Relojes

El tiempo pasa, y su sonido repetitivo es un recuerdo de ello; no estoy seguro cómo funcione la vida, menos el amor, y hay quien dice de mí que soy un adicto al drama. No es mi intención explicar lo que siento, y menos justifarlo; sólo sé que ahí está, yo no lo puse ahí, y tampoco puedo quitarlo... sólo puedo decirdir vivirlo, y no arrepentirme nunca de lo que no dije, o de lo que no fue; pero he aprendido que tampoco puedo dejar que la tristeza me gane la partida por todos aquellos "ya no serán".

Puedo planificar mis propios caminos, y de hecho, los estoy andando; nunca he necesitado compañía, incluso de chico era de aquellos que se sentían mejor resolviendo sus cosas solo y no como ocurre en compañía de toda la patería. Nunca me sentí valiente por estar en un grupo numeroso, y nunca dejé que me asustaran los caminos oscuros y solitarios, y sólo la vida sabe que los he recorrido una y otra vez. Por eso, alguna vez fui un chico sombra.

Tiempo después, me di cuenta, tampoco soy un universo vacío; tengo mucho para dar y muchas ganas también de hacerlo; sólo que empecé a ser más selectivo de a quiénes les habría las puertas para conocerme... Muchas veces me equivoqué, y otras tantas gané amigos, recuerdos para toda la vida, pero a pesar de eso y sin importar lo que sucediera, siempre sentía una soledad que me envolvía.

He dicho (te) lo que tenía que decir, he hecho lo que nació en un segundo (como la primavera) y sentí como otra vez empezaban a tener sentido las cosas. Pero el tiempo pasa, los segundos con sus "tics" asesinos trajeron de vuelta la realidad en la que estoy parado; esta vez no caí tan profundo, esta vez me sentí fuerte, triste pero fuerte, triste sobretodo porque yo no quiero un segundo, quiero más... Pero hace tiempo acepté, que lo que uno quiere con lo que uno recibe no son siempre proporcionales; y como dice Auté, nunca tuve vocación de ganador.

Me queda decir: aquí estoy. Los relojes seguirán pasando, quién sabe por cuanto tiempo más, la vida cambia, todos cambiamos; y hasta la circunstancia más improbable sucede si le das tiempo de suceder. Aquí estoy, ya no hago un esfuerzo enorme para quedarme, pero eso es también porque no espero nada; este lugar me gusta, pero como todo en el planeta, cambia con cada reloj que no espera.

Domingo

Es domingo, despierto en una cama desconocida.

Estoy acurrucado envuelto en mi casaca, metido bajo una frazadita marrón con todo y zapatillas. La cabeza me duele un poco, pero tengo la sonrisa de después de una noche divertida. Me he quedado dormido mientras el resto de camaradas, en la otra habitación, terminaban de beber la botella de whisky que habíamos comprado; me quedo tendido ahí un rato, escuchándo las risas del otro lado, viendo la luz del cuarto que se pinta de anaranjado con las cortinas (últimamente he visto muchas cortinas naranjas) y por alguna razón hay un gallo al otro lado de la ventana, no estoy seguro si ha sido él quien me ha despertado, o quizá el gato que anda metido debajo de la cama temeroso de mis ronquidos y de rato en rato sale para mirar quién soy.

Salgo de la habitación ajena, me siento en el comedor del departamento y ahí estan bebiendo lo último que queda del trago; todos tienen caras de amanecida y entablo una conversación divertidísima sobre mujeres y sexo, sobre solutos, osmolaridad y concentraciones en volumen (no entiendo bien porqué estoy conversando sobre eso) pero rio de todo, y me sorprende la cantidad de cigarrillos que se han fumado, pues las colillas está regadas sobre la mesa. Hay dos perros también, están dando vueltas entre nuestras piernas y las patas de la mesa, de rato en rato se tiran en el suelo y sólo se mueven cuando al cambiar la postura muevo mis pies.

Cuando el cielo está como hoy, no puedo saber la hora, parece temprano porque no hay tanta luz, parece tarde exáctamente por lo mismo.

Hace frío, mis dedos están fríos, los he colocado sobre mis párpados y al hacer un poco de presión la sensación fresca me llena de alegría, mientras enfrían mis parpados, las llemas de mis dedos se calientan un poco, como si fuera el camino para el equilibrio descubro lo bueno de las manos frías una mañana de invierno. Todo tiene de bueno algo, y algo bueno lo tiene todo. Un domingo, con media resaca, con las manos frías, después de una noche divertida, me levanto de buen humor a enfrentarme al día.

temblando

Camino cada vez más rápido sin darme cuenta, necesito caminar.
Las piernas me tiemblan, qué sé yo porqué, últimamente me siento fuera de mi; más tuyo que mio en realidad, y perdido.

