedo, como viejo pirata, conociendo su nave, la tripulación y los mares, aún tengo miedo.

Remembranzas parte I

Subió al autobús una chica con uniforme de colegio, sus ojos aún eran brillantes y éstos me llevaron a recordar otros tiempos.

No sé bien en qué momento me enamoré de ella, simplemente sé que pasó. Incluso recuerdo que en un determinado momento yo no creía que ella podría quererme, porque hasta cierto punto sabía que había otro chico que le gustaba; aún así, nunca dejé de estar a su lado, pasando tiempo juntos y conversando cosas de la vida, una vida que aún ninguno de los dos conocía lo suficiente como para complicarnos en tales sofisticadas conversaciones y aún así, nos encantaba hacerlo.

Recuerdo unas vacaciones en especial, en las que iba a su casa casi todos los días; recuerdo mi reproductor de CDs enorme que colgaba en mi canguro, y escuchando algunos grupos de pop español emprendía la caminata por el puente de aquella calle, que además de ser extrañamente semicircular, colgaba hacia abajo y era un camino tedioso el cual no me importaba recorrer si esa mañana podía verle reir; recuerdo que ya no sentía tan pesada la caminata como al principio porque la había hecho prácticamente a diario en los últimos días. Por aquel entonces sentirme enamorado empezaba a ser algo completamente nuevo sobretodo porque yo ya no me veía a mi mismo como un niño, porque empezaba a interactuar con una chica y ya no era un enamoramiento de esos que ocurren porque te parece bonita o porque te llama la atención; no, ésto era algo mucho más serio, solía decirme, porque la conocía, porque nos estabamos haciendo amigos y empezábamos a conocernos.

No fue sino hasta tiempo después, por una sucesión de hechos al azar, que supe lo que ella sentía por mi; nunca supe bien el momento exacto en que se dio cuenta de ello, sólo sé que el toque de mi mano en su hombro hizo latir con fuerza ese corazón suyo y ese fue el comienzo de un camino de descubrirnos como personas que podían enamorarse.

Pasé entonces muchas horas pensando en cómo poder besarla, en aquél momento no sabía qué tan sencillo era acercar la boca de uno a la boca de la otra persona e intentaba imaginar el escenario justo, el tiempo exacto, la frase que debía anteceder aquel primer beso; soñé despierto, soñé en sueños, pero sin importar lo mucho que me esforzara por lograr un momento épico como en las películas, no podía alcanzar esa escena de pantalla en la cual Celine Dion empieza a cantar Titanic justo antes que el protagonista (o sea yo) se da el valor de tomar a su amada por la cintura y clavarle un beso que hace que se ruborice toda la sala. No, mi primer beso fue diferente, fue exquisitamente inesperado.

Solíamos subir a la azotea de su casa buscando un poco de privacidad, un poco de silencio; a mi me encantaba particularmente verla bajo la luz anaranjada del alumbrado público, sentir el frío terrible de la sierra y tomar su mano que se congelaba metida dentro de sus chompas delgadas, que hasta ese día era lo único que me atrevía a hacer. Aquella noche, ya era lo suficientemente tarde como para que yo regrese a casa, bajábamos por unas escaleras de cemento hacia el segundo piso, que por esos tiempos estaba completamente vacío, yo lideraba nuestro descenso; cuando llegamos a la segunda planta, derepente, poseso por algún esbirro de cupido, toda mi conciencia se paralizó un instante y en un movimiento explosivo perdí el control de mi cuerpo y cuando por fin regresé a mi mismo de una proyección astral no consentida, al abrir los ojos, ahí estaba ella, tan cerca a mi que respirábamos el mismo aire; se aceleró mi corazón, tanto así que podía oirlo, si en aquel momento cantaba Celin Dion estoy seguro que no podría haberla escuchado, mi respiración se entrecortó, la abracé y cuando por fin lentamente, después de una eternidad instantánea, me alejé poco a poco de ella y dijo sonriendo:

-Ahora no te vas...-

Ahí aprendí, que los besos que se dan en las sombras de las sonrisas producidas por las luces naranjas de los faroles, que no tienen canciones de fondo, que no se planifican, que no pueden planificarse, son besos que se tatúan en el recuerdo. Muchos años después, otra chica, navegaría en esa misma luz para besarme, para besar la sombra ésta vez de mi boca, para tatuarse en mi alma... quizá sea historia de otro día.

De ella, me queda su uniforme, sus manos frías en las azoteas, un beso con "black out", vacaciones que cambian el curso del camino y el puente que debo haber cruzado ciences y cieneces de veces. (me quedan muchas otras cosas, pero me gana el sueño)

Mal dia - Parte II

Camino apresurado, por inercia, porque el ritmo de las grandes urbes es así; lo sé porque he vivido en una ciudad muchísimo más pequeña algunos años, y ahí podía tomarme el tiempo para llegar a… a ninguna parte, ahí no había nada que hacer y después se preguntaban porqué terminábamos (la juventud de esos días) a los quince años en los billares y a los diecisiete haciendo recorridos turísticos por cuanta cantina nos recomendaban. Porque la opción estaba entre jugar fútbol, jugar billar o irse a tomar unos tragos… ¡Ni cine tuvo mi adolescencia! Porque lo habían cerrado, porque no iba nadie; y sin sorpresas porque si uno se animaba a ir podía elegir entre dos salas, o ibas a una a ver la película y escuchar la película de abajo, o te metías en la otra a escuchar la película y ver sombras en la pantalla que era surcada de cuando en cuando por palomas al vuelo.

Debe ser esa una de las razones por las que ahora voy al cine cada vez que puedo, debe ser una de las razones por las cuales aprendí a jugar billar (porque a eso de patear la pelotita nunca le he entrado) y debe ser por eso que conozco cantinas de toda clase e historias de esos lugares no me faltan (aunque tampoco sobran como para decir que no he vuelto más a frecuentarlas).
Días como hoy, una cantidad infinita de maleficios voy armando en mi cabeza; a veces puedo ser un idiota enamorado, repitiéndome como oración tantas cosas enamoradas que quiero decir y que no encuentro el momento adecuado; a veces soy este sacerdote malévolo deseándole las más terribles plagas a cuanto inocente se me cruce en el camino, a veces me doy miedo por las cosas que puedo pensar, a veces risa, a veces asco… Pienso mucho y muchas veces no hago nada, incluso ahora cuando me he propuesto hacer más y soñar menos, me veo reflejado en las ventanas de los taxis que le tocan la bocina al semáforo en rojo, me siento patético y mi otro yo que está al otro lado del espejo se burla constantemente de todas las burradas que voy haciendo inevitablemente.

Voy acercándome al edificio azul que he fijado como destino para esta tarde, recuerdo que alguna vez una “gitana” me frenó en la entrada, según ella para leerme la suerte; no creo en esas cosas y se lo dije, ella insistió en que por una moneda podía decirme cosas interesantes y como mi amigo ya había caído con una de sus hermanas, hecho un estúpido, le seguí el juego. Viéndome a los ojos me dijo “no te preocupes, ella si te ama” en ese momento le hubiera apretado el pescuezo, pero su ojo derecho medio retorcido dentro de su cadavérico rostro me intimidó; luego intentó hacer nosequé con un billete que me pidió prestado (y yo estúpido otra vez se lo presté) y en un momento de lucidez terminé sujetándole la mano donde llevaba mi billete todo arrugadito el pobre, y cuando no le di más opción tuvo que devolvérmelo no sin recordarme que ahora ese billete estaba maldito y que si me lo quedaba yo sufriría las consecuencias… Quizá debí dejar que se lo llevara.

De cualquier manera, ya estoy llegando, y si me la vuelvo a cruzar me corro, así de simple, tampoco quiero volverme a sumergir en el aura densa e hipnótica de aquella mujer horrible y mágica, ladrona, pícara, engañabobos… porque además hoy no me siento tan bobo.
(próximamente, la continuación de mi yo-ser endemoniado urbano)

Mal dia - parte I

El bus en el que viajo se dirige al centro, hay tráfico, Lima es una ciudad-ser enorme en constante transformación y las máquinas amarillas a modo de parásitos están carcomiendo sus venas de asfalto por todas partes, la ciudad hará que vuelvan a crecer y otra vez volverán a ser comidas.


Estas calles me dan miedo, a pesar de eso, tienen una misteriosa tonada en ellas que me atrae inevitablemente; sus historias, su violencia y sin embargo su creatividad y sus risas. Imagino, porque no soy lo suficientemente inconsciente de bajarme aquí y exponerme a ser asaltado en la siguiente esquina; cobarde quizá, cauteloso siempre… Estúpido mejor pasar, o sólo cuando me paso de copas.


Hoy recién hago conciencia que la ciudad ha vestido otra vez de morado, que es octubre y que mi cumpleaños se acerca (pero de esa depresión hablaré ese día) que éstos son los días en que la gente se acuerda del señor de los milagros y ni aún así se da el milagro que el señor se acuerde de nosotros. Hoy soy pesimista ¿y qué? Estoy teniendo un día de esos en los que Aute mandaría a todos a hacer puñetas, sólo que a diferencia de él, yo no tengo un imán de mujer desnuda en la cama que me diga “Amor mío, ven, ven, ven…” Yo si mando a hacer puñetas al mismo Luis Eduardo si me lo llego a cruzar en algún cruce peatonal.


En fin, voy en el autobús pensando en que la batería del mp3 se me acaba en cualquier momento, y así se me completa la ecuación ésta de mierda en la que la migraña que me asalta cada vez que piso el centro de Lima no podía disculparme ni hoy. –Se me va a acabar la batería- Me digo- Este bicho tecnológico debería tener un “bip” automático que me recuerde cargarlo por las noches… Así no me daría cuenta a mitad del camino que no tengo suficiente batería para pasar el día, y con lo que odio la música de los micros, voy a terminar con la cabeza latiéndome como un corazón enfermo.


Piso la calle con fuerza y continúo el camino; prendo un cigarro y lo fumo con gusto, a propósito. Otro clavo más para el ataúd, pues yo a que estoy haciendo uno resistente. Aunque lo más probable es que termine siendo atropellado por una de estas combis asesinas, el día en que me funcione bien el apartatito este y no se le acabe la batería, y esté escuchando música al cruzar la calle, aquí donde los conductores prefieren reventar la bocina antes que respetar los semáforos, seguro que así me terminan reventando.


