29 hombre 92

Ha pasado mucho tiempo desde que lo conocí.Lo absurdo es que aún sigo enamorada de él como el primer día.
Sigo enamorada del beso perfecto; al pie de la escalera y al costado del piano.
Sigo enamorada de sus rulitos castaños, sus ojos tristes y su sonrisa.
Amo sus pecas infinitas, su olor, sus formas.
Amo su bondad, su nobleza, su paciencia infinita, su estoicismo, aquella manera incomprensible de ser.
Lo amo en la plenitud del éxtasis los martes de febreros, e incluso los días fríos tratando de enseñarme inglés. Lo amo y lo recuerdo.
Amo su colección de chapitas (que compartió secretamente conmigo),sus discos, sus películas, sus ideas orates y sus cataratas hirientes de frases.
Lo amo en su impuntualidad precisa y en la forma tan feliz de verme llegar.
Lo amo y lo recuerdo.

Amo su compañia y su soledad. Amo sus mapas de promesas.
Amo sus silencios y sus despedidas, su tristeza otoñal. Lo amo y lo amaré siempre.
siempre creí que yo era hombre de ninguna parte,
el pueblo donde nací quedó al otro lado de un camino que habré recorrido cientos de veces
y ahora no es más que un lugar turístico que he de visitar de cuando en cuando.

yo que siempre miré las escenas de lejos,
espectador constante, llenaba mi copa con melancolía agena
foráneo
mi soledad y la soledad de ésta.

hombre de ninguna parte,
violín triste en la tarde

manifiesto, primera parte.

primero.

hace tanto tiempo que no escribo, con mucho esfuerzo mis dedos van recordando como golpear las piezas cúbicas del teclado. Han pasado... no lo sé con exactitud, pero quizás tres años desde que empezó el blog, podría verificarlo, pero realmente no tengo ganas. me he sentado a escribir, porque finalmente sé lo que quiero decir. el silencio de mi catarsis no implica que no haya tenido nada que decir, sino es la manifestación de un rompecabezas que no termina de ser completamente inteligible.

segundo.

voy a emprender un viaje, mañana partiré a medio día.

tercero.

el corazón quiere lo que el corazón quiere, y debe ser por esa razón que me cuesta tanto terminar de colocarte en el pasado; constantemente encuentro recuerdos en manojos que aún se sienten tan nítidos, que desearía encontrar la máquina del eternal sunshine para poder borrarlos a voluntad, lo siento, pero yo contigo nunca busqué un bonito recuerdo, quice más, un futuro o llegar a recodar juntos en alguna playa con arena blanca y agua de esa verde que se ve en las postales.

pero la vida es eso que sucede mientras cada quien hace otros planes, y así la vida sucede; hace demasiado tiempo he dejado atrás mi calidad de super héroe infantil o de omnipotente soñador, y he aprendido a aceptar la realidad por menos que me vea favorecido en ésta, con " la verdad aunque duela" como una de mis máximas he caminado estos años regocijándome en mi realismo y orgulloso de mi capacidad de adaptación. Nada de eso me ha servido, no al menos para recordar que quiero olvidarte. Ahora sólo quiero quitarme de encima todo el dolor que ha implicado esa incapacidad durante este tiempo.

Sé que no es una cuestión de decidirlo, pero por algo he de empezar. Un manifiesto, que quizá esté repitiendo para mi mismo, quizá más de una vez. Pero como en alguna de aquellas milenarias creencias orientales, aquello que repites constantemente es lo que estás llamando.

cuarto.

Si dejara de ponerle excusas todo el tiempo a lo que realmente debe empezar a hacer, entonces podría por fin empezar a hacerlo. No se necesita más que empezar. Porque cada pequeño paso que se da hacia adelante, es un pequeño paso más cerca a donde se quiere llegar. Y a pesar del pánico que me da decirlo en voz alta, esto debe empezar, aquí y ahora debe empezar a construirse lo que quiero construir. Si mi corazón ha de quedarse estancado en una situación en la cual uno preferiría deshacerse de él, entonces por lo menos, todo el resto del cuerpo debe empezar a moverse para dejar atrás todo un camino que ha sido los últimos qué, dos años, un camino hacia ninguna parte. Y que la neblina se disipe de una buena vez.

olvidarte

Una mirada lejana, sonríes.
Es extraño pensar en esto que te has convertido, una imagen lejana.

Que extraño puede ser un olvido incompleto.
Como perder la sombra en una historia de Murakami,
Perder el corazón, hasta el punto en que no se le extraña.

Y sin embargo, termino extrañándote, que tan irónico resulta?

Olvidarte es un camino largo, tedioso lleno de peripecias extraordinarias, una aventura.