Perdido entre un "no sé" y un "no tengo idea" porque para variar, no puedo ver absolutamente nada de lo que tengo en las narices, y otra vez, me lleno de vergüenza por no poder saber qué piensas, por haberme sentido tan vulnerable, por no tener la habilidad de leerte, como puedo hacerlo con otras personas, de no tener tino o peor aún, de no saber si lo tengo.

La vida ha transcurrido de manera extraña, y de muy pocas cosas puedo estar seguro; sé que no es fácil de entender, y hay hasta quienes me piden explicaciones, pero ¿qué podría responder? sé que no lo entienden, no pueden hacerlo porque no están en mi piel deseándo tu piel, no están en mis ojos viéndote reir, no están en mi estúpido corazón que palpita acelerado cada vez que quiero tomar tu mano sentado en el auto contigo y sin embargo los mismos latidos me marean a modo de vértigos paroxísticos lográndo acobardarme cada vez que decido darme el valor... "el próximo semáforo en rojo" y cuando me veo fracasando tan sencilla misión, no puedo evitar darle una pitada enorme al cigarrillo...

sólo puedo estar seguro, de aquello que diría abrazándote;
seguro que también sudo miedo
que la primavera sí puede durar un segundo, bajo un portal, justo antes de la despedida.

Sin luz

La noche me ha fumado, me ha consumido, soy humo que se pierde entre las sombras del cuarto, me encuentro en mi ataúd, no escucho ni siento nada, mi corazón está lejos y mis ojos dibujan líneas blancas. No puedo dormir, me consume más dormir. Si logro desprenderme por un momento de la realidad y duermo, me ahogo, asfixio y lloro. Mis sueños transcurren por infiernos, personajes de inframundo me conversan, animales ponzoñosos me atacan sin piedad, la multitud me arroja a silos nauseabundos, siento que me persiguen y mueren personas que quiero.
Siempre hay que elegir entre mantenerse despierto y saber que tienes control de tu vida o introducirte en los sueños, siendo manipulado por tus miedos, dudas y preocupaciones.

He decidido plantar mis dedos en tu espalda para que recuerdes mis caricias, escupirle a mi garganta para que no sepan la carga que llevo y sentarme en la página número cien de este libro para saborear deletreando tu nombre. Hoy sigo cansado, muerto. Mi cama me espera como alguna vez me esperaste ansiosa, pero esta noche solo quiero recordar tu nombre.
Quiero esperar a que el tiempo se equivoque, me dé la razón. Quiero entender que se equivocaron, que sigo enamorado. La vida corre y no transpira, mucho menos reflexiona. Todo tiene pretexto, todo suena mejor con la razón, hoy quiero sentir que la he perdido.
Escucho tu voz cada día antes de dormir, siento tu aliento en el vaso del desayuno, busco tu sonrisa al despertar. Tengo miedo…miedo de lo que estás causando, y seguir enfermo, sentirme solo y apagar las luces o que me entierren. Las líneas blancas que dibujan todas las noches mis ojos forman tu nombre en mi eterna oscuridad.

Luz y sombra (después)


Amanece Lima nublada, el tiempo se simula estático y los elementos urbanos aparentar estar aún dormidos. Las calles fantasmagóticas se entintan en un gris azulado escondiendo, de la vista aún somnolienta, los graffitis viejos garabateados en las paredes del hospital por donde voy pasando. Además, hace frío.


Voy avanzando en el auto, y la ciudad recobra vida cuando me aproximo a sus arterias más principales; una lástima, hoy no amaneció el desierto que espero encontrar al despertar.


¿Alguna vez has sentido una emoción tan fuerte, que logra por un instante, opacar al resto? Es como escuchar en una calle ruidosa, derepente, un neumático que se revienta y en ese segundo preciso, el resto de sonidos desaparecen en contraste con la explosión.