Cada vez el tráfico está peor, en esta ciudad el alcalde no tienen ni la más mínima idea de la situación vial, huecos por todas partes y abre más sin haber cerrado los primeros, tiene un complejo de termita y al final nos hace padecer a todos un tráfico de camino al infierno (porque ése, debe estar repleto y con largas líneas de espera; me pregunto cómo le hace Satán con eso de la sobrepoblación… ¿es que también tienen problemas de calentamiento?); estoy seguro que el alcalde era de esas personas que cruza la calle por donde se le antoja. Por lo menos “roba poco” ¡Diablos! ¿ Qué clase de país somos que añoramos que nuestros políticos “roben poco”? Yo preferiría uno que no robe, pero no, aquí el dicho popular predica “más vale ladrón conocido, que ladrón por conocer” Por eso la política me pone de arcada. Hace algún tiempo un congresista juramentó diciendo “Por Dios y por la plata” Y sí, fue sincero, ¿pero a mi de qué me sirve su sinceridad? Cada vez me parece que todo esto es un circo, no sé si realmente está peor o es porque yo me doy más cuenta de todo, por eso no me sorprende que termináramos eligiendo “el menos peor” en las elecciones pasadas… Mejor no seguirle a la política, me pone de peor humor y eso que andar sin carga en el mp3 ya me parece bastante.

Amnesia Disociativa (reloaded)

...La mejor parte de la canción...

Tomaron mi hombro y escuche mi nombre, gire mi cuerpo hacia atrás y mi mente seguía persiguiendo a la canción, gire con una sonrisamentira, odio que me hagan eso cuando bailo, que interrumpan, eso que es como un trance entre la música y mi cuerpo. Tomaron mi hombro como con
furia, inocencia y temor,
como si supieran que odio que interrumpan mi trance,
como si supieran mi reacción,
Tan tranquila e inexplicablemente solo sonreí, Y lo vi…
dijo mi nombre, tocando cada letra, cada vocal, cada acento
tomo mi cintura acercándome a él
me dio un beso en la mejilla
me refiero, un beso en la mejilla
no aquel beso social, donde ni siquiera llega tocar el labio a la mejilla esperanzada,
me soltó y mi rostro se quedo extrañado,
los ojos no me delataron, era como si lo conociera y no lo recordara,
me dieron ganas de sonreírle con un impulso que venia desde todo mi cuerpo.
Tenia los cabellos despeinados, un vaso de wisky y los hielos todavía no se le terminaban de derretir
y me pareció extraño, ya que en ese lugar todo se derretía, hacia tanto calor, que verano aquel… sus gestos eran como reflejos de los míos, cada centímetro suyo en movimiento eran como impulsos de recuerdos que no recordaba.
Me hablaba de muchas cosas...
... llamada, lugar, mis ojos, sus ojos, tarareo la canción, mi canción.
Y yo no entendía nada, seguía tratando de recordar, sin hacer gestos de duda, y examinándolo detenidamente, y noté que sus manos temblaban, imaginé, que estaban muy heladas, los hielos aun no se derretían, su perfume era de esos que lo encuentras caminando por las tardes cerca al mar, en las mañanas al abrir la ventana, olía al Sol, olía a cigarrillos con café y a palabras claras y yo lo olvide, no recordé su olor …
Me quede ahí parada, quieta, escuchando y no escuchándolo, como sonriéndole y no sonriendo, feliz y melancólica, pero no triste, quizás si, tal vez no, y de nuevo un Sí…
Hice una mueca como sonrisa… y mientras sus ojos brillaban, tomo un trago más de wisky, yo estaba quieta, no reconocía a mi cuerpo, me sentía, no sabia que sentir, y ya no me siento... y… Seguía hablándome de los dos, con verbos en pasado, y él recordaba solo, era como una grabadora de cassette sin poder rebobinar.
Yo seguía sin entender, empezaba a sentir un laberinto dentro mío, estaba perdida, tan perdida, quería recordarlo, quería poder decir su nombre, susurrar cada uno de sus sonidos, lo sabia, sé que lo sabia.

…Terminó la canción y sonaba otra…

Bailaban y caminaban empujándonos, bailaban alrededor de nosotros y fue como estar en el centro del mundo, sin saber que estaba allí.
Estábamos estáticos.
Alguien se acerco y dijo: Es hora de irnos (punto)
Son las veces que odio una vez mas al tiempo, quería quedarme a tratar de recordar, hacer memoria… Me tomaron de un brazo y dijeron: ¡vamos!
Me quede parada, como un péndulo entre él y el punto, odiando las horas.
Y el tomo mi mano, sin forzarla, pero sus ojos se aferraron tan fuerte a los míos… y yo no me sostuve, me fui…dejavu… desate mis ojos a sus ojos.
Mi mente se hizo una neblina espesa densa y confusa.
Fue amnesia…en ese momento cuando te vi, me diagnostique amnesia, para no recordar, para no recordarTE.
Las casualidades a veces son muy crueles y hacen lo imposible para que te encuentre, algún verano y después de un largo tiempo, cuando supuestamente todo esta olvidado.
Mi mente se hizo neblina y humo, que se perdieron por algún lugar de ese lugar, por aquel sitio de ese sitio, por ese espacio de ese espacio, se perdió por un momento del momento, por algún lejano rincón que yo no conocía. Amnesia.
Cuando te vi., me diagnostique amnesia, para no recordar, para no recordarte, para no pedirte esta vez que te quedes…para no quedarme.
Me sigo autodiagnosticando…. Amnesia, por ti.




(fragmento largo y jodido)

Yo lo había planeado y tú lo has desecho

… primer y último enredo…

He planeado ponerme esos tacones altos muy altos, que nunca uso,
He planeado pintar mi boca con lapiz labial rojo, no muy fuerte.
He planeado usar un vestido incomodo pero bonito.
He planeado usar el collar que me regalaste alguna vez…
He planeado hacer yoga para relajarme y no gritar, bajar algunas libras demás,
He planeado todo el día que te pediría disculpas por pensar tanto y hacer menos…

Que ironía… porque todo el día “he planeado”
y el plan sigue ahí, recorriendo por cuanto nervio tenga que pasar…
por el proyecto del curso de fotografía
por los trabajos que aun me faltan terminar…
por cobrar el cheque, pobre pero decente.
Por las compras de urgencia y de banalidad
Por…aun no me crece el cabello
Por…que mi cinta sigue atada al dedo
Por...llamar a casa y recordarles que los recuerdo.
No contestar el teléfono por hoy
No abrir la puerta mañana
Abrir las ventanas
Cerrar el baúl
tararear la canción del ballet y bailar
Estar siempre derecha
Hacer las flexiones
Dejarme llevar y cerrar los ojos en la clase de tango.
Llamar a Cristina, María e Irene
Escribir una carta que implica ir al correo.
Cobrar otro cheque, otra cola, otro banco, otra distancia.
Que me siento envasada al vacio y llena de alas.
Que tengo muchos lunares
Que mi ojo parece de vaca
Que me ha salido un granito en la mejilla o una mejilla en el granito.
Que quiero que me traigas chocolates y besos… también cigarros.
Que a veces me siento tan insípida por pensar cosas tan banales y tan estúpidas.
Pienso en el Che, en que quiero ser guerrillero de paz.
Pienso que quiero salir de viaje sin despedirme y perderme un buen tiempo
Pienso en el azul del cielo
En lo chiquita que me siento cuando personas que tienen menos hacen mucho.
En que hay pobres felices y ricos que solo tienen mucho dinero.
Ser feliz.
Que tengo piernas tengo brazos tengo ojos y puedo trabajar y puedo ayudar y puedo dar y puedo correr donde estas, tengo corazón que siente.
Preguntar por Lola, por Cucho y por Poema.
Pienso en ti
Pienso en tus ojos
Pienso en que ya es tarde y sigo pensando.


Y a pesar de esto…

He planeado ponerme esos tacones altos muy altos, que nunca uso,
He planeado pintar mi boca con un lápiz labial rojo, no muy fuerte.
He planeado usar un vestido incomodo pero bonito.
He planeado usar el collar que me regalaste alguna vez…
Bailar abrazándote
He planeado hacer yoga para relajarme y no gritar, bajar algunas libras demás,
He planeado comprar un vino.
He planeado todo el día que te pediría disculpas por pensar tanto y hacer menos…
Y sin embargo, nosotros no somos quien para andar perdonando a los demás…
He planeado…

Pero tú no puedes llegar temprano, no has llamado hoy, vas a llevar a tu guitarra a casa de un amigo y no sabes si demoraras de nuevo…y la cena se enfría.

Yo lo había planeado y tú lo has desecho.

Hechizo

Sopa en jarrita
burbujas en té
si tu me besas yo vuelvo a caer

Chicha, canchita y mucho café
puntitos rojos, Sabina y Auté

Libros, sonrisas y pelis también
si tu lo pides
mi alma daré...

sólo si tú lo pides
(o si completas el hechizo) ;)

Un seul instant - Raquel Drassinower

Un seul instant
et le miroir qui refléta
se brise
Un seul instant
Vie
Amour
Mort
Un seul instant
et c´est
ou ce ne fut pas pour toujours

Un solo instante
y el cristal que reflejó
se parte
Un sólo instante
Vida
Amor
Muerte
Un sólo instante
y es
o no fue para siempre

Relojes

El tiempo pasa, y su sonido repetitivo es un recuerdo de ello; no estoy seguro cómo funcione la vida, menos el amor, y hay quien dice de mí que soy un adicto al drama. No es mi intención explicar lo que siento, y menos justifarlo; sólo sé que ahí está, yo no lo puse ahí, y tampoco puedo quitarlo... sólo puedo decirdir vivirlo, y no arrepentirme nunca de lo que no dije, o de lo que no fue; pero he aprendido que tampoco puedo dejar que la tristeza me gane la partida por todos aquellos "ya no serán".

Puedo planificar mis propios caminos, y de hecho, los estoy andando; nunca he necesitado compañía, incluso de chico era de aquellos que se sentían mejor resolviendo sus cosas solo y no como ocurre en compañía de toda la patería. Nunca me sentí valiente por estar en un grupo numeroso, y nunca dejé que me asustaran los caminos oscuros y solitarios, y sólo la vida sabe que los he recorrido una y otra vez. Por eso, alguna vez fui un chico sombra.

