-A Toshio

Es de los que ya no hay...
lo imagino, con un cigarrillo en la mano,
pensando en amores pasados,
sonriendo muy picaro el,
escribiendo.
creo que lo de el, son las letras,
pero los numeros lo alocan,
y es un equilibrio en todo no?,
tiene un lunarsito por ahi en el rostro,
de herencia familiar,
me gusta saber que es un buen consejero
y sospecho con certeza que es un buen amigo tambien
es un poco excentrico,
pero es de los que ya no hay,
inteligente y divertido, dos en uno. lo ven, ya no los hay.
y aunque se que no le gusta celebrar este dia, yo lo celebro,
porque hace ya varios años, no muchos porsupuesto, un dia como este,
mi querido toshio, vino al mundo para darnos alegria y mucho de buenas letras.
gracias por existir querido toshio y darnos boletos para la estacion perdida.
Feliz Dia!

Abogados

En una revista del Colegio de Abogados de Madrid ha aparecido una lista de intervenciones abogadiles y jurisperitas que son para matarse de risa. Son frases escogidas a lo largo del tiempo y, claro, son la excepción y no la regla. Porque, por lo general, tanto en Madrid como en Lima, los abogados son personas inteligentes al servicio de una mentira particular.
“¿Estaba usted solo o era el único?”, preguntó un hombre de leyes a un testigo clave.Mejor es esta solicitud de precisión:
“¿A qué distancia estaban uno del otro los vehículos en el momento de la colisión?”O esta, abiertamente filosófica:
“¿Estaba usted presente cuando le tomaron la foto?”
O esta otra:
“¿Usted estuvo allí hasta que se marchó, no es cierto?”

Y no digamos nada de este diálogo que de tan excepcional ya parece una calumnia:
Pregunta: Doctor, ¿verificó si había pulso?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Verificó la presión sanguínea?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Verificó si había respiración?
Respuesta: No.
Pregunta: Entonces, ¿es posible que el paciente estuviera vivo cuando usted comenzó la autopsia?
Respuesta: No.
Pregunta: ¿Cómo puede usted estar tan seguro, doctor?
Respuesta: Porque su cerebro estaba sobre mi mesa, en un tarro.

Ese es el lado humorístico del asunto. Lo natural, sin embargo, en el mundo de los argumentadores por recibo, es el lado oscuro de la vida: esa capacidad espantosa de defender con ardor aquello que no se cree, de gastar oratoria teatral atacando el punto de vista que, en el fondo, se sabe verdadero. Porque el día en que la justicia y el derecho se divorciaron tirándose el menaje, ese día nacieron los abogados.

Siempre tuve la certeza de que la raza de los abogados carecía, como mecanismo de defensa surgido de la evolución, de todo instinto ético, de todo amor por la verdad (o como diablos se llame ese misterio que atrae a los otros mortales), de toda devoción no dineraria.

Y a lo largo de estos años, la peor gente que he visto, la calaña de gente que está en el vestíbulo del Dante esperando a cobrarle la minuta, viene del mundo de los abogados. Rapaces disfrazados de juristas, constitucionalistas que adularon al golpista, tribunos que sólo piensan en cobrar, los abogados son los que, a semejanza de ciertas señoras de alquiler, jamás le dicen no a un cliente.

Por lo tanto, ya sean O.J. Simpson o los monstruos del grupo Colina, los jerarcas nazis o la banda de Fujimori, todo canalla de este mundo tendrá su acérrimo bufete, su jauría de argumentadores que aullarán incisos, parágrafos, casuísticas, y demostrarán, en el universo pútrido del expediente, que ese crimen no fue crimen sino convergencia de fatalidades, que tal pederasta no lo era sino que había citado una frase de Jesús sobre los niños, que el ladrón no es que robó sino que olvidó devolver y que la hiena que enloda a cuantos puede no es que enloda sino que masajea con barro reparador.

Con excepción de unos cuantos – Alberto Borea, quienes defienden inocentes en las ONG, los que honran la memoria de Laura Caller - los abogados que conozco me merecen el más intenso – sí, ya sé: y también el más inútil - de los desprecios. Sin ellos, no seríamos el país de pleitistas enrevesados que nos gusta ser. Sin ellos, dos tercios de la corrupción que nos hunde se desvanecerían de inmediato. Sin ellos, en suma, tendríamos menos leyes y más humanidad.