Amanecer contigo era amanecer en una ciudad donde no había nada más allá de tu respiración pausada y la silueta de tu espalda; fue entonces cuando la hierba sonó al crecer y hasta el sol en el cielo se deslizaba con un dulce murmullo. Sólo tú lograste callar los autos, los demonios urbanos que se ocultaban detrás de una ventana abierta. Las luces titilantes y los parlantes que retumban en las discotecas, contigo conocí el tranquilo silencio que producías tú llenando mis sentidos, y respiré de tu pelo el aroma fresco de la mañana, y me perdí en tantos desiertos y páramos misteriosos imaginando tus despertares. Tú fuiste mi desierto de peregrinaje, ciudad vacía que soñé mía para disfrutar. Contigo encontré, mi estación perdida para descansar de mi mismo.


Lo que falta en mi, quizá nunca logre descubrirlo; la gravedad que me absorbe en mundos oscuros y tristes probablemente sea tan parte mia como lo és extrañarte, y no soy tan inconciente de repartirte parte de la responsabilidad de llenar mi vacío. Camino incompleto por el mundo, lo sé, pero ya no dejo que esto me robe sonrisas que se suponen mias; ya no hay lamentos en la oscuridad, ni eco cuando pregunto cómo ser feliz. Intento, además, aprender a esperar sin esperar.


Sólo quiero, si se puede, volver a contagiarme de tu risa, tu sonrisa que llena de luz mi sombra. Y hacer como Benedetti, de estratagema sólo tengo, la esperanza que algún día, sin comprender la razón o sin saber cuando, sin saber del pretexto... que algún día tu me necesites.

Hope

Espérance, hoffnung, speranza, esperança, esperanza, hope.
Se define como “confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea”, y también como “objeto o persona en la cual se confía para obtener lo que se desea”. Confianza, ilusión, creencia, certidumbre, optimismo, promesa, seguridad. Tantas palabras, tantos términos, tan cercana y tan inalcanzable. Yo me consideraba muy creyente, muy segura, muy optimista. Creía en las palabras y las personas a ciegas. Tenía esperanza.

He descubierto “a golpes” que no todos son lo que creemos, que no todas las palabras son ciertas, que no todas lo que se hace es verídico. La gente miente, y miente demasiado. Las palabras hacen daño. Un abrazo no significa te quiero, un beso dejó de tener importancia. Todo es un trámite, una mera rutina para llegar a lo que realmente se quiere y no se dice.

¿Cuándo querer a alguien perdió la esencia de sólo dos, uno y otro, queriéndose? Ya no es lo mismo, todo ha cambiado, yo he cambiado, o por lo menos, siento que no soy igual. Rompí relaciones con la confianza, me olvide del optimismo, mi seguridad se fue al tacho. Perdí mi esperanza. Me perdí yo. Perdí mi esencia, gané miedo.

Tengo miedo de volver a enamorarme, tengo miedo de no enamorarme. Tengo miedo de no creer en nadie, y tengo miedo de volver a creer. Tengo miedo de confiar, de esperar, de sentir, de no sentir. De verte y no verte nunca más. Me contradigo, te maldigo y te extraño. Te odio, porque te quiero conmigo. Y me odio a mi misma por no poder dejarte atrás. Y empiezo a pensarte sin siquiera quererlo, sin darme cuenta, sin ser consciente (o si) de lo mucho que quiero hablar de ti.

Así es la vida, así soy yo, contraproducente, poco prudente, increíblemente tonta, con ganas de querer por mil, con miedo a todo y todos, pensando y haciendo cosas distintas. Con la esperanza de encontrar la esperanza que perdí. Con mucha paciencia, después de todo, esperanza y esperar parecen tener la misma raíz. Presente y ausente a la vez. Con la mirada vacía, pero llena de ilusiones, buscando un relleno para el vacío que siento, esperando (sí, otra vez de esperar) que escribiendo queme la ansiedad de verlo, llamarlo, buscarlo, olvidarlo.

Gracias por darme un espacio para escribir.

hope*

“De esperanza no tenía más que el nombre...
La que no esperaba nada de los hombres
Coleccionaba amores desgraciados

Soldaditos de plomo mutilados
Pero quiso una noche comprobar
Para qué sirve un corazón
Y prendió un cigarrillo y otro más
Como toda esperanza se esfumó”
(Sabina y Calamaro, Más guapa que cualquiera
)

Sombra y Luz (primero)

Amanece Lima nublada, el tiempo se simula estático y los elementos urbanos aparentar estar aún dormidos. Las calles fantasmagóticas se entintan en un gris azulado escondiendo, de la vista aún somnolienta, los graffitis viejos garabateados en las paredes del hospital por donde voy pasando. Además, hace frío.