Tiempo después, me di cuenta, tampoco soy un universo vacío; tengo mucho para dar y muchas ganas también de hacerlo; sólo que empecé a ser más selectivo de a quiénes les habría las puertas para conocerme... Muchas veces me equivoqué, y otras tantas gané amigos, recuerdos para toda la vida, pero a pesar de eso y sin importar lo que sucediera, siempre sentía una soledad que me envolvía.

He dicho (te) lo que tenía que decir, he hecho lo que nació en un segundo (como la primavera) y sentí como otra vez empezaban a tener sentido las cosas. Pero el tiempo pasa, los segundos con sus "tics" asesinos trajeron de vuelta la realidad en la que estoy parado; esta vez no caí tan profundo, esta vez me sentí fuerte, triste pero fuerte, triste sobretodo porque yo no quiero un segundo, quiero más... Pero hace tiempo acepté, que lo que uno quiere con lo que uno recibe no son siempre proporcionales; y como dice Auté, nunca tuve vocación de ganador.

Me queda decir: aquí estoy. Los relojes seguirán pasando, quién sabe por cuanto tiempo más, la vida cambia, todos cambiamos; y hasta la circunstancia más improbable sucede si le das tiempo de suceder. Aquí estoy, ya no hago un esfuerzo enorme para quedarme, pero eso es también porque no espero nada; este lugar me gusta, pero como todo en el planeta, cambia con cada reloj que no espera.

Domingo

Es domingo, despierto en una cama desconocida.

Estoy acurrucado envuelto en mi casaca, metido bajo una frazadita marrón con todo y zapatillas. La cabeza me duele un poco, pero tengo la sonrisa de después de una noche divertida. Me he quedado dormido mientras el resto de camaradas, en la otra habitación, terminaban de beber la botella de whisky que habíamos comprado; me quedo tendido ahí un rato, escuchándo las risas del otro lado, viendo la luz del cuarto que se pinta de anaranjado con las cortinas (últimamente he visto muchas cortinas naranjas) y por alguna razón hay un gallo al otro lado de la ventana, no estoy seguro si ha sido él quien me ha despertado, o quizá el gato que anda metido debajo de la cama temeroso de mis ronquidos y de rato en rato sale para mirar quién soy.

Salgo de la habitación ajena, me siento en el comedor del departamento y ahí estan bebiendo lo último que queda del trago; todos tienen caras de amanecida y entablo una conversación divertidísima sobre mujeres y sexo, sobre solutos, osmolaridad y concentraciones en volumen (no entiendo bien porqué estoy conversando sobre eso) pero rio de todo, y me sorprende la cantidad de cigarrillos que se han fumado, pues las colillas está regadas sobre la mesa. Hay dos perros también, están dando vueltas entre nuestras piernas y las patas de la mesa, de rato en rato se tiran en el suelo y sólo se mueven cuando al cambiar la postura muevo mis pies.

Cuando el cielo está como hoy, no puedo saber la hora, parece temprano porque no hay tanta luz, parece tarde exáctamente por lo mismo.

Hace frío, mis dedos están fríos, los he colocado sobre mis párpados y al hacer un poco de presión la sensación fresca me llena de alegría, mientras enfrían mis parpados, las llemas de mis dedos se calientan un poco, como si fuera el camino para el equilibrio descubro lo bueno de las manos frías una mañana de invierno. Todo tiene de bueno algo, y algo bueno lo tiene todo. Un domingo, con media resaca, con las manos frías, después de una noche divertida, me levanto de buen humor a enfrentarme al día.

temblando

Camino cada vez más rápido sin darme cuenta, necesito caminar.
Las piernas me tiemblan, qué sé yo porqué, últimamente me siento fuera de mi; más tuyo que mio en realidad, y perdido.

Perdido entre un "no sé" y un "no tengo idea" porque para variar, no puedo ver absolutamente nada de lo que tengo en las narices, y otra vez, me lleno de vergüenza por no poder saber qué piensas, por haberme sentido tan vulnerable, por no tener la habilidad de leerte, como puedo hacerlo con otras personas, de no tener tino o peor aún, de no saber si lo tengo.

La vida ha transcurrido de manera extraña, y de muy pocas cosas puedo estar seguro; sé que no es fácil de entender, y hay hasta quienes me piden explicaciones, pero ¿qué podría responder? sé que no lo entienden, no pueden hacerlo porque no están en mi piel deseándo tu piel, no están en mis ojos viéndote reir, no están en mi estúpido corazón que palpita acelerado cada vez que quiero tomar tu mano sentado en el auto contigo y sin embargo los mismos latidos me marean a modo de vértigos paroxísticos lográndo acobardarme cada vez que decido darme el valor... "el próximo semáforo en rojo" y cuando me veo fracasando tan sencilla misión, no puedo evitar darle una pitada enorme al cigarrillo...

sólo puedo estar seguro, de aquello que diría abrazándote;
seguro que también sudo miedo
que la primavera sí puede durar un segundo, bajo un portal, justo antes de la despedida.

Sin luz

La noche me ha fumado, me ha consumido, soy humo que se pierde entre las sombras del cuarto, me encuentro en mi ataúd, no escucho ni siento nada, mi corazón está lejos y mis ojos dibujan líneas blancas. No puedo dormir, me consume más dormir. Si logro desprenderme por un momento de la realidad y duermo, me ahogo, asfixio y lloro. Mis sueños transcurren por infiernos, personajes de inframundo me conversan, animales ponzoñosos me atacan sin piedad, la multitud me arroja a silos nauseabundos, siento que me persiguen y mueren personas que quiero.
Siempre hay que elegir entre mantenerse despierto y saber que tienes control de tu vida o introducirte en los sueños, siendo manipulado por tus miedos, dudas y preocupaciones.

He decidido plantar mis dedos en tu espalda para que recuerdes mis caricias, escupirle a mi garganta para que no sepan la carga que llevo y sentarme en la página número cien de este libro para saborear deletreando tu nombre. Hoy sigo cansado, muerto. Mi cama me espera como alguna vez me esperaste ansiosa, pero esta noche solo quiero recordar tu nombre.
Quiero esperar a que el tiempo se equivoque, me dé la razón. Quiero entender que se equivocaron, que sigo enamorado. La vida corre y no transpira, mucho menos reflexiona. Todo tiene pretexto, todo suena mejor con la razón, hoy quiero sentir que la he perdido.
Escucho tu voz cada día antes de dormir, siento tu aliento en el vaso del desayuno, busco tu sonrisa al despertar. Tengo miedo…miedo de lo que estás causando, y seguir enfermo, sentirme solo y apagar las luces o que me entierren. Las líneas blancas que dibujan todas las noches mis ojos forman tu nombre en mi eterna oscuridad.

Luz y sombra (después)


Amanece Lima nublada, el tiempo se simula estático y los elementos urbanos aparentar estar aún dormidos. Las calles fantasmagóticas se entintan en un gris azulado escondiendo, de la vista aún somnolienta, los graffitis viejos garabateados en las paredes del hospital por donde voy pasando. Además, hace frío.


Voy avanzando en el auto, y la ciudad recobra vida cuando me aproximo a sus arterias más principales; una lástima, hoy no amaneció el desierto que espero encontrar al despertar.


¿Alguna vez has sentido una emoción tan fuerte, que logra por un instante, opacar al resto? Es como escuchar en una calle ruidosa, derepente, un neumático que se revienta y en ese segundo preciso, el resto de sonidos desaparecen en contraste con la explosión.


Amanecer contigo era amanecer en una ciudad donde no había nada más allá de tu respiración pausada y la silueta de tu espalda; fue entonces cuando la hierba sonó al crecer y hasta el sol en el cielo se deslizaba con un dulce murmullo. Sólo tú lograste callar los autos, los demonios urbanos que se ocultaban detrás de una ventana abierta. Las luces titilantes y los parlantes que retumban en las discotecas, contigo conocí el tranquilo silencio que producías tú llenando mis sentidos, y respiré de tu pelo el aroma fresco de la mañana, y me perdí en tantos desiertos y páramos misteriosos imaginando tus despertares. Tú fuiste mi desierto de peregrinaje, ciudad vacía que soñé mía para disfrutar. Contigo encontré, mi estación perdida para descansar de mi mismo.


Lo que falta en mi, quizá nunca logre descubrirlo; la gravedad que me absorbe en mundos oscuros y tristes probablemente sea tan parte mia como lo és extrañarte, y no soy tan inconciente de repartirte parte de la responsabilidad de llenar mi vacío. Camino incompleto por el mundo, lo sé, pero ya no dejo que esto me robe sonrisas que se suponen mias; ya no hay lamentos en la oscuridad, ni eco cuando pregunto cómo ser feliz. Intento, además, aprender a esperar sin esperar.


Sólo quiero, si se puede, volver a contagiarme de tu risa, tu sonrisa que llena de luz mi sombra. Y hacer como Benedetti, de estratagema sólo tengo, la esperanza que algún día, sin comprender la razón o sin saber cuando, sin saber del pretexto... que algún día tu me necesites.

Hope

Espérance, hoffnung, speranza, esperança, esperanza, hope.
Se define como “confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea”, y también como “objeto o persona en la cual se confía para obtener lo que se desea”. Confianza, ilusión, creencia, certidumbre, optimismo, promesa, seguridad. Tantas palabras, tantos términos, tan cercana y tan inalcanzable. Yo me consideraba muy creyente, muy segura, muy optimista. Creía en las palabras y las personas a ciegas. Tenía esperanza.

He descubierto “a golpes” que no todos son lo que creemos, que no todas las palabras son ciertas, que no todas lo que se hace es verídico. La gente miente, y miente demasiado. Las palabras hacen daño. Un abrazo no significa te quiero, un beso dejó de tener importancia. Todo es un trámite, una mera rutina para llegar a lo que realmente se quiere y no se dice.

¿Cuándo querer a alguien perdió la esencia de sólo dos, uno y otro, queriéndose? Ya no es lo mismo, todo ha cambiado, yo he cambiado, o por lo menos, siento que no soy igual. Rompí relaciones con la confianza, me olvide del optimismo, mi seguridad se fue al tacho. Perdí mi esperanza. Me perdí yo. Perdí mi esencia, gané miedo.

Tengo miedo de volver a enamorarme, tengo miedo de no enamorarme. Tengo miedo de no creer en nadie, y tengo miedo de volver a creer. Tengo miedo de confiar, de esperar, de sentir, de no sentir. De verte y no verte nunca más. Me contradigo, te maldigo y te extraño. Te odio, porque te quiero conmigo. Y me odio a mi misma por no poder dejarte atrás. Y empiezo a pensarte sin siquiera quererlo, sin darme cuenta, sin ser consciente (o si) de lo mucho que quiero hablar de ti.