Matanzas

Hace unos días fue retirado de una página web finlandesa un vídeojuego que se vendía bajo el nombre de “Kindergarten Killer” y que consistía en ingresar a un jardín de la infancia virtual y matar niños con una escopeta. Ganaba el que mataba más niños.
La página web decidió el retiro de ese juego por propia iniciativa, aunque el juego se puede “bajar” todavía de otros sitios del internet.“Kindergarten Killer” debe de haber inspirado a muchos psicópatas y despertado el hambre de muerte y los afanes sádicos de miles de amantes del crimen. Eso se llama “captar las señales del mercado”, según la clásica definición liberal. Esa es la otra cara de las hipotecas basura: la basura endovenosa que va directamente al alma y te gradúa de consumidor atento a las novedades de la muerte. La demanda es la locura y la oferta el espanto.O sea que si compras tal auto serás feliz, si te bañas en esa colonia un seductor, si bebes esa agua colorada un posmoderno, si te afeitas con esa máquina un depredador sexual. Y si practicas lo suficiente con el “Kindergarten Killer” es posible que algún día te animes a pasar del simulador a la realidad y entres a una escuela disparando a matar y girando 360 grados para cubrir toda la escena.
Hace dos semanas aproximadamente, precisamente en Finlandia, un aprendiz de cocinero llamado Matti Juhani Saari llegó a los 22 años convencido de que “tenía que hacer algo importante”.
Y vaya que lo hizo. Pensando quizá que era excesivo matar niños, se decidió por adolescentes. Así que entró a un centro de formación profesional, optó por un salón donde se estaba procediendo a un examen y empezó a disparar a todo lo que se movía y gritase. Mató a ocho chicas, a un muchacho y acabó la faena con el maestro. En seguida procedió a extraer de su maletín un líquido inflamable e incendió la escena del crimen. La policía supuso –y con razón– que algunas de las víctimas murieron por el fuego luego de haber sido heridas. Digamos que Matti Juhani Saari era un perfeccionista. El último acto de su “performance” fue suicidarse.
“La solución es Walther” había escrito semanas antes el asesino. “Walther” era la marca de pistola que tenía en casa. Y, por supuesto, había colgado un vídeo en Youtube haciendo prácticas con “Walther”.
Finlandia es uno de los tres países con más armas per cápita. Tiene 30 por habitante, menos que los líderes en la materia: Estados Unidos y Yemen.Finlandia se ha modernizado con pasos de gigante. Desde luego, eso implica no sólo el crecimiento sostenido y la inversión del exterior. También supone su inmersión en la religión del mercado, su sujeción a la ley canónica de Friedman (“¡muera el Leviatán!”) y su renuncia a todos los valores que no tengan que ver con el valor del dinero.
En el 2002 se dio una primera señal de ese aggiornamento con el decálogo de Berlusconi y Sarkozy: un muchacho dispuesto a ser famoso se musulmanizó para mal y se hizo trizas con un cinturón- bomba. De paso mató a siete personas porque lo que hizo lo hizo en un concurrido centro comercial de la capital finlandesa.
El año pasado, la marcha finlandesa hacia la sacralización del mercado y la abolición de toda utopía dio una todavía más vigorosa muestra: Pekka Eric Auvinen, de 18 años, entró a una escuela secundaria de Tussula, 50 kilómetros al norte de Helsinki, y mató a ocho personas disparando al bulto con una pistola calibre 22. Cumplida su tarea, se mató con un tiro en la sien. Todo limpio y claro como en los vídeojuegos. Limpio y claro como el sistema que pare monstruos limpios y claros. Ese sistema que sólo “los descontentos”, “los comunistas”, “los atrasados” –de Chomsky a Michael Moore– pueden criticar. Ese sistema que aquí el diario “La Razón” defiende con la misma pasión con la que antes insultaba por dinero.

Conócete

Es una tontería seguir aparentando que en el fondo todos somos hermanos. La más probable verdad es que en el fondo todos somos caníbales, asesinos, traidores, mentirosos, hipócritas y cobardes...