Voy avanzando en el auto, y la ciudad recobra vida cuando me aproximo a sus arterias más principales; una lástima, hoy no amaneció el desierto que espero encontrar al despertar.


Si la ciudad amaneciera vacía, si pudiera escuchar otra vez el sonido que hace el tiempo al pasar, la hierba al crecer, el cielo cuando se va adentrando en la mañana... Todo sería distinto. A veces sin razón aparente, algo en mi se apaga y como si fuera un agujero negro con gravedad propia, empieza a absorverme en soledad y algo así como una tristeza infondable, inexplicable. ¿Está mal estar triste sin razón? Yo sé que no estoy enfermo, sé que mi tristeza no es patológica, no pierdo el sueño y tengo tantas ganas de hacer cambiar el mundo como cuando tenía quince años o menos; pero es como si mi alma supiera algo que yo aún estoy descubriendo y se queda ahí, en un rincón bañándose de oscuridad como los gorriones se bañan en las fuentes de agua.

Jamás he podido averiguar porqué mis ojos tienden a notar, en los contrastes, todo aquello que se opone a la luz; porqué se me hace tan sencillo recordar a tristeza y soledad en los momentos que se supone deberían ser felices... Es como si todos alrededor sonrieran y cuando esto sucede es cuando yo recuerdo todas las razones para no sonreir; y como desde pequeño me enseñaron a ser considerado, pues me aislo con excusas tan rutinarias como ir a prender un cigarro o el hecho de saberme "raro", y termino en un estacionamiento solitario mientras todos dentro disfrutan del tiempo de sobremesa.

La risa y la sonrisa son contagiosas, en ciertos instantes, presiento que tengo anticuerpos desarrollados para combatirlas. La luz llena de vida este planeta, su naturaleza; a mi siempre me ha cautivado la oscuridad y su noche... Y siempre sueño la ciudad vacía.

DIBUJANDO ADIOSES

Entretanto Nando camina por la calle vacía, ya muy de noche que apenas avizora un par de sombras que murmullan a lo lejos de su letanía. Él, mudo e inquebrantable, divaga bajo la noche fría y eterna; dibujando los labios de Keila para sí mismo, con la sola idea de abrigarse al rose de su ilusorio deseo. Mientras sigue por la senda a la puerta que hace poco acariciaba con ansias con la sola idea de verla y disfrutar de sus ligeros respiros cada vez que le pillaba un beso de improviso (instantes eternos que no volverían).

Dudando, saca de sus bolsillos un cigarrillo y con la otra mano rebusca sin éxito el mechero que ella algún día quiso tener, y que él egoístamente le negó; en ese instante lamentó no habérselo dado y se pregunto - ¿tendrá algo con que recordarme?-; e inevitablemente se abandona en mil interrogantes. Sobrecogido retoma su camino y alzando la mano dibuja un adiós, mañana pasaré a saludarte.

Devolviéndose a sus pasos se mete a una tienda no tan lejana a “la puerta”, lanza una sonrisa fingida a la viejecita y sin muchas ganas de sonreír le compra un cigarrillo y le dice un susurrante –Gracias, hasta pronto-. Y se va alejando de las rejas de la tiendecita, vira hacia “la puerta” y aprieta el filtro del cigarrillo entre sus labios y dientes; baja la mirada y se va.

“la puerta” se abrió nuevamente y no es a él a quien despide.

Pasos

Camino detrás de ti,
despacio,
voy procurando pisar exactamente la huella invisible que dejan tus zapatillas.
Camino así, porque quiero volver uno el ritmo,
quiero entonar con tu caminar;
porque quizás así pueda volverse uno el latido y pueda saber cómo aproximarme,
intentar acercarme lentamente,
soñando que tal vez algún día pueda avanzar lo suficiente como para poder volver a abrazarte.

Tantas cosas pasan por mi cabeza cuando veo la caída de tu pelo en tus hombros
cuando escucho a medias lo que dices
cuando te confundo con el ruido
Pienso en canciones, burbujas, cuentos que sueño despierto en leerte
Intento buscar en la brisa tu perfume
y me cayo, porque no sé cómo podría decirtelo.

Todos estan hablando

Todos a mi alrededor hablan de amor.

Seria más claro decir que hablan de desamor.

Y eso no es claro tampoco.

Creo que hablan de cómo no soportan estar sin alguien a su lado.

El temor a la soledad.

Podria escribir un gran libro sobre eso.

Bastaria con preguntarle a cualquier persona en la calle.