Así es la vida, así soy yo, contraproducente, poco prudente, increíblemente tonta, con ganas de querer por mil, con miedo a todo y todos, pensando y haciendo cosas distintas. Con la esperanza de encontrar la esperanza que perdí. Con mucha paciencia, después de todo, esperanza y esperar parecen tener la misma raíz. Presente y ausente a la vez. Con la mirada vacía, pero llena de ilusiones, buscando un relleno para el vacío que siento, esperando (sí, otra vez de esperar) que escribiendo queme la ansiedad de verlo, llamarlo, buscarlo, olvidarlo.

Gracias por darme un espacio para escribir.

hope*

“De esperanza no tenía más que el nombre...
La que no esperaba nada de los hombres
Coleccionaba amores desgraciados

Soldaditos de plomo mutilados
Pero quiso una noche comprobar
Para qué sirve un corazón
Y prendió un cigarrillo y otro más
Como toda esperanza se esfumó”
(Sabina y Calamaro, Más guapa que cualquiera
)

Sombra y Luz (primero)

Amanece Lima nublada, el tiempo se simula estático y los elementos urbanos aparentar estar aún dormidos. Las calles fantasmagóticas se entintan en un gris azulado escondiendo, de la vista aún somnolienta, los graffitis viejos garabateados en las paredes del hospital por donde voy pasando. Además, hace frío.


Voy avanzando en el auto, y la ciudad recobra vida cuando me aproximo a sus arterias más principales; una lástima, hoy no amaneció el desierto que espero encontrar al despertar.


Si la ciudad amaneciera vacía, si pudiera escuchar otra vez el sonido que hace el tiempo al pasar, la hierba al crecer, el cielo cuando se va adentrando en la mañana... Todo sería distinto. A veces sin razón aparente, algo en mi se apaga y como si fuera un agujero negro con gravedad propia, empieza a absorverme en soledad y algo así como una tristeza infondable, inexplicable. ¿Está mal estar triste sin razón? Yo sé que no estoy enfermo, sé que mi tristeza no es patológica, no pierdo el sueño y tengo tantas ganas de hacer cambiar el mundo como cuando tenía quince años o menos; pero es como si mi alma supiera algo que yo aún estoy descubriendo y se queda ahí, en un rincón bañándose de oscuridad como los gorriones se bañan en las fuentes de agua.

Jamás he podido averiguar porqué mis ojos tienden a notar, en los contrastes, todo aquello que se opone a la luz; porqué se me hace tan sencillo recordar a tristeza y soledad en los momentos que se supone deberían ser felices... Es como si todos alrededor sonrieran y cuando esto sucede es cuando yo recuerdo todas las razones para no sonreir; y como desde pequeño me enseñaron a ser considerado, pues me aislo con excusas tan rutinarias como ir a prender un cigarro o el hecho de saberme "raro", y termino en un estacionamiento solitario mientras todos dentro disfrutan del tiempo de sobremesa.

La risa y la sonrisa son contagiosas, en ciertos instantes, presiento que tengo anticuerpos desarrollados para combatirlas. La luz llena de vida este planeta, su naturaleza; a mi siempre me ha cautivado la oscuridad y su noche... Y siempre sueño la ciudad vacía.

DIBUJANDO ADIOSES

Entretanto Nando camina por la calle vacía, ya muy de noche que apenas avizora un par de sombras que murmullan a lo lejos de su letanía. Él, mudo e inquebrantable, divaga bajo la noche fría y eterna; dibujando los labios de Keila para sí mismo, con la sola idea de abrigarse al rose de su ilusorio deseo. Mientras sigue por la senda a la puerta que hace poco acariciaba con ansias con la sola idea de verla y disfrutar de sus ligeros respiros cada vez que le pillaba un beso de improviso (instantes eternos que no volverían).

Dudando, saca de sus bolsillos un cigarrillo y con la otra mano rebusca sin éxito el mechero que ella algún día quiso tener, y que él egoístamente le negó; en ese instante lamentó no habérselo dado y se pregunto - ¿tendrá algo con que recordarme?-; e inevitablemente se abandona en mil interrogantes. Sobrecogido retoma su camino y alzando la mano dibuja un adiós, mañana pasaré a saludarte.

Devolviéndose a sus pasos se mete a una tienda no tan lejana a “la puerta”, lanza una sonrisa fingida a la viejecita y sin muchas ganas de sonreír le compra un cigarrillo y le dice un susurrante –Gracias, hasta pronto-. Y se va alejando de las rejas de la tiendecita, vira hacia “la puerta” y aprieta el filtro del cigarrillo entre sus labios y dientes; baja la mirada y se va.

“la puerta” se abrió nuevamente y no es a él a quien despide.

Pasos

Camino detrás de ti,
despacio,
voy procurando pisar exactamente la huella invisible que dejan tus zapatillas.
Camino así, porque quiero volver uno el ritmo,
quiero entonar con tu caminar;
porque quizás así pueda volverse uno el latido y pueda saber cómo aproximarme,
intentar acercarme lentamente,
soñando que tal vez algún día pueda avanzar lo suficiente como para poder volver a abrazarte.

Tantas cosas pasan por mi cabeza cuando veo la caída de tu pelo en tus hombros
cuando escucho a medias lo que dices
cuando te confundo con el ruido
Pienso en canciones, burbujas, cuentos que sueño despierto en leerte
Intento buscar en la brisa tu perfume
y me cayo, porque no sé cómo podría decirtelo.

Todos estan hablando

Todos a mi alrededor hablan de amor.

Seria más claro decir que hablan de desamor.

Y eso no es claro tampoco.

Creo que hablan de cómo no soportan estar sin alguien a su lado.

El temor a la soledad.

Podria escribir un gran libro sobre eso.

Bastaria con preguntarle a cualquier persona en la calle.

O en un colegio.

O en un cementerio.

O en un banco.

O una oficina de turismo.

En el aeropuerto.

En la puerta de un bar.

En cualquier lugar la gente habla de amor

Como habla de una uña que se rompio y que dolio demasiado
y que dejo una marca.

Y de que hablan cuando hablan de amor
Si no es mas que de como quisiste o como no te quisieron.
De las cosas que sentiste y de las cosas que no sintieron.
De como todo empezo bien pero termino mal.
De que aun siguen siendo amigos cuando para empezar nunca fueron amigos.
De que en el fondo quizas nunca hubo amor en ninguna parte
sino que solo fue genial sentir que alguien pensara que eras especial
hasta que se dio cuenta que no eras tan especial y por lo mismo
las cosas ya no serian lo mismo.

Y que divertido es hablar de amor cuando en realidad no hablas de amor.

Fiction and the Space

La luz de la farola se colaba entre las hojas de la madreselva, fue entonces cuando me di cuenta que en realidad no podía verlas, porque para poder ver cualquier objeto, la luz debe rebotar en éste y luego viajar a través del espacio hacia mis retinas, y no ocurria nada de ésto. No, lo que estaba ocurriendo era completamente diferente, yo veía el resplandor anaranjado de la farola, y cuando su luz no llegaba, entonces se dibujaban por contraste las hojas que parecían tener un halo brillante en el mismo tono, o quizá un tono más dorado. A pesar de saber que no podía ver el follaje, estaba seguro también de poder contar cada una de sus hojas, de poder describir sus formas, incluso su textura se dibujaba en mi mente, su color y hasta el olor de cuando se cortan.
A veces recuerdo tener un vacío, ahí donde se suponde debería quedar el esternón; sé que lo conozco, no porque pueda verlo, sino porque tu luz hacía que me diera cuenta. Cuando caminaste de mi mano, cuando no quise soltarte, pude ver el halo dorado que intenté tantas veces esconder con mi camisa a rayas, que sólo se hacía más pequeño cuando distraida acomodabas tu pelo mientras yo te miraba idiotizado intentando que no te dieras cuenta, que sólo dejó de doler cuando entraste en mi vida; el que sólo olvidé mientras intentaba dibujar coordenadas estelares con tus lunares y pude comprender a aquellos que alguna vez nombraron los astros por las noches, porque lo bello debe poderse nombrar.
Jamás te culparé por mi vacío, ni preguntaré por lo que a tí te falta; siempre lo he sabido, lo llevo tan dentro mio desde que he nacido y tampoco te pediré nunca que intentes llenarlo, ni mentiré diciendo que tengo todo lo que a ti te hace falta, porque no tengo ni la menor idea de cómo empezar mas lo único que puedo prometer es caminar otra vez de tu mano... Celebrar contigo con vino si vamos encontrando piezas del rompecabezas que es armarnos; llorar contigo si nos perdemos alguna vez o si perdemos la partida de ajedrez. No porque no puedas hacerlo sola, no porque yo no pueda seguir viviendo incompleto; no porque nos necesitemos para seguir con una vida que no puedo ni empezar a comprender... Sino porque simplemente quiero estar contigo, si tu quieres estar conmigo.
No hay nada en medio del tramo entre tu y yo, ni siquiera una madreselva; no hay mar que nos separe, ni vacíos espaciales, ni negros agujeros... pero tampoco hay gravedad entre nuestros cuerpos que inevitablemente nos atraiga como galaxias, que además siempre se están separando y la gravedad es su grito de auxilio porque cada vez se extrañan más, no hay más que un te quiero.
La luz de la farola atravezó la madreselva entre todos los espacios que habían entre sus hojas, el resplandor anaranjado se dibujó cuando el humo de mi cigarro pasó por su camino; recordando porqué la luz va en linea recta, te extrañé. Te extraño cuando escribo. Y no sé si callar, porque cuando abro la boca termino metiendo las cuatro; yo sólo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Yo no soy Sabina

Ya debería saberlo... No puedo andar estructurando frases, ni pícaras, ni traviesas, como decirle a alguien "Ven y vemos qué es lo que pasa..." No, no hay forma que algo así me funcione a mi, que de trovador no tengo ni la guitarra.

Para ser alguien a quien le gusta el lenguaje, su uso, sus metáforas y las analogías; soy sencillamente un estúpido cuando se trata de transmitir correctamente lo que siento, porque además, lo que siento está claro, y no puede estar mal, al menos eso creo, es que hay una maldita interferencia entre el sentir y decirlo como se debe.

