No hay nada más incierto que la percepción del mundo exterior


“No te dejes matar por lo que dice tu cerebro”, le dije. “Si no defendiera mis convicciones, sería un cobarde”, me replicó con rostro sombrío.

“Lo que te estoy sugiriendo es que la percepción de cobarde puede no coincidir con la realidad, de la misma manera que la palabra gato no tiene, necesariamente, ni el color ni la forma del animal que representa”, añadí.

Un amigo Judío estaba intentando convencerme de que iba a enfrentarse con quien hiciera falta para defender sus convicciones por alguien ultrajadas y sostenía que estaba dispuesto a todo. Yo intentaba transmitirle, sin éxito, algo que aprendí de uno de los mayores neuropsicólogos del mundo, Richard Gregory.

Estamos convencidos de que la percepción que tenemos del mundo exterior es la correcta. Creemos a pies juntillas lo que estamos viendo. La verdad es que no hay nada más incierto.

Para representar la realidad, nos servimos de palabras o de sensaciones. Es indudable que las palabras, como sugería antes, no tienen ni la forma ni el color de lo que representan: cuando decimos zapato, gato o tenedor, estamos recurriendo a un vocablo que no se parece en nada al objeto que representa. La palabra en cuestión no tiene ni la forma ni el color de un zapato, un gato o un tenedor y, sin embargo, representa esos objetos.

Igual ocurre, o puede ocurrir, con las sensaciones. Puedo sentir la ansiedad provocada por un estímulo exterior o dejarme embriagar por la belleza rojiza de una puesta de Sol. Ahora bien, ¿quién sabe si la realidad de la belleza o la ansiedad representada por la sensación en cuestión es como la mente nos sugiere que es? Sería muy raro y extraordinario que fuera así.

Es posible –estoy dispuesto a aceptarlo– que la percepción que tenemos del universo no sea una ilusión, pero lo que estamos sugiriendo es que la ciencia no es tan objetiva como parece y como a veces se le atribuye. Partimos de algo incierto: una percepción que tiene un soporte material –como unas ondas magnéticas que transmiten un sonido si se trata de un alarido–. Pero dicho soporte material está muy alejado de la palabra o sensación fabulada por nuestro cerebro. Los objetos representados por nuestras palabras o sensaciones son muy distintos del soporte material que los sustenta: fuerzas electromagnéticas u ondas vibratorias.

Partimos de algo incierto y, sobre ese imponderable, la mente lanza una hipótesis que puede o no puede coincidir con la realidad. Lo sabremos recurriendo –para completar este conocimiento– a los datos almacenados en la memoria y a nuestra capacidad para aprender en el futuro. Con estas dos claves urdiremos nuestra visión de la realidad.

Estamos ya en disposición de anticipar dos rasgos que definen la memoria: por un lado, sirve para interpretar una impresión de orden general, pero es, al mismo tiempo, muy imprecisa en el detalle. En otras palabras, no recordamos muy bien los pormenores de un asunto ocurrido en el pasado y, lo que es peor, confundimos la fuente. ¿Quién nos dijo tal cosa o dónde la vimos? Pero, lo que es más grave, está comprobado que el contenido de la memoria está influenciado por nuestras convicciones actuales sobre lo que haya podido ocurrir.

En cuanto a la segunda clave a la que recurrimos para disponer de una representación correcta de la realidad, nuestra capacidad de aprendizaje, resulta que el sistema de enseñanza habría que cambiarlo de arriba abajo, según dicen los especialistas. ¿Alguien sigue pensando –además de mi querido amigo– que vale la pena dejarse matar por lo que nos dice el cerebro?


Generación X

Lo que pretenden es lograr que no pensemos, lograr que nos distraigamos…

Las universidades están siendo monopolizadas por los sectores conservadores para producir, como fábrica de ideas, como fábricas de matrices ideológicas, como fraude de valores, generaciones X sucesivas.