O en un colegio.

O en un cementerio.

O en un banco.

O una oficina de turismo.

En el aeropuerto.

En la puerta de un bar.

En cualquier lugar la gente habla de amor

Como habla de una uña que se rompio y que dolio demasiado
y que dejo una marca.

Y de que hablan cuando hablan de amor
Si no es mas que de como quisiste o como no te quisieron.
De las cosas que sentiste y de las cosas que no sintieron.
De como todo empezo bien pero termino mal.
De que aun siguen siendo amigos cuando para empezar nunca fueron amigos.
De que en el fondo quizas nunca hubo amor en ninguna parte
sino que solo fue genial sentir que alguien pensara que eras especial
hasta que se dio cuenta que no eras tan especial y por lo mismo
las cosas ya no serian lo mismo.

Y que divertido es hablar de amor cuando en realidad no hablas de amor.

Fiction and the Space

La luz de la farola se colaba entre las hojas de la madreselva, fue entonces cuando me di cuenta que en realidad no podía verlas, porque para poder ver cualquier objeto, la luz debe rebotar en éste y luego viajar a través del espacio hacia mis retinas, y no ocurria nada de ésto. No, lo que estaba ocurriendo era completamente diferente, yo veía el resplandor anaranjado de la farola, y cuando su luz no llegaba, entonces se dibujaban por contraste las hojas que parecían tener un halo brillante en el mismo tono, o quizá un tono más dorado. A pesar de saber que no podía ver el follaje, estaba seguro también de poder contar cada una de sus hojas, de poder describir sus formas, incluso su textura se dibujaba en mi mente, su color y hasta el olor de cuando se cortan.
A veces recuerdo tener un vacío, ahí donde se suponde debería quedar el esternón; sé que lo conozco, no porque pueda verlo, sino porque tu luz hacía que me diera cuenta. Cuando caminaste de mi mano, cuando no quise soltarte, pude ver el halo dorado que intenté tantas veces esconder con mi camisa a rayas, que sólo se hacía más pequeño cuando distraida acomodabas tu pelo mientras yo te miraba idiotizado intentando que no te dieras cuenta, que sólo dejó de doler cuando entraste en mi vida; el que sólo olvidé mientras intentaba dibujar coordenadas estelares con tus lunares y pude comprender a aquellos que alguna vez nombraron los astros por las noches, porque lo bello debe poderse nombrar.
Jamás te culparé por mi vacío, ni preguntaré por lo que a tí te falta; siempre lo he sabido, lo llevo tan dentro mio desde que he nacido y tampoco te pediré nunca que intentes llenarlo, ni mentiré diciendo que tengo todo lo que a ti te hace falta, porque no tengo ni la menor idea de cómo empezar mas lo único que puedo prometer es caminar otra vez de tu mano... Celebrar contigo con vino si vamos encontrando piezas del rompecabezas que es armarnos; llorar contigo si nos perdemos alguna vez o si perdemos la partida de ajedrez. No porque no puedas hacerlo sola, no porque yo no pueda seguir viviendo incompleto; no porque nos necesitemos para seguir con una vida que no puedo ni empezar a comprender... Sino porque simplemente quiero estar contigo, si tu quieres estar conmigo.
No hay nada en medio del tramo entre tu y yo, ni siquiera una madreselva; no hay mar que nos separe, ni vacíos espaciales, ni negros agujeros... pero tampoco hay gravedad entre nuestros cuerpos que inevitablemente nos atraiga como galaxias, que además siempre se están separando y la gravedad es su grito de auxilio porque cada vez se extrañan más, no hay más que un te quiero.
La luz de la farola atravezó la madreselva entre todos los espacios que habían entre sus hojas, el resplandor anaranjado se dibujó cuando el humo de mi cigarro pasó por su camino; recordando porqué la luz va en linea recta, te extrañé. Te extraño cuando escribo. Y no sé si callar, porque cuando abro la boca termino metiendo las cuatro; yo sólo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Yo no soy Sabina

Ya debería saberlo... No puedo andar estructurando frases, ni pícaras, ni traviesas, como decirle a alguien "Ven y vemos qué es lo que pasa..." No, no hay forma que algo así me funcione a mi, que de trovador no tengo ni la guitarra.

Para ser alguien a quien le gusta el lenguaje, su uso, sus metáforas y las analogías; soy sencillamente un estúpido cuando se trata de transmitir correctamente lo que siento, porque además, lo que siento está claro, y no puede estar mal, al menos eso creo, es que hay una maldita interferencia entre el sentir y decirlo como se debe.

