Luz y sombra (después)


Amanece Lima nublada, el tiempo se simula estático y los elementos urbanos aparentar estar aún dormidos. Las calles fantasmagóticas se entintan en un gris azulado escondiendo, de la vista aún somnolienta, los graffitis viejos garabateados en las paredes del hospital por donde voy pasando. Además, hace frío.


Voy avanzando en el auto, y la ciudad recobra vida cuando me aproximo a sus arterias más principales; una lástima, hoy no amaneció el desierto que espero encontrar al despertar.


¿Alguna vez has sentido una emoción tan fuerte, que logra por un instante, opacar al resto? Es como escuchar en una calle ruidosa, derepente, un neumático que se revienta y en ese segundo preciso, el resto de sonidos desaparecen en contraste con la explosión.


Amanecer contigo era amanecer en una ciudad donde no había nada más allá de tu respiración pausada y la silueta de tu espalda; fue entonces cuando la hierba sonó al crecer y hasta el sol en el cielo se deslizaba con un dulce murmullo. Sólo tú lograste callar los autos, los demonios urbanos que se ocultaban detrás de una ventana abierta. Las luces titilantes y los parlantes que retumban en las discotecas, contigo conocí el tranquilo silencio que producías tú llenando mis sentidos, y respiré de tu pelo el aroma fresco de la mañana, y me perdí en tantos desiertos y páramos misteriosos imaginando tus despertares. Tú fuiste mi desierto de peregrinaje, ciudad vacía que soñé mía para disfrutar. Contigo encontré, mi estación perdida para descansar de mi mismo.


Lo que falta en mi, quizá nunca logre descubrirlo; la gravedad que me absorbe en mundos oscuros y tristes probablemente sea tan parte mia como lo és extrañarte, y no soy tan inconciente de repartirte parte de la responsabilidad de llenar mi vacío. Camino incompleto por el mundo, lo sé, pero ya no dejo que esto me robe sonrisas que se suponen mias; ya no hay lamentos en la oscuridad, ni eco cuando pregunto cómo ser feliz. Intento, además, aprender a esperar sin esperar.


Sólo quiero, si se puede, volver a contagiarme de tu risa, tu sonrisa que llena de luz mi sombra. Y hacer como Benedetti, de estratagema sólo tengo, la esperanza que algún día, sin comprender la razón o sin saber cuando, sin saber del pretexto... que algún día tu me necesites.

2 comentarios:

Edadsol dijo...

puta tio checa este post
facil ya te lo pase antes =P

http://yujuuuuuu.blogspot.com/search?q=estrategia

elena clásica dijo...

Cuánto de tu persona llena las vidas de quienes has conocido, cuán vacía se puede encontrar la persona de la que habla, qué incompleta, quizá no aciertas a creer que la estrategia se ha realizado.
Un texto que me ha sacudido hasta lo más profundo.
Enorme. Besazos.