Come away with me.

Necesito escribir, qué se yo porqué.

Estoy en Iquitos, una ciudad al noreste de la capital; quizá la ciudad más alejada de ésta. Todo este departamento es selva, jungla caliente que asemeja un sauna todo el día, que llueve de improviso y a cántaros, que se lleva toda tu energía en una caminata de diez minutos al sol de medio día, y en la que el sueño es rico y seductor casi a toda hora.

Estoy en una cabina pública de internet, hace más calor aquí dentro que afuera donde por lo menos hay brisa de cuando en cuando, estoy matando el tiempo esperando a que sea la hora de regresar a Lima, la Lima gris que no tiene jungla ni sol a lo sauna. Quiero volver.

No es que la haya pasado mal aquí, todo lo contrario, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto, que no reía todo el día, que no sudaba con ganas y sin que me importe; aún así, estoy incompleto, estoy triste ahora, porque al final de este viaje todo está como siempre ha estado, y voy a la deriva intentando algo que me parece cada vez más a lo imposible. Constantemente me repito, como si lo hiciera para creerme yo mismo, que en la vida no importa realmente conseguir las cosas, importa más el camino, importa que lo intentes, que dejes tu alma en cada paso, en cada sonrisa, en cada gota de sudor. Pero aún así, llegan tiempos en los que uno se pregunta, porqué sigo aquí? Podría moverme, como hoy, salir del hotel donde debería estar esperando a que pase el tiempo con el resto de mis compañeros de la universidad, irme lejos buscando un poco de silencio, irme lejos.

Aquí hay ruido todo el día, esta ciudad está infestada de motos y moto-taxis, los autos se ven sólo de cuando en cuando, todo el resto son cucarachas de motor ruidoso, pero a pesar del ruido de la calle, del calor de esta cabina, me siento en silencio porque puedo escuchar otra vez con fuerza mis propios pensamientos.

Sé que soy complicado, que soy difícil e inumerables veces un pobre estúpido que no sabe nada de nada, y mucho menos de la vida. También sé que es lo que quiero, aunque no lo tenga. Y si sólo sé estas dos cosas, si sólo sé esforzarme y sonreir a pesar de estar angustiado por una canción, esperando una canción para bailar. Si la cantidad de esfuerzo que se le pone al vivir, se viera en las personas, sé que podría brillar, dar luz con sólo sonreir... si se pudiera ver cuanto quiero, cuando deseo, con cuanta fuerza necesito y estoy dispuesto a no defraudar, quizá sería más fácil que notaran mi sonrisa en un mar de gente... Pero no, las cosas a las que deberíamos prestarles más atención, son generalmente las cosas más difíciles de ver. Y héme aquí, con la canción de Norah Jones, Come away with me... y sin oportunidad de haberla cantado al oido.

3 comentarios:

elena clásica dijo...

Pero bueno, Sebastián, he pensado en ti muchas veces, hace mucho que no hablábamos.
Y así seguimos los dos como dos pasmarotes, para que veas que no estás solo en esta dulce contienda de la vida, del sufrir cotidiano, el interior, que corroe sin saber por qué.
A pesar de todo, y de lo que espanta ese pensamiento de que en el camino está la vida, yo también pienso en el dolor, el que te deja ir del grito al susurro, como expresa Brahms, aunque siempre haya alguien, qué desgracia la persona indicada, la que no lo escuche.
Menos mal que otras personas si te escuchamos, y te echamos de menos cuando estás ausente durante un tiempo. Qué sería de mí sin leer tus reflexiones y tus dolores..
Ay, amigo no sé contestarte, sólo sé que para llegar a los delirios del éxtasis, el precio de la caída es muy duro.

Un besazo, Sebastián, médico poeta, te echaba de menos y mucho.

Sebastian dijo...

también te hechaba de menos por aquí

Serena dijo...

amigo .. te extraño.. espero que vuelvas prontitoo .. =)
quiero hablar con vossssss