A veces, creo que lo mejor sería quedarme callado. Pero al mismo tiempo sé, que en el silencio no se llega a ninguna parte; quizás lo que me empuje a hacer/decir tantas tonterías, es que realmente quiero llegar a algo contigo... y ahora se ve tan lejos todo, como el caminito de la sierra que no se termina aún cuando ya se está haciendo de noche.

Lo siento, debí callar ayer.

Algún día de estos

Con cautela, sigilo, despacio para no mover el fondo del espejo de agua que puede convertirse en un instante en nubes de polvo suspendido.
O para formar nubes de leche en la taza de té, dejándome caer hasta lo más profundo, como cuando se flota en la parte más honda de la picina con tranquilidad y frescura.
Lento, como corren los dias en invierno.

Sin ganas de prisa, sin necesidad de apuro. Calma, para acariciar otra vez tu plumaje.
De incógnito para tener sabores nuevos en la piel y el pelo... pero siempre el mismo.

Si algo he aprendido en los últimos meses, es que como en el baile, todo sale mejor cuando te deslizas sobre la música y dejas que el ritmo sea el que cuente, que de compás en compás mi mano llegará a tu mano; que como en el Tango, sólo puedo sugerir, iniciar el movimiento, y luego esperar, a que tu cuerpo convierta lo que pretendo en acto. Y por último, lo imprescindible, algún día de estos me doy el valor de robarte un beso.
Acabo de estar más cerca de ti que hacía meses. Noté que me mirabas de reojo, cuando hacía movimientos o gestos para controlar el llanto, la risa, los nervios. No sé si eras tú o eran las dos historias que se perdían en la pantalla, entre los años y lo injusto de la vida, entre la muerte y las alegrías.

Sentí un vacío con tanto amor, tan libre, tan inocente, tan enredado. Un amor que juega, que se golpea, que se debate entre hacerse por la palabra o por los roces. Sentí el vacío de la distancia, de la frustración, de los rasgos de sonrisa cuando lo único que rodea es el frío de las paredes.

Definitivamente mi imaginación voló a años luego de muchos años, a momentos de fotografía en los que odiaría extrañar y sentir tan en la piel el calor que se tuvo y se dejó ir. No por guerras, no por fanatismos ni huidas de pasiones prohibidas… sí por la guerra con la vida misma, con el impulso a veces fanático, con la pasión sin nombre que no deja que mis pies descansen.

Y estabas ahí, percibiendo mi temblor, mis respiraciones más profundas; ¿qué habrás pensado que pensaba?; ¿habremos, en algún instante, sentido lo mismo?

Quizás no éramos exactamente los dos en la historia. Tal vez sólo somos dos corazones libres, soñadores, que le tememos a la soledad aún cuando a veces es nuestra mejor amiga. Quizás queremos enamorarnos, leer y hacer el amor en la misma cama, sin parar de reír, aún cuando no sean nuestras voces, aún cuando sólo sea la grabación eterna de puntitos rojos que ya nos hemos tatuado en el alma.

La Soledad y Yo (DE LA LECTURA DE "ESTACION PERDIDA" y Patagnomonico....nació esto, lo comparto contigo, hijo querido)

Me escribió esto mi madre hoy, de las cosas de este blog y del otro. Supongo que a veces las cosas que dejo por aquí hacen que se preocupe un poco, lo sé, a veces también me leo medio trágico, solitario, melancólico... No soy ni estoy así todo el tiempo, pero cuando me vienen esos sentimientos siempre está este espacio para escribirlos... obviamente, también está la invitación para todos aquellos que quieran escribir aquí.
La Soledad y Yo

Solos estamos siempre. Eso es lo que nos dicen, y de alguna manera debemos aprender a estarlo.

Pero, la soledad no es un estado natural, por decirlo de algún modo, en verdad, nunca estamos solos. Desde que empieza la vida estamos acompañados de alguien, en el útero de alguna mujer que nos cobija y nos alimenta.

Somos seres sociales, necesitamos relacionarnos con los otros, pero, a veces decidimos que estamos bien solos, que no necesitamos a los demás para estar bien…aunque sea por un tiempo corto.
Tiempo en el que somos capaces de mirarnos de frente al espejo, de mirar nuestro cuerpo desnudo y reflexionar…

Sucede que, a veces, no podemos ya seguir hablándonos a nosotros mismos y entonces, buscamos otros ojos, otros brazos, otros cuerpos…para mirar en el océano ajeno y tener la certeza de que no somos el único ser sobre la tierra.
He visto muchas personas solas…solas de soledad enraizada en sus almas…solas de soledad de abismo en armonía con el vacío y con la muerte…solas de desesperación, de locura, de incomprensión, de angustia…personas que están y no están al mismo tiempo…que no aprendieron a disfrutar los sabores, los olores, las caricias y los vientos…

Y he visto también personas solas y felices…con la sabiduría del mar en los ojos…con el temple de saberse únicas y diferentes…con las manos repletas y ansiosas de caricias que deben darse en el momento y en la hora propicia….personas solas y fuertes como árboles antiguos.

Y esta es la soledad que amo…la soledad que no te hace sufrir, que te enriquece, que llena tu corazón y tu alma para las épocas de carestía…como tener un saquito de arroz bien guardado y saber que puedes comerlo cuando sea imprescindible.

Y ésta es la soledad que admiro y de la que echo mano cuando mi alma y mi espíritu están colmados por el barullo de tantas personas en mi mundo…ese barullo que se parece al zumbido de las abejas, que no te deja pensar, que te cierra los oídos a algo más que no sea ese palpitar incesante y vago…ese ruido de todos los días y de todos los instantes…
Esta es la soledad que amo y que bendigo, la que permite encontrar mis miedos y vencerlos, la que me dice con su nombre de mujer que mañana encontraré el abrazo cálido de los seres que amo, para despedirme de ellos,después.

Carolina.

Fiction one - I

Aquella noche me quedé dormido frente a un celular; quise esperar por la pequeña posibilidad de que sonara en la mitad de la noche y que al otro lado de la línea dijeran "no quiero esperar más para verte..."

Los minutos pasaron despacio; el cansancio del día poco a poco se apoderó de todo mi cuerpo y mis parpados se hicieron cada vez más pesados. La noche avanzó en su negrura lenta, como si reptara en el cielo y afuera el ruido campal de los gatos sólo se interrumpía de cuando en vez por el motor de algún auto.

El sueño llega de incógnito, avanza lento como las raices penetrantes de los árboles, y si por alguna razón llegas a estar conciente en el momento exacto segundos antes de caer en sus abismos solo te da tiempo de elaborar un "mierda... ya estoy dormido" justo antes de caer en su vórtex. Tuve tres o cuatro sueños, y aunque ahora me cueste recordarlo estoy seguro que fueron varios, y lo sé no por las imágenes que se fueron formando en mi mente, sino por los vacíos que parecían interminables y se intercalaban a ellos. O quizá fue uno de esos sueños en que se sueña soñar y lo interminable de la noche se debió al cansancio tan sentido en los músculos de mi espalda.

Debe haber sido en el segundo o tercer vacía cuando volví a hacer conciencia de mi ser, aún dormido, todos los pedazos de mi existencia se reunieron en la idea del yo y me veía mi mismo sumido en una oscuridad absoluta, quise hablar, saber que aún tenía voz, pero ningún sonido nació de mi garganta o fue tal vez que en ese momento me encontraba en algún lejano punto del universo donde no hay aire por donde el sonido pueda viajar. No sentía dolor, tampoco placer. Al principio mientras mi yo estaba terminando de reunirse tampoco tuve miedo, pero cuando terminé de darme cuenta de la oscuridad muda que me rodeaba sentí cómo el pánico de la no existencia, o la no manifestación de ella, creció como un cáncer súbito en todas las células que según mi suposición aún me componían. Quise luchar, moverme, escapar de aquel lugar donde el ser no tenía sentido; pero mi cuerpo actuaba de manera extraña, surrealista como cuadro de Dalí; como si en algún momento las neuronas que conectan el cuarpo con la corteza cerebral hubieran sido colocadas al azar y todas en lugares equivocados; ya ni siquiera podía estar seguro de estar vivo.

Sin poder saber cuanto tiempo había pasado, sin saber siquiera si el tiempo pasaba en lo absoluto, hice lo único que podía hacer en ese estado... Seguí pensando, porque si aún podía estructurar un pensamiento, aquello implicaría que aún tenía la posibilidad de seguir siendo yo, de seguir existiendo.

¿Cómo había llegado ahí? ¿Porqué era todo tan confuso? Cómo podía ser yo, si no estaba seguro de un yo que existiera. ¿Porqué tenía tanto miedo de no poder volver?

