Fiction one - I

Aquella noche me quedé dormido frente a un celular; quise esperar por la pequeña posibilidad de que sonara en la mitad de la noche y que al otro lado de la línea dijeran "no quiero esperar más para verte..."

Los minutos pasaron despacio; el cansancio del día poco a poco se apoderó de todo mi cuerpo y mis parpados se hicieron cada vez más pesados. La noche avanzó en su negrura lenta, como si reptara en el cielo y afuera el ruido campal de los gatos sólo se interrumpía de cuando en vez por el motor de algún auto.

El sueño llega de incógnito, avanza lento como las raices penetrantes de los árboles, y si por alguna razón llegas a estar conciente en el momento exacto segundos antes de caer en sus abismos solo te da tiempo de elaborar un "mierda... ya estoy dormido" justo antes de caer en su vórtex. Tuve tres o cuatro sueños, y aunque ahora me cueste recordarlo estoy seguro que fueron varios, y lo sé no por las imágenes que se fueron formando en mi mente, sino por los vacíos que parecían interminables y se intercalaban a ellos. O quizá fue uno de esos sueños en que se sueña soñar y lo interminable de la noche se debió al cansancio tan sentido en los músculos de mi espalda.

Debe haber sido en el segundo o tercer vacía cuando volví a hacer conciencia de mi ser, aún dormido, todos los pedazos de mi existencia se reunieron en la idea del yo y me veía mi mismo sumido en una oscuridad absoluta, quise hablar, saber que aún tenía voz, pero ningún sonido nació de mi garganta o fue tal vez que en ese momento me encontraba en algún lejano punto del universo donde no hay aire por donde el sonido pueda viajar. No sentía dolor, tampoco placer. Al principio mientras mi yo estaba terminando de reunirse tampoco tuve miedo, pero cuando terminé de darme cuenta de la oscuridad muda que me rodeaba sentí cómo el pánico de la no existencia, o la no manifestación de ella, creció como un cáncer súbito en todas las células que según mi suposición aún me componían. Quise luchar, moverme, escapar de aquel lugar donde el ser no tenía sentido; pero mi cuerpo actuaba de manera extraña, surrealista como cuadro de Dalí; como si en algún momento las neuronas que conectan el cuarpo con la corteza cerebral hubieran sido colocadas al azar y todas en lugares equivocados; ya ni siquiera podía estar seguro de estar vivo.

Sin poder saber cuanto tiempo había pasado, sin saber siquiera si el tiempo pasaba en lo absoluto, hice lo único que podía hacer en ese estado... Seguí pensando, porque si aún podía estructurar un pensamiento, aquello implicaría que aún tenía la posibilidad de seguir siendo yo, de seguir existiendo.

¿Cómo había llegado ahí? ¿Porqué era todo tan confuso? Cómo podía ser yo, si no estaba seguro de un yo que existiera. ¿Porqué tenía tanto miedo de no poder volver?

¡Piensa!- Me dije.- Ten calma y sigue pensando, quizás sea esa la única manera en que te puedas conectar con esta nueva realidad. ¿Acaso es que estoy muerto?- Una especie de escalofrío recorrió lo que aún podía llamar cuerpo - No, no puede ser... los muertos no piensan y es lo que estoy haciendo... ¿No?

Lejano comenzó el recuerdo - Yo esaba sentado en mi cuarto... Acababa de fumar medio cigarro cuando el frio me llevó a entrar otra vez en la casa, vacié los bolsillos en la mesa y me senté enfrente, suspiré, y me apoyé en el respaldar del sillón; lo sé porque me dolía la espalda. También sé que era noche, muy tarde y a pesar de la brisa helada no pensé en meterme a la cama, no, me senté en el sillón sin dudarlo. Como si no quisiera dormir, me senté allí a esperar, pero... ¿Qué estaba esperando? Logré evocar el recuerdo de la mesa donde descanza la computadora, ahí había vaciado los bolsillos; estaba la pantalla, los parlantes, algunos discos regados junto a un libro; estaba la lámpara, el teclado y el mouse, incluso creo que había dejado en la mañana un corta uñas sobre una libreta... pero algo faltaba, la imagen me parecía incompleta, había un espacio vacío en ese recuerdo...

-¡El teléfono!-

Me desperté de un salto en el preciso instante en que supe lo que faltaba en mi recuerdo; ya era de día y el teléfono no estaba sobre la mesa donde yo lo había dejado; de un vistazo rápido logré encontrarlo en el suelo. Supongo que a la primera timbrada cayó sin que yo lo notara en mis sueños, y al hacerlo la batería había volado lejos del resto... Quería tanto hablar contigo...

1 comentario:

elena clásica dijo...

"Quería tanto hablar contigo", tal pensamiento puede llevar al abismo más profundo a una persona, al cielo más gozoso o al más terrible de los infiernos.
Extraordinario relato.