Ser de una generación X es no interesarse por el mundo, es vivir la vida al día, es aspirar a lo que la televisión masomenos te dice o te dicta como objetivo: una mujer; un carro, un “depa”, una gran cuenta bancaria. Si pides más eres un imbécil. Nada más.

Esa es la generación X, la que no cuestiona, la que no investiga, la que no se formula preguntas, la que ya tiene todas las respuestas porque las ha recibido en xerocopias o las ha recibido por email.
Y entonces, ese es el mundo de ensueño del sistema…

disculpen, no me habia presentado

yo, un lapiz
una armonica
y una hoja siempre en blanco

un cafe
otro mas
y otro cada madrugada

mil dibujos
un poema
y suspiros desafinados

un viajero
y su cuaderno
sus ficciones y recuerdos

relatos urbanos

relatos urbanos, creados rápidamente en medio de la calle, al paso, en el bus o sentado en una banca y si estas no existen, que importa, sobre las mismas veredas...
son pues ejercicios que realizo de vez en cuando, cuando en realidad no estoy realizando nada ... imagino historias detrás de las miradas, recreo la vida de las personas que pasan, intento ser ellas, conocerlas, saber de sus miedos e ilusiones.

relatos urbanos, fragmentos de historia... inténtenlo, es muy divertido.

RU1 - LENTES DE SOL

Bajaba del taxi aquel hombre que alguna vez fue muy reconocido por las calles de esta ciudad que lo había acogido. Era uno de aquellos autodenominados "artistas" de la tele, un actor cómico, una personalidad sobresaliente. Su nombre, pues nunca lo supe, y su apodo creo que hoy se me escapa, se confunde con el de otros que siguieron su mismo destino, en fin, él bajada del taxi acompañado de una chica que por la edad, cualquiera, como yo, juzgaría que era su hija. Tras poner los pies sobre el asfalto y dar unos pasos fuera del auto se puso aquellos lentes de sol que seguramente siempre usaba, aquellos que no eran necesarios en días nublados como hoy pero si lo eran, como le decía siempre él a ella, para pasar desapercibido. ¿Era éste acaso un falso consuelo, nada más que un engaño para sentirse aun alguien en la vida? El no lo sabía pero ella ya lo había notado, cada vez que el artista bajaba de los taxis que siempre tomaba, miraba a todos lados esperando que alguien lo reconociera y gritase su nombre, pero ya nadie lo hacía, se ponía entonces los lentes y repetía como siempre, ya sabes, para pasar desapercibido.

(Escrito el 18 enero aproximadamente a las 4pm en la Plaza Mayor de Lima)

Buses

No sé si es el delineador negro en el borde de tus párpados,
tu cabeza apoyada en la ventana del bus de regreso a casa
las calles que pasan entre sol, asfalto, soledad de peatones
o simplemente que no te conozco

Podría jurar que tu mirada
es tristeza, melancolía
o soledad
o maquillaje...

Si alguien me hubiera enseñado a decir "hola" en las situaciones más extrañas
hoy, yo me hubiera acercado a preguntártelo.

El bus se mueve, o será la ciudad la que corre por fuera de los cristales; ciudad maldita que nos ha enseñado a no hablar con extraños, sin recordar que en ser extraños comienza el conocernos.

Apuntes

Por fin una tarde de descanso, solo en casa voy en busca de algún disco de Eric Clapton y me doy con la sorpresa de encontrar todo en desorden. Inserté el primer disco a la vista, era de la película Matrix. La verdad a mi no me agrada ver el cine de Hollywood con todo su destello de efectos especiales sin algún argumento que me impresione. Sin embargo una frase que me dejó pensando por algunos minutos: “¿Qué es lo real? ¿Qué defines como real? Si hablas sobre lo que puedes sentir, degustar, oler y ver, entonces lo real simplemente son señales eléctricas interpretadas por tu cerebro”.

Después recordé uno de los libros más complicados y largos que pude leer y de inmediato me puse a buscarlo: Crítica de la razón pura. En este libro Kant afirmó que es imposible tener un conocimiento absoluto de algún objeto o cosa. Kant planteó que sólo podemos tener un conocimiento de las “cosas como las percibimos”, a lo que llamó fenómeno. Por lo tanto, todo lo que podemos denominar como conocimiento es relativo al modo en que percibimos e interpretamos la realidad.

