Debajo de la escalera

Hoy estuve dando vueltas por la chimenea de la casa, está construida de piedra y concreto y por delante de ésta descanza la escalera de madera; estaba dando vueltas sin pensar cuando de pronto miré debajo de uno de los peldaños, fue una sorpresa encontrar stickers que había puesto yo mismo hacía más de 15 años... Recordé entonces que cuando niño, solía sentarme ahí, debajo de la escalera, ya que entre peldaño y peldaño no hay más que una madera de apenas una o dos pulgadas de grosor, por lo que yo podía ver a través de este espacio; recuerdo imaginar que era mi tanque de guerra y utilizaba los stickers ahí pegados como controles de mando para poder disparar a mis blancos enemigos... Ahora no quepo ahí debajo, y los stickers estaban por despegarse, ha sido genial encontrar rastros de mi mismo en una casa de la cual no terminará nunca de salir un pedazo de mi mismo.

Quizá eso sea cierto, siempre queda de mi algo en esta casa, un pedazo de mi alma camina por éstos pazadisos grandes; y de noche, es probable que aún me tire en el techo a observar las estrellas. Hay tantísimos recuerdos aquí, tantas historias que terminan por encontrarse en lo que soy ahora, y por eso, quizá, no sea sabio de mi parte dejar que la tristeza me gane la partida a veces... Yo fui un niño feliz, tuve una infancia llena de juegos y juguetes que estoy seguro nadie más de mi edad tuvo (como una sierra circular con la cual cortar madera para hacerme mis espadas y escudos para la batalla) Fui un niño que no se preocupó por más que por jugar, y por soñar las historias más increibles encerrado en un cuarto lleno de legos y mis materiales de "experimentos químicos"... Nunca conocí el frio más que por ir al observatorio y jugar con un telescopio enorme, y el único hambre que sentí fue el de conocer el mundo, no sólo a través de mi ventana. Y eso es algo que quiero compartir, quiero compartir mi alegría de vivir con otra persona y quizá en algún momento con algunas personitas... No quiero un amor civilizado, como dice el gran maestro Sabina, yo quiero más que eso, quiero contagiar a cuantos pueda de esta felicidad que al estar aquí me recuerda que siempre estará escondida en mi alma, por más sombras que yo le heche encima.

No lo sé, quizá desde fuera no parezca gran cosa, no tengo nada más que ofrecer y jamás le ofrecí más a nadie; quizá porque no se ve o se siente sea algo parecido a una ilusión, pero para mi es tan real que se puede tocar, es tan cierto como la ley de la gravedad. Y sólo eso tengo para ofrecer... Quizá no sea suficiente, o si lo es, no es visible para la mayor parte de personas.

No hay comentarios: