Algún día de estos

Con cautela, sigilo, despacio para no mover el fondo del espejo de agua que puede convertirse en un instante en nubes de polvo suspendido.
O para formar nubes de leche en la taza de té, dejándome caer hasta lo más profundo, como cuando se flota en la parte más honda de la picina con tranquilidad y frescura.
Lento, como corren los dias en invierno.

Sin ganas de prisa, sin necesidad de apuro. Calma, para acariciar otra vez tu plumaje.
De incógnito para tener sabores nuevos en la piel y el pelo... pero siempre el mismo.

Si algo he aprendido en los últimos meses, es que como en el baile, todo sale mejor cuando te deslizas sobre la música y dejas que el ritmo sea el que cuente, que de compás en compás mi mano llegará a tu mano; que como en el Tango, sólo puedo sugerir, iniciar el movimiento, y luego esperar, a que tu cuerpo convierta lo que pretendo en acto. Y por último, lo imprescindible, algún día de estos me doy el valor de robarte un beso.

1 comentario:

elena clásica dijo...

El movimiento espiritual y profundamente físico al propio tiempo es demasiado bello para admitir cualquier prosaico comentario, sólo se me ocurre recurrir a la ayuda del gran poeta persa:

La tierra es habitable
hasta donde alcanza tu mirada
como el mar silencioso de tus ojos.
Más allá las tinieblas,
los pueblos sin nombre,
las ciudades que sólo brillan
en la imaginación de las piedras.

Y cuando tú te muevas
toda la bóveda celeste
girará conmigo.

Shakir Wa´el (siglo XIII)

Tienes un buen pulso cuando tomas la pluma.