Mientras meditaba en las ideas de Kant, recordé la obra del psicólogo Jean Piaget. Basado en una serie de experimentos, Piaget concluyó que los niños sólo pueden diferenciar nociones de tiempo y espacio luego de alcanzar cierta fase de su desarrollo cognitivo. Piaget descubrió que antes de esta etapa, los niños no pueden distinguir nociones de tiempo y espacio, ni comprender estos conceptos.
Para demostrar su teoría, Piaget puso dos vasos de laboratorio frente a un grupo de niños de diferentes edades. Uno de los vasos era corto y ancho, y el otro delgado y alto, pero ambos contenían el mismo volumen. Cuando les preguntó a los niños cuál de los dos vasos podía contener las líquido, ellos respondieron que el alto y delgado. Para demostrar que los dos tenían igual volumen, Piaget llenó el primero con agua, y luego vació el contenido en el otro; a medida que el corto se vaciaba, el alto se llenaba, lo que debía demostrar claramente que ambos tenían el mismo volumen.
Una vez realizada la demostración, Piaget les preguntó de nuevo cuál de los dos contenía más líquido. Casi todos los niños de siete años o más respondieron que los dos tenían el mismo contenido, pero los menores seguían creyendo que el vaso alto y delgado tenía una mayor capacidad. Esto demostraba que los niños no pueden entender ciertas relaciones espaciales hasta cierta edad.

¿Y qué pasaría si Kant tenía razón? ¿Qué pasaría si todas nuestras concepciones de la realidad sólo son el producto de cogniciones, sensaciones y percepciones generadas en nuestro interior? Bajo esta perspectiva, debemos aceptar que todo lo que interpretamos como “real” o “cierto” es subjetivo y relativo a la forma en que estamos programados para percibir el mundo.
Como cada especie procesa la información de una manera diferente, todas interpretan la realidad según sus propias perspectivas, las cuales son relativas. Así como las moscas tienen un conocimiento de moscas, los humanos tenemos un conocimiento humano y ninguna es más genuina que la otra, simplemente son diferentes. Más bien, estamos atados para siempre a nuestras perspectivas humanas y relativas, las cuales adquirimos por la forma en que nuestro cerebro procesa la información. Así pues, para poder entender la naturaleza de la realidad humana, primero debemos entender la forma en que funciona nuestro cerebro.
El cerebro contiene una red interactiva de regiones separadas, cada una de las cuales procesa la información de un modo diferente, y que constituyen nuestras funciones cognitivas. Tenemos una función del lenguaje (localizada en el área de Wernicke, el área de Broca y en la circunvolución angular), una función de la ansiedad (localizada en la amígdala), una función de la moralidad (localizada en la corteza frontal dorsolateral media); la lista es muy extensa.... Básicamente, por cada sensación, percepción, cognición, o conducta propia de nuestra especie a nivel transcultural, existe una región específica en el cerebro encargada de generar dicha función. Así pues, para entender mejor la forma en que nuestro cerebro procesa la información, necesitamos conocer la naturaleza de cada una de las funciones cognitivas de las que se deriva la totalidad de nuestra experiencia consciente. El papel de estas funciones es el de procesar una multitud de información, cada una de un modo particular, tras lo cual obtenemos una imagen comprensible de lo que llamamos realidad.