A veces, creo que lo mejor sería quedarme callado. Pero al mismo tiempo sé, que en el silencio no se llega a ninguna parte; quizás lo que me empuje a hacer/decir tantas tonterías, es que realmente quiero llegar a algo contigo... y ahora se ve tan lejos todo, como el caminito de la sierra que no se termina aún cuando ya se está haciendo de noche.

Lo siento, debí callar ayer.

Algún día de estos

Con cautela, sigilo, despacio para no mover el fondo del espejo de agua que puede convertirse en un instante en nubes de polvo suspendido.
O para formar nubes de leche en la taza de té, dejándome caer hasta lo más profundo, como cuando se flota en la parte más honda de la picina con tranquilidad y frescura.
Lento, como corren los dias en invierno.

Sin ganas de prisa, sin necesidad de apuro. Calma, para acariciar otra vez tu plumaje.
De incógnito para tener sabores nuevos en la piel y el pelo... pero siempre el mismo.

Si algo he aprendido en los últimos meses, es que como en el baile, todo sale mejor cuando te deslizas sobre la música y dejas que el ritmo sea el que cuente, que de compás en compás mi mano llegará a tu mano; que como en el Tango, sólo puedo sugerir, iniciar el movimiento, y luego esperar, a que tu cuerpo convierta lo que pretendo en acto. Y por último, lo imprescindible, algún día de estos me doy el valor de robarte un beso.
Acabo de estar más cerca de ti que hacía meses. Noté que me mirabas de reojo, cuando hacía movimientos o gestos para controlar el llanto, la risa, los nervios. No sé si eras tú o eran las dos historias que se perdían en la pantalla, entre los años y lo injusto de la vida, entre la muerte y las alegrías.

Sentí un vacío con tanto amor, tan libre, tan inocente, tan enredado. Un amor que juega, que se golpea, que se debate entre hacerse por la palabra o por los roces. Sentí el vacío de la distancia, de la frustración, de los rasgos de sonrisa cuando lo único que rodea es el frío de las paredes.

Definitivamente mi imaginación voló a años luego de muchos años, a momentos de fotografía en los que odiaría extrañar y sentir tan en la piel el calor que se tuvo y se dejó ir. No por guerras, no por fanatismos ni huidas de pasiones prohibidas… sí por la guerra con la vida misma, con el impulso a veces fanático, con la pasión sin nombre que no deja que mis pies descansen.

Y estabas ahí, percibiendo mi temblor, mis respiraciones más profundas; ¿qué habrás pensado que pensaba?; ¿habremos, en algún instante, sentido lo mismo?

Quizás no éramos exactamente los dos en la historia. Tal vez sólo somos dos corazones libres, soñadores, que le tememos a la soledad aún cuando a veces es nuestra mejor amiga. Quizás queremos enamorarnos, leer y hacer el amor en la misma cama, sin parar de reír, aún cuando no sean nuestras voces, aún cuando sólo sea la grabación eterna de puntitos rojos que ya nos hemos tatuado en el alma.

La Soledad y Yo (DE LA LECTURA DE "ESTACION PERDIDA" y Patagnomonico....nació esto, lo comparto contigo, hijo querido)

Me escribió esto mi madre hoy, de las cosas de este blog y del otro. Supongo que a veces las cosas que dejo por aquí hacen que se preocupe un poco, lo sé, a veces también me leo medio trágico, solitario, melancólico... No soy ni estoy así todo el tiempo, pero cuando me vienen esos sentimientos siempre está este espacio para escribirlos... obviamente, también está la invitación para todos aquellos que quieran escribir aquí.
La Soledad y Yo

Solos estamos siempre. Eso es lo que nos dicen, y de alguna manera debemos aprender a estarlo.

Pero, la soledad no es un estado natural, por decirlo de algún modo, en verdad, nunca estamos solos. Desde que empieza la vida estamos acompañados de alguien, en el útero de alguna mujer que nos cobija y nos alimenta.

Somos seres sociales, necesitamos relacionarnos con los otros, pero, a veces decidimos que estamos bien solos, que no necesitamos a los demás para estar bien…aunque sea por un tiempo corto.
Tiempo en el que somos capaces de mirarnos de frente al espejo, de mirar nuestro cuerpo desnudo y reflexionar…

Sucede que, a veces, no podemos ya seguir hablándonos a nosotros mismos y entonces, buscamos otros ojos, otros brazos, otros cuerpos…para mirar en el océano ajeno y tener la certeza de que no somos el único ser sobre la tierra.
He visto muchas personas solas…solas de soledad enraizada en sus almas…solas de soledad de abismo en armonía con el vacío y con la muerte…solas de desesperación, de locura, de incomprensión, de angustia…personas que están y no están al mismo tiempo…que no aprendieron a disfrutar los sabores, los olores, las caricias y los vientos…

Y he visto también personas solas y felices…con la sabiduría del mar en los ojos…con el temple de saberse únicas y diferentes…con las manos repletas y ansiosas de caricias que deben darse en el momento y en la hora propicia….personas solas y fuertes como árboles antiguos.

Y esta es la soledad que amo…la soledad que no te hace sufrir, que te enriquece, que llena tu corazón y tu alma para las épocas de carestía…como tener un saquito de arroz bien guardado y saber que puedes comerlo cuando sea imprescindible.

Y ésta es la soledad que admiro y de la que echo mano cuando mi alma y mi espíritu están colmados por el barullo de tantas personas en mi mundo…ese barullo que se parece al zumbido de las abejas, que no te deja pensar, que te cierra los oídos a algo más que no sea ese palpitar incesante y vago…ese ruido de todos los días y de todos los instantes…
Esta es la soledad que amo y que bendigo, la que permite encontrar mis miedos y vencerlos, la que me dice con su nombre de mujer que mañana encontraré el abrazo cálido de los seres que amo, para despedirme de ellos,después.

Carolina.

Fiction one - I

Aquella noche me quedé dormido frente a un celular; quise esperar por la pequeña posibilidad de que sonara en la mitad de la noche y que al otro lado de la línea dijeran "no quiero esperar más para verte..."

Los minutos pasaron despacio; el cansancio del día poco a poco se apoderó de todo mi cuerpo y mis parpados se hicieron cada vez más pesados. La noche avanzó en su negrura lenta, como si reptara en el cielo y afuera el ruido campal de los gatos sólo se interrumpía de cuando en vez por el motor de algún auto.

El sueño llega de incógnito, avanza lento como las raices penetrantes de los árboles, y si por alguna razón llegas a estar conciente en el momento exacto segundos antes de caer en sus abismos solo te da tiempo de elaborar un "mierda... ya estoy dormido" justo antes de caer en su vórtex. Tuve tres o cuatro sueños, y aunque ahora me cueste recordarlo estoy seguro que fueron varios, y lo sé no por las imágenes que se fueron formando en mi mente, sino por los vacíos que parecían interminables y se intercalaban a ellos. O quizá fue uno de esos sueños en que se sueña soñar y lo interminable de la noche se debió al cansancio tan sentido en los músculos de mi espalda.

Debe haber sido en el segundo o tercer vacía cuando volví a hacer conciencia de mi ser, aún dormido, todos los pedazos de mi existencia se reunieron en la idea del yo y me veía mi mismo sumido en una oscuridad absoluta, quise hablar, saber que aún tenía voz, pero ningún sonido nació de mi garganta o fue tal vez que en ese momento me encontraba en algún lejano punto del universo donde no hay aire por donde el sonido pueda viajar. No sentía dolor, tampoco placer. Al principio mientras mi yo estaba terminando de reunirse tampoco tuve miedo, pero cuando terminé de darme cuenta de la oscuridad muda que me rodeaba sentí cómo el pánico de la no existencia, o la no manifestación de ella, creció como un cáncer súbito en todas las células que según mi suposición aún me componían. Quise luchar, moverme, escapar de aquel lugar donde el ser no tenía sentido; pero mi cuerpo actuaba de manera extraña, surrealista como cuadro de Dalí; como si en algún momento las neuronas que conectan el cuarpo con la corteza cerebral hubieran sido colocadas al azar y todas en lugares equivocados; ya ni siquiera podía estar seguro de estar vivo.

Sin poder saber cuanto tiempo había pasado, sin saber siquiera si el tiempo pasaba en lo absoluto, hice lo único que podía hacer en ese estado... Seguí pensando, porque si aún podía estructurar un pensamiento, aquello implicaría que aún tenía la posibilidad de seguir siendo yo, de seguir existiendo.

¿Cómo había llegado ahí? ¿Porqué era todo tan confuso? Cómo podía ser yo, si no estaba seguro de un yo que existiera. ¿Porqué tenía tanto miedo de no poder volver?

¡Piensa!- Me dije.- Ten calma y sigue pensando, quizás sea esa la única manera en que te puedas conectar con esta nueva realidad. ¿Acaso es que estoy muerto?- Una especie de escalofrío recorrió lo que aún podía llamar cuerpo - No, no puede ser... los muertos no piensan y es lo que estoy haciendo... ¿No?

Lejano comenzó el recuerdo - Yo esaba sentado en mi cuarto... Acababa de fumar medio cigarro cuando el frio me llevó a entrar otra vez en la casa, vacié los bolsillos en la mesa y me senté enfrente, suspiré, y me apoyé en el respaldar del sillón; lo sé porque me dolía la espalda. También sé que era noche, muy tarde y a pesar de la brisa helada no pensé en meterme a la cama, no, me senté en el sillón sin dudarlo. Como si no quisiera dormir, me senté allí a esperar, pero... ¿Qué estaba esperando? Logré evocar el recuerdo de la mesa donde descanza la computadora, ahí había vaciado los bolsillos; estaba la pantalla, los parlantes, algunos discos regados junto a un libro; estaba la lámpara, el teclado y el mouse, incluso creo que había dejado en la mañana un corta uñas sobre una libreta... pero algo faltaba, la imagen me parecía incompleta, había un espacio vacío en ese recuerdo...

-¡El teléfono!-

Me desperté de un salto en el preciso instante en que supe lo que faltaba en mi recuerdo; ya era de día y el teléfono no estaba sobre la mesa donde yo lo había dejado; de un vistazo rápido logré encontrarlo en el suelo. Supongo que a la primera timbrada cayó sin que yo lo notara en mis sueños, y al hacerlo la batería había volado lejos del resto... Quería tanto hablar contigo...