Han pasado cinco años

Han pasado cinco años y casi nueve meses
porfin terminé todo.
Bausate la noble escuela, Bausate la jato de la esquina
Bausate, la que le falta infraestructura,
Bausate la que todo el mundo habla mal, se queja, reniega y al final la quiere.
En lo que a mi respecta tengo mucho que agradecerle, tanto académica como personalmente. En Bausate aprendía a crecer, leí los mejores libros- aquellos de Alvin Toffler, Henry Miller y Taylor Cadwell-, aprendí y aprendí.
Bausate me permitió conocer a los mejores y buenos amigos; los eternos, los juergueros, los nobles,los divertidos, los estudiosos, los locos y los malos.
También me hizo conocer el amor resumido en seis letras y me ayudó a liberar mi alma de poeta (fructífera época que sólo duro dos años)
Bausate me regaló los mejores momentos,tardes hambrientas de crónicas policiales y de investigación.Me regaló, también, largas jornadas de trabajos en bibliotecas, los mejores recuerdos en el aula de fotografía.
Bausate me dió las grandes historias, los mejores guiones, las anécdotas, las guitarras, las armonicas, los gritos, las pinturas, las canciones.
Bausate en sus tardes nulas formó mi convicción trovera al lado del excelente fotógrafo Chemiwel.
Bausate me dió tantas cosas.
Hoy después de mucho años me despido de ella con mucho cariño, con mucha simpatía y harta nostálgia.

Monólogos de la Bajita


La mujer que intimida a los hombres sufre una nueva decepción y comienza a cansarse del síndrome del muy-muy: su mamá considera que es muy canchera, sus amigas piensan que es muy mandada, su papá opina que es muy lisurienta, sus amigos le han advertido que puede caer pesada por muy sarcástica, sus colegas la encuentran muy competitiva, sus pretendientes la ven muy autosuficiente, y en general ella está consciente de ser muy cague de risa, muy informada, muy bien pagada, muy recorrida, muy popular, muy viajada, muy chambera, muy fuerte.El problema es que para ella sus muys no son defectos, al contrario, está orgullosa de sí misma y hasta hace poco creía que cualquier hombre se sentiría honrado de unirse a una mujer como ella, pero sus experiencias recientes le demuestran lo contrario. Si hubiera nacido varón -piensa- esos rasgos que no tan sutilmente se le reprochan no solo serían calificados como virtudes sino que además se convertirían en infalibles herramientas para conquistar al sexo opuesto pero, como toda mujer (cuántas veces se lo habrán repetido), ella tiene que elaborar una estrategia para que los chicos no se asusten.

Aunque le ha costado mucho aceptarlo, prácticamente ya se ha resignado a la idea de que si quiere conseguirse un novio ella no puede aplicar la conisgna de "ser tú misma". Tanto tiempo desperdiciado en devorar revistas femeninas y manuales de autoayuda.

No es que le falte compañía tampoco. En realidad, tiene más amigos de los que quisiera: muchos de esos patazas del alma fueron en principio candidatos a novio e incluso novios, pero se quemaron en la puerta del horno, se chuparon, les dio pánico escénico, whatever, y terminaron declarándola "casi una hermana", "como una madre", "un pata más". Qué podría hacer sino agradecer la deferencia y pasar a otro tema.

La mujer que intimida a los hombres no sabe por dónde comenzar su proceso de transformación en mujer que atrae a los hombres. Sabe que algo anda mal, pero sospecha que no necesariamente en ella. Muy en el fondo abriga la esperanza de encontrar alguien que la mire con deseo en lugar de respeto, que la quiera escuchar en lugar de pedirle consejos, que la vea como a una igual y no como una amenaza para su virilidad, que quiera aprender de ella y que se dé cuenta de que ella también está dispuesta a aprender de él. Pero no pasa nada, el tiempo apremia, las arrugas asoman, los ovarios envejecen.

Por dónde comenzar, se pregunta la mujer que intimida a los hombres. Su mamá le aconseja que se muestre más vulnerable, que se ueje, que llore o haga pucheros, que despierte alguito de compasión, en resumen. Su viejo se limita a repetirle que "la mujer del César no solo tiene que serlo sino parecerlo" y, él no lo dice pero ella lo adivina, "dejar que César parezca lo que le provoque". Sus amigas le recomiendan que no ande ventilando sus experiencias sexuales, que deje que los patas se ufanen de sus dudosas hazañas y que se haga la sorprendida en la cama. Sus amigos le sugieren que se quede callada de vez en cuando, que no sea tan alegosa, que se calle en lugar de ponerlos en ridículo cada vez que creen estar enunciando una verdad universal. Su jefe insiste en que algo de diplomacia no le vendría mal, que las mujeres tienen que convencer y no imponer, que trate de ejercer una autoridad más maternal. Su último ex le asegura que ella es casi perfecta y que, justamente, ese era el problema, si solo hubiera sido menos exigente, le jura, él todavía seguiría con ella.

La mujer que intimida a los hombres promete que va a hacer un esfuerzo por ser diferente, no se anima a decir "mejor" porque intuye que, si triunfa en esta empresa, no necesariamente va a convertirse en una persona más valiosa de lo que ya es. Trata de convencerse de que vale la pena sacrificar la personalidad que construyó a fuerza de terapia, autocrítica y rebeldía si con ella se hace acreedora a un compañero de camino. La mujer que intimida a los hombres se dice adiós. Está rota y se apresta a darle la bienvenida a un descosido.

Jennyfer Llanos