LO TRISTE

Quizás una de los peores defectos que tengo sea el no ver lo que es evidente. Este defecto volvió por segunda vez cuando la palabra amar nació de forma natural nuevamente. La primera vez que amé, pensé que no habría una segunda y cuando llego la segunda me tragué la primera. Ahora pienso que no habrá una tercera; pero quien sabe. No sé que hará el tiempo con estos sentimientos que aún guardo por ella. Es gracioso: ella no está y la sigo amando y solo queda esperar a que ese afecto se disipe.

Es un tanto difícil aceptar que nunca más la volveré a ver y, aunque esto sea relativo, la idea de imaginar cómo serán los días sin escucharla me resultan inquietantes. Es triste decir adiós a una persona que te ofreció lo mejor de sí para crear tan bellas experiencias. Es como si el amor personificado hubiese fallecido dejando solo un rastro de memorias.

Ahora solo queda velar por uno mismo. Hacer el camino que me propuse pues no acepte andar por los que ya fueron transitados: asumir mis pasos, lo real de la situación y aceptar que está historia tuvo el final que suelen tener otras historias similares. Pero esta historia la atesoraré para toda la vida, o al menos hasta que una tercera tenga la paciencia de conocerme.

Lo más triste de amar es decir ADIOS.

La felicidad de tus ojos

el viejo sabio sentado junto al arrollo dijo:

"cuando el discípulo está listo, aparece el maestro"

La felicidad de tus ojos es lo que ves cuando estás preparado para verlo; pero al mismo tiempo la desgracia, el miedo, la soledad están ahí, tan lejos como una simple mirada. Aprender a ver a través de las personas, como cristales, mirar como si depronto te convirtieras en un objeto inanimado de la sala, ver cómo te hacen pedazos sin querer y con lágrimas en los ojos, cómo atraviezan lo que te queda de esperanza mientras lloran al hacerlo, la ironía dulce amarga, las risas al final de una propia y terrible divina comedia y el ascenso por los anillos del infierno.

Soy el espectador de mi propia tristeza, del fracazo del amor, del odio y el miedo.

soy el espectador de la desgracia, pero también de la paz que la soledad lleva en su saco.

soy el espectador de la luz y la sombra, y el claroscuro de todo aquello que me dijiste.

soy el espectador, que dejó de escribir porque dolía dos veces.

Aún...

Y que soy yo sin un tú:

solo una mirada al espacio…

Una búsqueda del cuerpo desterrado.

La imagen en tus memorias,

del imborrable deseo que perdura

aún después del adiós.

Palpitaras todas las noches,

¡Ángel mío!

Aún no tire todo por la borda.

Recordaras mis letras en tus pupilas.

Mi saliva grabada en tus labios

será mi respuesta

hasta el día en que sientas mi perfume

en tu almohada.