Perfil

Ya no sé siquiera como definirme, si me contratara para hacerlo, comenzaría así:

Debo ser soñador porque siempre tengo sueño
y despistao porque casi nunca distingo dónde están mis pies
un maniático porque no olvido
y aburrido porque puedo querer hasta los suelos por donde va esa sombra sin rostro ni nombre

un desesperado, porque quiero tanto que me quieran, y no sé esperarlo
Estúpido, por no saber cuando decirme basta. Horrible, por querer siempre más.
Terrible, por no creer en la bondad.

Enamorado eterno de vivir, empedernido vividor de los detalles, porque de ellos se forman los recuerdos. Musicófilo, cinéfilo, lector poco constante de libros a medias y tantas páginas por leer.
Imperfecto, incompleto; porque todo ying necesita un yang y yo yang no lo tengo; iluso porque no sé distinguir las ilusiones de la realidad, porque además no se me da la gana hacerlo. Prefiero confiar, querer confiar, a pesar de todas las probabilidades de ser timado, una y otra vez.

Motoso, mocoso, y sucio los domingos cuando no me baño si no hay quien se quiera bañar conmigo. Ateo, fariseo, vendedor de almas y traficante de malos ratos... Misterioso, por no saber qué decir y preferir estar callao. Monótono, monocromático, copión, burlón y chismoso (mejor que reir de mi mismo es reir de la desgracia de otros, por más que prediquen que aquel que aprende a reirse de uno mismo es feliz, yo no le creo) Mal humorado, porque no respondiste mi sonrisa; lunático, porque aún me encanta la luna. Histérico, menopáusico si puediera.

Tonto, por no perder la esperanza... hasta hoy, de ti. Maldito, porque no tengo santo ni seña, y peor aún, ni iglesia ni fé. Irremediablemente irreversible, terco como mula, mula como yo. Maquiavelo frustrado, cantante sin voz, saxofonista sin saxofón (o mejor, saxofón sin saxofonista es lo que tengo yo). Mar sin cielo, cielo sin estrellas, estrella sin espectador ni astrónoma que me mire; sufrido, como telenovela, callado, calculador (siempre equivocado) y latoso.

Poco sincero, conmigo, contigo, con los dos; dos de tres y ya me quito, timador, amador si me dejaras (incluso toda la noche y la mañana también). Apostador, ludópata, friki cuando conviene, salamero cuando me sonries y un encanto si me llamas.

Es sólo un borrador, estoy seguro que aún me faltaría tanto... TANGO!

S

Un casi imperceptible roce con una mano cálida
por encima: un caramelo
Vuelve a latir por un segundo mi corazón
como recordando que aún puede hacer fluir sangre.
por un instante, sale de la sombra a tomar aire...
luego, regresa.

Del viaje/ Corto II

El reloj de pared está suspendido en las seis y veinte, dios sabe de qué día; y la soledad que tanto tiempo me ha acompañado es la única tendida a mi lado en una cama demasiado grande como para disfrutarla sin compañía; aunque de cualquier manera jamás le pediría a alguien que me acompañe a un cuarto de hotel tan barato como lo es este.


Estoy viajando, improvisando en la carretera como mejor se pueda y uno no puede pedir mucho cuando busca un lugar simplemente para pasar la noche, para dejar en un colchón lo pesado que es estar todo el día sentado en un automóvil. Hoy descubrí los vientos paracas, vi como levantaban la arena en pequeñas nubes que se estiraban a lo largo del camino, dibujando serpientes delgadas sobre el asfalto; pensaba para mi mismo que quizá con vientos como éstos se podría ir volando lejos esta sensación a vacío que llevo desde hace meses, pero no, el vacío no escapa y tampoco se llena a pesar de cuanto humo de tabaco entre a tus pulmones.


Hoy aprendí que los vientos de este desierto a veces llegan con tal fuerza que logran empujar la brisa del mar varios metros hacia dentro; quizá si no lo hubiera mencionado mi padre, jamás hubiera podido imaginar una playa donde la brisa corre al revés y quizá si estuviera en esa playa, en ese momento, no notaría la corriente aeólica anormal… Quizá cuando uno vive, hay cosas que son imposibles de notar hasta que otro lo menciona.

Del viaje / corto I

Cuando ella se fue, sólo quedó en mi vida la serpentina de humo que bailaba sobre mis cigarrillos; las ganas de hacer un viaje intentando, en vano, dejar atrás todo lo que era y sentía para poder tener una idea más precisa de cómo lograr vivir el día siguiente; mi reflejo desconocido en un espejo que puedo observar horas sin encontrarme y el alma como un solo de saxo en tono de Blues. Hace frío en este pueblo, aunque el cielo es extraordinario ya que con tan poca luz eléctrica miles de estrellas salen a jugar en una bóveda que no se esconde por el reflejo de la ciudad; sólo puedo imaginar la sensación de compartir una noche tan oscura con otro cuerpo caliente con el cual poder apaciguar la helada que se convertirá en escarcha sobre la ventana de este hospedaje.
hice un viaje hace un mes o poco más, había escrito muchas cosas que he encontrado ahora, y también hay otras tantas que van por caminos más ficticios... quizá empiece a subir algunos pasajes de historias que ya tenía escritas

La soledad de mis libros

Hace algún tiempo son los libros la única compáñía en los cafés, en el pequeño espacio entre sentarse en las butacas y el comienzo de la película; reemplazando conversaciones en los buses y contando las horas que pasan.

Sin importar cuanto lea, aún hay una lista enorme de espera, y libros amontonados en las repisas esperando su turno. Buenas recomendaciones, y portadas extrañas adornan mi cuarto a modo de fotografías de aquellos que extraño.

Hace un tiempo, he encontrado donde encontrarme, donde perderme y jugar a ser invisible; quizá porque en el fondo, aún no sé exactamente cómo existir así incompleto como me siento, me siento solo en las bancas a leer; y la soledad de mis libros me acompaña siempre en la mochila.

No digas noche

Podrían haber dicho esto de mí
y se escapa una risa irónica, nerviosa, cómplice...

"(...) es como si por equivocación fuese a parar a una habitación ajena, y del susto no encontrase la ventana, que está abierta como siempre. Ella se debate entre las paredes, extendiendo las alas, choca contra una lámpara, contra el techo, se hace daño con los muebles, se golpea. No intentes orientarla hacia la salida. No podrás ayudarla. Cualquier movimiento aumentará su temor. En lugar de hacia la libertad del exterior, si no eres cuidadoso, corres el peligro de hacerla huir hacia las habitaciones del fondo, donde volverá a golpearse las alas conta los cristales. La única manera de ayudarla es no intentar ayudarla. Empequeñecer. Quedarse inerte. Confundirse con la pared. No moverse. ¿Estaba realmente abierta la ventana? ¿Realmente quiero que se vaya? ¿O la estoy acosando, inmóvil, clavándole en la oscuridad unos ojos petrificados, para que caiga de una vez, agotada?
Entonces podré inclinarme sobre ella y cuidarla como hice al principio. Desde el principio".

La magia de los libros.
Y en hebreo or significa "luz" y lev, "corazón".

Palacio Fronteira - Salvador García Ramírez

Superpones la calma,una calma geométrica.
Desnivelas remansos de terraza en estanque, de boj en escalera.
Acordonas las formas de los dioses y das principio al libro en los estantes,
al estuco y los mármoles, a las victorias.
Agrietas la madera de un pasillo.
La penumbra conduces por azules y blancos y, en silencio, filtras las diez en la capilla,
las cinco en las alfombras.
En el hueco de un banco predispones un pájaro con cara de marqués,
un macaco que toca la trompeta,un gato, otro gato.
Ordenas las coronas en sus nichos, las musas clasificas, los ángeles, las diosas...
a cada cual le das su balaustrada.
Subrayas de azulete los refugios, cubres de parra el cenador.
Las janelas orientas a los árboles, a las huertas que zumban,
al cuerno del que caza, a la saudade.
Amalgamas retiro y elegancia, destino y aureola,
intimidad, batalla, portugués, ruta y colonia.
Asumes la quietud de cada flanco y aún resulta difícil no sangrar por su azulejo.

Otro que me gustó, la página "poemas del alma" envía uno al mail cada día, los que me gustan los cuelgo aquí para compartirlos...

Cosas no dichas

Te he buscado cientos de veces
sin decirtelo te he buscado
anhelando encontrarte en lugares imposibles
buscando sueño tras sueño
como fiel sabueso intentando hallar
la estela de tu perfume.

Incluso de las formas más contradictorias te he buscado
en mi soledad, en mi olvido, en mis más profundas sombras
en el saber que no tengo ya más que perder, porque hace tanto que te he perdido
porque fáciles son las apuestas cuando no se tiene nada
quizá sólo la cordura

He intentado hasta el punto de sufrir las consecuencias
de continuar con una vida en la cual las cosas no tienen mucho sentido
y debe ser don innato encontrar el camino hasta en los remolinos
por eso sigo, sigo mi inercial existencia
he logrado volver a sonreir por las cosas más pequeñas del universo
ignorando a priori que no estoy completo.

Soy demasiado conciente
y por eso sé, que aunque la esperanza sea una contraparte inevitable
de la condena; que no vendrás a por mi... al menos lo sospecho
si fueras a hacerlo no tendría que escribir cosas que puedo contarte al oido...
Aunque pensándolo bien, mejor no escribirlas tampoco.
Soy demasiado corriente.

Jaime Sabines - No es nada de tu cuerpo

No es nada de tu cuerpo ni tu piel,
ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte,
final de nuestro entierro.

No es tu boca -tu boca que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.

Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.

No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído,
ni tus voces, ni las ojeras que te deja el sueño.

Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia que sostiene tu beso.

No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo, ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Y bue... me gustó el poema.

Sobre burbujas

Baila la niña de la falda roja
sobre burbujas que parecen flotar
Baila haciendo que sus piernas dibujen sueños al girar

Baila la niña de la falda roja
en copos de algodón
con una sonrisa alegre
al compás del bandoneón.

Sólo verte alegra a mis zapatos
aligera mis pies
no se han de poder contar los buenos ratos
que construyen tus pasos de revés.

Baila la niña de falda roja
sobre burbujas y parece flotar.

5 am

Las horas pasan inconcientes, desconsideradas; el tiempo se acerca así sin avisar. Las madrugadas ya no son tan frías como meses atrás, y poco a poco aprendo a sobrevivirlas con más calma.

A esta altura voy empezando a sospechar que la vida me debe mucho sueño, y que quizá en algún momento mi cuerpo empezará a cobrarme todos los excesos que le propongo a diario. Quizá debería preocuparme un poco más de no ser tan descuidado, quizá ya lo estoy haciendo.