¿Qué sucede entonces si aplicamos este mismo precepto a la espiritualidad humana? ¿Qué pasaría si la espiritualidad es la manifestación de una de estas funciones cognitivas, uno de los modos de procesamiento que tiene nuestro cerebro? Ya que todas las culturas han concebido un mundo espiritual, ¿no es posible que la espiritualidad pueda representar una de las formas en que nuestra especie está “programada” para procesar la información, y por consiguiente, para interpretar la realidad? Si es así, esto implicaría que nuestras creencias en conceptos como un dios, un alma y una vida después de la muerte a nivel transcultural, no son más que la manifestación de la forma en que nuestra especie procesa la información e interpreta, por lo tanto, la realidad. En este caso, Dios no representa un ser absoluto, sino más bien a una concepción humana y subjetiva, generada cognitivamente, no un fenómeno divino, sino orgánico. Básicamente, Dios, de la forma en que lo hemos interpretado hasta ahora (como una entidad real y absoluta) ha muerto, como lo sugirió Nietzshe. Y puesto que ya no es una realidad absoluta, Dios ha quedado reducido simplemente a otra de las percepciones relativas propias de nuestra especie, a la manifestación de un mecanismo de adaptación evolutiva (a un mecanismo de compensación) que tenemos para poder sobrellevar las dificultades de la vida y nuestra conciencia de la muerte.

Son las 11... un pasaje bíblico del nuevo testamento: “En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios” (San Juan 1,1)

De la insoportable...

Fragmento de "La insoportable levedad del ser";
sobre Teresa:

"Pero le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es apriori (...) los interrogantes que torturan a las parejas humanas; ¿me ama?, ¿Ha amado a alguien más que a mi?, ¿me ama más de lo que yo le amo a él? Es posible que todas estas preguntas que inquieren acerca del amor, que lo miden, lo analizan, lo investigan, lo interrogan, también lo destruyan antes que pueda germinar.
Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos de algo (amor) en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer su mera presencia."

Me asombra Kundera, me asombra su manera de reflexionar sobre la vida, sobre las cosas... Es crudo, es fuerte, es en difinitiva denso a la lectura. Yo no podría reflexionar sobre el amor, no es que no lo haya intentado, sino que simplemente no puedo, y tampoco puedo desmentir o apoyar alguna reflexión al respecto; supongo que cada quién tiene su propia manera de verlo, de sentirlo, de vivirlo; y quizás, si se encontrasen dos personas que opinan lo mismo al respecto, podrían encontrar un amor duradero; pero supongo que esto en mi quedará como una suposición.

Quizá lo que más me llame la atención de éstas líneas es que habla de la conciencia sobre el amor, sobre el propósito, amar apriori; porque por más que nuestras acciones tengan una sobrecarga de influencia del subconciente, seguimos manteniendo una parte de conciencia sobre nuestras acciones; y al final de cuentas, la reacción química y plasticidad neuronal, terminan siendo el resultado de una acción, que además ha sido precedida por una decisión, o una cadena de hechos que se graban en lo más profundo de nuestra entreverada mente, y si existiera la forma de borrar nuestros recuerdos con una máquina (como en aquella película "The eternal sunshine of a spotless mind") quizás siempre nos quede la predisposición a enamorarnos de alguna persona, o de alguna parte de ella. Como sea, imposible de desifrar, simple de vivir.

más demonio que nunca

Las horas pasan, las noches se hacen largas.
Había olvidado el sabor familiar de los cigarrillos en la oscuridad, la música de la madrugada. No logro hallarme todavía...

Me he buscado quizá en bocas extrañas, en cafés del día; si recordara como empieza mi nombre sería más fácil, pero es complicado armar un camino uniéndo cicatrices como en la figura incompleta del diario dominical.

La ciudad, está llena de calles-con-recuerdo, de luces por las noches seductoras, que esconden la imperfección de las pieles expuestas. La ciudad es un demonio vivo, esperando ser descubierto por ojos atentos; aquí, lo que se busca se encuentra, pero seré etéreo hasta saber que busco, o tal vez, dejé de buscar hace tanto tiempo que no logro recordar qué es lo que era aquello, como olvidar mi nombre.

Culpo a la experiencia, a la vida, al demonio más demonio que llevo dentro, que vive de asfalto y se refugia en el smog que se levanta todas las mañanas para calentar el planeta. A la noche, las estrellas, a todos los conjuros que se le recitan a la luna; porque cuando uno, como yo, no puede ser ángel, sólo resignarse.

poco a poco, otra vez irá creciendo.