¡Piensa!- Me dije.- Ten calma y sigue pensando, quizás sea esa la única manera en que te puedas conectar con esta nueva realidad. ¿Acaso es que estoy muerto?- Una especie de escalofrío recorrió lo que aún podía llamar cuerpo - No, no puede ser... los muertos no piensan y es lo que estoy haciendo... ¿No?

Lejano comenzó el recuerdo - Yo esaba sentado en mi cuarto... Acababa de fumar medio cigarro cuando el frio me llevó a entrar otra vez en la casa, vacié los bolsillos en la mesa y me senté enfrente, suspiré, y me apoyé en el respaldar del sillón; lo sé porque me dolía la espalda. También sé que era noche, muy tarde y a pesar de la brisa helada no pensé en meterme a la cama, no, me senté en el sillón sin dudarlo. Como si no quisiera dormir, me senté allí a esperar, pero... ¿Qué estaba esperando? Logré evocar el recuerdo de la mesa donde descanza la computadora, ahí había vaciado los bolsillos; estaba la pantalla, los parlantes, algunos discos regados junto a un libro; estaba la lámpara, el teclado y el mouse, incluso creo que había dejado en la mañana un corta uñas sobre una libreta... pero algo faltaba, la imagen me parecía incompleta, había un espacio vacío en ese recuerdo...

-¡El teléfono!-

Me desperté de un salto en el preciso instante en que supe lo que faltaba en mi recuerdo; ya era de día y el teléfono no estaba sobre la mesa donde yo lo había dejado; de un vistazo rápido logré encontrarlo en el suelo. Supongo que a la primera timbrada cayó sin que yo lo notara en mis sueños, y al hacerlo la batería había volado lejos del resto... Quería tanto hablar contigo...

Perfil

Ya no sé siquiera como definirme, si me contratara para hacerlo, comenzaría así:

Debo ser soñador porque siempre tengo sueño
y despistao porque casi nunca distingo dónde están mis pies
un maniático porque no olvido
y aburrido porque puedo querer hasta los suelos por donde va esa sombra sin rostro ni nombre

un desesperado, porque quiero tanto que me quieran, y no sé esperarlo
Estúpido, por no saber cuando decirme basta. Horrible, por querer siempre más.
Terrible, por no creer en la bondad.

Enamorado eterno de vivir, empedernido vividor de los detalles, porque de ellos se forman los recuerdos. Musicófilo, cinéfilo, lector poco constante de libros a medias y tantas páginas por leer.
Imperfecto, incompleto; porque todo ying necesita un yang y yo yang no lo tengo; iluso porque no sé distinguir las ilusiones de la realidad, porque además no se me da la gana hacerlo. Prefiero confiar, querer confiar, a pesar de todas las probabilidades de ser timado, una y otra vez.

Motoso, mocoso, y sucio los domingos cuando no me baño si no hay quien se quiera bañar conmigo. Ateo, fariseo, vendedor de almas y traficante de malos ratos... Misterioso, por no saber qué decir y preferir estar callao. Monótono, monocromático, copión, burlón y chismoso (mejor que reir de mi mismo es reir de la desgracia de otros, por más que prediquen que aquel que aprende a reirse de uno mismo es feliz, yo no le creo) Mal humorado, porque no respondiste mi sonrisa; lunático, porque aún me encanta la luna. Histérico, menopáusico si puediera.

Tonto, por no perder la esperanza... hasta hoy, de ti. Maldito, porque no tengo santo ni seña, y peor aún, ni iglesia ni fé. Irremediablemente irreversible, terco como mula, mula como yo. Maquiavelo frustrado, cantante sin voz, saxofonista sin saxofón (o mejor, saxofón sin saxofonista es lo que tengo yo). Mar sin cielo, cielo sin estrellas, estrella sin espectador ni astrónoma que me mire; sufrido, como telenovela, callado, calculador (siempre equivocado) y latoso.

Poco sincero, conmigo, contigo, con los dos; dos de tres y ya me quito, timador, amador si me dejaras (incluso toda la noche y la mañana también). Apostador, ludópata, friki cuando conviene, salamero cuando me sonries y un encanto si me llamas.

Es sólo un borrador, estoy seguro que aún me faltaría tanto... TANGO!

S

Un casi imperceptible roce con una mano cálida
por encima: un caramelo
Vuelve a latir por un segundo mi corazón
como recordando que aún puede hacer fluir sangre.
por un instante, sale de la sombra a tomar aire...
luego, regresa.