De cualquier manera, en unas horas tengo un examen, un más de los tantos que ya he dado y de los tantos que quedan por dar; a esta altura ya sólo son eso, algo más que hacer porque se debe, no porque me guste rendirlos. Siempre me queda la sensación que sé más de lo que logro en las calificaciones, aunque si supiera lo suficiente, tal vez no me estaría quejando de tenerlos.

Definitivamente, esta vida me resulta extraña, a veces incomprensible; pero también resulta que toda mi vida me han enseñado a ser un superviviente, a no rendirme, a seguir adelante cueste lo que cueste, o cueste quien me cueste... y eso lo sé hacer bien, apretar los dientes, tragar saliva y encender un cigarrillo mientras le doy la espalda a todo aquello que no quiere avanzar conmigo.

Hoy soñé con un profesor del colegio... ya está muerto, pero igual logró colarse en mis sueños con toda su personalidad; probablemente, no logro dejar absolutamente todo en el pasado, no inconcientemente al menos... pero ahí donde me traiciona el inconciente, la razón siempre lleva la delantera.

El silencio de la tarde

En mi casa las tardes siempre son calladas, excepto en verano que los niños salen a esta hora a jugar y arman de la pista un patio de juegos.

Cuando hay silencio, inevitablemente te extraño; sin querer, o queríendolo. Aunque existan miles de razones para seguir sin más, también existen una cuantas para recordar como eran mis tardes hace un año o poco más.

El camino hacia el olvido es largo y lento, desaparecer cuesta más que sólo proponerselo; y perderse en esta estación es más sencillo de lo que se podría imaginar. A esta altura sólo he hecho lo único que me quedaba, para poder dormir, seguir con mi vida, ocuparme a más no poder y me va bien así, como tú solías enseñarme que se debe hacer.

No tengo fuerza para salir a buscarte en invierno; pero quizá, tú puedas llamar a mi puerta algun día para recordar, y quién sabe... Tal vez, ya no sea tan difícil vernos a los ojos otra vez.

Desollando recuerdos

Tras colgar el celular hice una pausa para ordenar todas las frases dichas y escuchadas, mientras me tiraba a la cama abrasando la almohada tan fuerte que las puntas de las plumas encontraban salida de la funda, e hincaban mis brazos, detalle al que no preste atención gracias a las palabras que dijo en ese momento que crearon un armazón del mundo de lo onírico protegiendo en su totalidad todo lo externo, pero dejando totalmente expuesto eso que tengo en el pecho.

-Olvida lo que paso ayer.
- ¿ha? Esta bien no te preocupes. Supongo que es lo mejor.

Dicho de su boca, me pareció que fue una decisión muy fácil que solo me toco aceptar de buena manera. Justo en el instante en que decido dejarlo todo y volver a soñar y enredarme en esa danza que es “amor” solo me quedo refugiarme en la música y torturarme de la forma más “planetaria” posible.

Después de escuchar 4 canciones “planetarias”, lancé la almohada por los aires, mandando a la mierda “la química” ingrediente que no todos somos capaces de compartir o que quizás se coló en mi vida de manera equivocada, una burda jugarreta del destino que la trajo a mis orillas, una botella que fue recibida por el remitente equivocado.



Cortitas de Benedetti

Después de todo,
los amores olvidados
son pesadillas dulces

(aún sigo creyendo que leerte a Benedetti al oido ubiera sido genial!)

Caballerias y damiseladas

Si yo hubiera tenido el coraje de no dejar que la vida pase así sin más, si hubiera hecho frente incluso a tus propios miedos; los días no serían tan grices como hoy. Porqué qué clase de caballero se deja matar a la primera estocada profunda.

Si tu hubieras llegado a pedir por mi otra vez, qué diferente serían las tardes; qué clase de dama se reusa a dejar caer sus dorados cabellos por el balcón, por miedo a que uno pueda lograr trepar a la torre más alta.

Qué clase de historia escribimos, refugiándonos en egoistas presunciones; qué clase de era dejamos detrás de nosotros, y un amor cobarde que no escaló torres ni mató dragones.


Cosmos

Ha pasado bastante tiempo desde que escribo; debe ser porque he decidido llevar mi vida a mi propio ritmo, todo ahora es más lento y me gusta así, me gusta tomarme el tiempo cada bendita mañana para ir reflexionando porqué vale la pena levantarse una y otra vez, y como dice la canción de Sabina, hay más de cien motivos.

Estuve leyendo Tokyo Blues de H. Murakami, y hoy he empezado un libro de cuentos de Benedetti. Creo que estoy empezando a preferir vivir la realidad a través de las novelas y los ojos de otros, al menos por ahora, porque mi realidad no me place en lo absoluto... al menos así me siento menos triste y los personajes empiezan a tener sentido.


Definitivamente me gusta como escribe, en general porque describe con bastante gracia los eventos, los lugares, los aromas y hechos al parecer sin importancia, como ir a tomar una cerveza al algún lado; que aunque no es relevante para la historia en sí, hace más real al personaje... en fin, si alguna vez tienen oportunidad de leerlo, yo lo recomendaría.

Por ahora, viviré en los libros; hacen que mi mente (y se podría decir que hasta cierto punto mi alma) descance metida entre líneas de tinta... Claro, no negaré que me gustaría alguien con quien compartir esto... pero al diablo con todo!

No mas efectos

Quiero ser inmune
a tu sonrisa
a tus vagos saludos... a lo lejos.
a las pocas probabilidades
a tu voz
a tus ojos cafes
ser inmune... ser inmune...
No quiero efectos secundarios, ni contraindicaciones, ni malestares generales.
Pero los sintomas se sienten desde aqui.
Una sonrisa inocente
la sangre fria y desubicada recorriendo mi cuerpo
sentir que estoy envasada al vacio
y llena de alas.
quiero ser inmune y estas invadiendo mi cuerpo
sin anestecia local y directo al motor bombardero de sangre fria.
Tus ojos cafes.

Entre copas

Ni siquiera sé porqué el nombre del post...

Todo parecía andar bien, y qué se yo... en realidad lo está; a veces me gustaría no tener que ser tan consecuente con lo que digo, pero en fin, no puedo cambiarlo y tampoco es que muera por hacerlo... quizá, sea que en ninguna decisión que tomemos no habrá dubitación de algún tipo.

El clima estaba templado, y el regreso a casa de la universidad fue batante tranquilo, pude dormitar como de costumbre en el autobús y me di cuenta que extrañaba las siestas incompletas de media tarde. Estoy en Lima hace varios días, y no he podido escribir nada últimamente porque otra vez mi computadora anda mal... es algo así como un Karma electrónico lo que tengo, me esperó a que regrese del viaje para malograrse y el sábado tuve que ir corriendo a ver qué le pasaba, peor que una niña engreída.

Ahora que tengo un poco más de tiempo para pensar en los resultados del viaje, pues la verdad es que me siento más tranquilo, un poquito más yo, un poco más alejado del mundo en aquel lugar de espectador en el que casi siempre me he encontrado; las personas como yo no estamos hechos para ser parte del cuadro, quizá para pintarlo o retocarlo, pero no para pertenecer ahí.

Con el pasar de los días mi añoranza por la soledad va creciendo otra vez, y otra vez se siente toda esa "solitud" familiar; supongo que así soy y que esa parte de mi no cambiara por más que pase el tiempo, y aunque pueda sonar a queja, disfruto estando así, incrustado en una sombra al final del salon de clases desde donde puedo escuchar todo pretendiendo que se está dictando sólo para mi.

hoy la he visto con la esquina del ojo, sabía que estaba ahí y una parte de mi moría por pararse a saludarla, a preguntarle como estaba; lo cual me hace sospechar que la coraza aún no está completa... Un par de semanas más en cualquier otra parte fuera de este mundo habrían logrado que esté más preparado, porque al final lo único que hice fue no pensar en nada durante el viaje y sólo el último día logré retomar la idea y prepararme para lo que supuestamente se venía.

Debo reconocer también que no ha sido tan complicado como en algún momento lo creí, y que mi pronóstico es bueno al final de este día. Uno nunca sabe que va a suceder en el futuro, pero esta vez, las sombras parecen estar del lado correcto de la habitación, mi lado.

Ya de regreso

Han pasado varios días desde que no me sentaba en este lugar, no ha cambiado en nada, pero ahora todo parece ser diferente. Me alegra haber emprendido el viaje que terminó hoy, que terminó aquí; porque las cosas se ven más claras ahora y después de tener una plegaria para recitar todas las noches, he encontrado tranquilidad en mis sueños otra vez.

He tenido un viaje bueno, una experiencia agradable.

Y volveré aquí a seguir escribiendo...

December

Mi lugar favorito de la casa es la azotea; ahí llegan los árboles del primer piso, y los pájaros vienen a tomar agua del lavadero. Hoy escuchaba un disco que se llama december, en realidad era un cassette, de esos medios viejos pero bien cuidados; no había notado que llevaban el mar dentro, o una tormenta, de canción a canción se escucha la estática que simula toda clase de naturaleza; yo estaba ahí, en la azotea, la música salía por la puerta del cuarto y junto a ella el viento hacía que las hojas de los árboles se movieran, también se movía el adorno metálico que cuelga frente a la puerta y entre todos tocaban una melodía extraña y cautivadora.

Mi padre salió y me dijo, entre tantas hojas parece que estuviéramos en la selva; y cuando le hice notar la armoniosa combinación que se hacía entre el equipo de música, el colgador y el viento me dijo divertido: "como si el viento escuchara!"

Creo que hasta cierto punto he venido hasta Huancayo para estar en esta azotea, aquí se me hace más fácil renovar el espíritu y descanzar la cabeza de tantas cosas que en los últimos meses me han estado dando vueltas; creo que aquí he fumado los cigarros más largos y he tenido el honor de la compañía de los picaflores, desde aquí he subido al tejado en las noches despejadas de todo el año para ver las estrellas y me he hecho también un alma solitaria de tanta compañía no humana.

Al principio pensé que estaba volviendo a ser yo, que volvía a mis principios, pero ahora sé que eso no podrá ser jamás; soy diferente ahora y no puedo volver a ver la vida con los mismos ojos que antes, y eso es lo que esta ciudad me ha estado repitiendo desde que llegué... no puedo volver al pasado buscándome, porque me encuentro hoy aquí, y mis viajes por los recuerdos más añejos son sólo eso, recuerdos y nada más... Sin importar qué suceda, no puedo correr a esconderme en aquella persona que una vez fui y a la que le costaba mucho comprender, quizá por no haberlas vivido, muchas emociones.

Ahora he vivido más, y no me acerco a ser lo que me gustaría ser, pero aún tengo un camino por delante, por más que me duela dejar cosas y personas detrás por lo menos me quedan los recuerdos aunque no sea un recuerdo lo que quiero en mi vida, sino un ahora y no un ayer.

La damisela y los cinco lobos

Corrían las diez de la noche en la cantina de "la tía Mary"; por alguna extraña razón éste viaje ha significado un paseo por el pasado más allá de lo que hubiera podido imaginar cuando lo empecé; hacía tanto tiempo que no pasaba por ese lugar, que ya había olvidado prácticamente lo que era sentarme ahí a compartir unas cuantas cervezas.

Algo de seguro ha cambiado en nosotros, no somos más niños buscando aprender a vivir, somos ahora más como una manada de lobos que se ha reunido después de tanto, cada quien con sus propias batallas perdidas y ganadas; somos amigos de la infancia que no son más niños esperando vivir y se nota en los rostros, en las cosas que hablamos. Es distinto todo, lo sé; y tal vez sean sólo ideas mias, pero siento que soy quien más ha cambiado, y es por eso que me siento tan contento de tener aún mi lugar alrededor de la fogata (o en este caso una mesa de madera con dos cervezas encima) para seguir compartiendo las presas del día.

Ayer, sentada con nosotros, estaba la damisela; oyendo las historias en las cuales nos burlamos de nosotros mismos; y al verla reir supe que aún podemos llenar los vacíos que nos faltan, lo que no somos, cuando estamos juntos. Y por lo menos hacer reír a una niña a costa de cuentos de caperucita, y que podemos escondernos tras pieles de cordero para que no salga huyendo por nuestros colmillos.

Le agradezco a la dama, sus risas, su interés y paciencia para oir las historias que se han vuelto viejas; la sensación de comodidad sentada ella sola en una mesa llena de lobos, porque cuando tenemos invitadas, la manada vela por ellas y si sonríen lo suficiente, quizá lleven un licántropo a casa.

Debajo de la escalera

Hoy estuve dando vueltas por la chimenea de la casa, está construida de piedra y concreto y por delante de ésta descanza la escalera de madera; estaba dando vueltas sin pensar cuando de pronto miré debajo de uno de los peldaños, fue una sorpresa encontrar stickers que había puesto yo mismo hacía más de 15 años... Recordé entonces que cuando niño, solía sentarme ahí, debajo de la escalera, ya que entre peldaño y peldaño no hay más que una madera de apenas una o dos pulgadas de grosor, por lo que yo podía ver a través de este espacio; recuerdo imaginar que era mi tanque de guerra y utilizaba los stickers ahí pegados como controles de mando para poder disparar a mis blancos enemigos... Ahora no quepo ahí debajo, y los stickers estaban por despegarse, ha sido genial encontrar rastros de mi mismo en una casa de la cual no terminará nunca de salir un pedazo de mi mismo.

Quizá eso sea cierto, siempre queda de mi algo en esta casa, un pedazo de mi alma camina por éstos pazadisos grandes; y de noche, es probable que aún me tire en el techo a observar las estrellas. Hay tantísimos recuerdos aquí, tantas historias que terminan por encontrarse en lo que soy ahora, y por eso, quizá, no sea sabio de mi parte dejar que la tristeza me gane la partida a veces... Yo fui un niño feliz, tuve una infancia llena de juegos y juguetes que estoy seguro nadie más de mi edad tuvo (como una sierra circular con la cual cortar madera para hacerme mis espadas y escudos para la batalla) Fui un niño que no se preocupó por más que por jugar, y por soñar las historias más increibles encerrado en un cuarto lleno de legos y mis materiales de "experimentos químicos"... Nunca conocí el frio más que por ir al observatorio y jugar con un telescopio enorme, y el único hambre que sentí fue el de conocer el mundo, no sólo a través de mi ventana. Y eso es algo que quiero compartir, quiero compartir mi alegría de vivir con otra persona y quizá en algún momento con algunas personitas... No quiero un amor civilizado, como dice el gran maestro Sabina, yo quiero más que eso, quiero contagiar a cuantos pueda de esta felicidad que al estar aquí me recuerda que siempre estará escondida en mi alma, por más sombras que yo le heche encima.

No lo sé, quizá desde fuera no parezca gran cosa, no tengo nada más que ofrecer y jamás le ofrecí más a nadie; quizá porque no se ve o se siente sea algo parecido a una ilusión, pero para mi es tan real que se puede tocar, es tan cierto como la ley de la gravedad. Y sólo eso tengo para ofrecer... Quizá no sea suficiente, o si lo es, no es visible para la mayor parte de personas.

Cera

Mi casa huele a cera,
soy feliz cuando los pisos de madera huelen así
me lleva a mi niñez, una y otra vez

Es como encontrar el rastro de tu perfume
sin querer lo busco cuando alguna fragancia se le parece en el aire de calle

Mi casa aquí me pasea por el tiempo
las ventanas son grandes y desde ahí se mira el cielo
los cerros en el fondo siempre inventando nuevos colores

El aroma a una casa limpia me lleva hoy para todas partes
Soy feliz cuando huele a cera.

Fantasma

Como un fantasma, encuentro un rostro familiar en las fotos de hace algunos años; para mi no es tan difícil, pues nunca en ralidad fuimos muy cercanos, pero sí está esta persona en mis recuerdos y ahora que no camina más con nosotros, me resulta tan extraño encontrarla en imágenes congeladas, como si fuera un fantasma.

Quizá yo también sea un fantasma en las fotografías de otros, quizá eso sea lo que acostumbro ser... un rostro con nombre, que nunca fue conocido realmente. No lo sé, imagino que sólo a muy pocas personas les dejo acercarse lo suficiente como para empezar a conocerme; y muchas veces esto no termina bien, así que suelo no hacerlo frecuentemente. Además, aquellos que están más cerca son los que pueden lastimarnos con mayor facilidad... Quizá sea por eso que quiero convertirme en un extraño, quizá no sea una fortaleza el no sentir vínculos con muchas personas, sino una debilidad temer el permitirles que se acerquen demasiado como para hacer me daño.

Alguna vez hablé de aquello que un amigo me contaba, la teoría del erizo; en la cual dos erizos al acercarse más uno al otro, no logran más que lastimarse con sus espinas... Aunque en la vida real esto no suceda, ya estoy cansado de ser un alfiletero; porque al final no es que no intente, es que tengo la frustración de haber querido con demasiado corazón el acercarme a alguien, sólo para darme cuenta que no puedo penetrar sus espinas.

Por eso, prefiero, ser un fantasma en una foto... Con nombre, con risa, con sonrisa; pero fantasma al fin y al cabo.

Manhatan

Después de mucho tiempo, me atreví a probar la cereza del manhatan...
ni siquiera sé que diablos significa eso.

Las tijeras volaban diestras sobre mi cabeza, y el cabello cortado caía como una extraña nevada; ella me cortaba el pelo cuando aún iba al colegio, pensé mientras la observaba detenidamente, la vida golpea a veces demasiado fuerte, lo supe cuando ví lo que éstos años le han hecho.

No entiendo bien, o no termino de entender, porqué las jugadas de nuestro cerebro (o el corazón, como quieran llamarlo) a veces pueden llegar a lastimarnos tanto, que se note en las arrugas que se forman en la piel. Imagino que la ansiedad de no estar bien termina por influir incluso en nuestro cuerpo, y es al final, como si estuvieramos enfermos.

Me encantaría que las cosas fueran diferentes, que yo pueda manejar mejor lo que siento, que no se hayan tenido que jugar todas las cartas teniendo al final un "la casa gana" Imagino que no tuve alternativa, o si la había fui demasiado tonto para verla... o demasiado herido ya; regreso por caminos tan conocidos y me siento un extraño al caminarlos... extraño sin extrañar, extraño sin esa alegría que ésto a veces supone, saber que extrañas porque necesitas, porque quieres; pero ahora, no termina de ser claro si es que simplemente extraño por no ser lo suficientemente fuerte como para olvidar.

Hoy mi peregrinaje al pasado continuó con un corte de pelo, estoy diferente ahora, y muchas cosas de mí cayeron también con el corte. Sé que no estoy listo para muchas cosas, pero continúo caminando, es lo único que sé hacer bien... aunque no siempre sea lo que bien me hace.

Quice alejarme de todas aquellas cosas que pudieran recordarme lo que intento dejar atrás; ahora sé que todo eso es parte de mi... Incluso extrañar lo que no puedo tener más.

Ayer

Hoy el cielo estuvo extraño, las nubes fueron incompletas y al atardecer se hizo una gamma de grices superpuestos al rojo del ocaso que pintaban un cuadro diferente en lo alto. Fue un día para evitar dos funerales de personas que no conocí, y no sé si realmente puedo creer en esto de acompañar en el dolor ajeno.

Soy una persona extraña, lo sé; nadie jamás tuvo que decirmelo para saberlo; y hoy caminando otra vez por calles que no pisaba hace demasiados años, los recuerdos me hablan de eso; del chico que solía ser cuando vivía aquí, de lo diferente que soy ahora...


Supongo que así será en algunos años, veré hacia atrás, regresaré por mis pasos sólo para asegurarme que soy diferente; porque no extraño ser la misma persona que fui en aquel entonces, claro que la vida me había golpeado menos, pero nunca viviré tranquilo en otro tiempo que no sea hoy... por más que duelan algunas cosas, por más que extrañe, que me cueste dormir mientras deseo no soñar escenas que otra vez me acerquen a todo aquello por lo cual vine aquí alejándome; incluso cuando yo nunca quice, y le rogué al cielo gris de Lima que no tuviera que hacerlo... Pero la vida es así, y sólo tengo una reacción, una desición frente a la situación que no se me permitió escoger... Recuerdo entonces a Savater en su libro Etica para Amador, libertad es escoger que hacer frente a estas situaciones; porque si pudieramos escoger que situaciones vivir, seríamos entonces, no libres, sino omnipotentes.

Yo no escogí estar así, imagino que sólo puedo seguir haciendo lo que sé mejor hacer... Regresar a mis sombras, a mi pueblo, por mis pasos para recordar otra vez que nunca le temí al no estar feliz.

Ayer, es un hoy que duele menos.