La receta de la felicidad

Corrían las últimas horas de luz por la tarde, estaba sentado en aquel lugar donde el té sabe a otoño; meditando en la cantidad de encendedores que habían muerto en mis manos y el genocidio de cigarrillos que habían causado, derramando su sangre negra, alquitrán y nicotina, en los ríos de mis alveolos pulmonares... batalla interminable diría yo.

Entonces todo estuvo claro, al menos parecía estar cerca a la receta de la felicidad:

"Busca a alguien tan o más miserable que tú"

Y se hizo el salud del logro con un café medio amargo y medio frío.

Se encendieron las luces del lugar, caderas pasaron por esa extraña dimensión donde toda muchacha bonita parece estar fuera de alcance; entonces, otro cigarro empezó a ser calmadamente asesinado.

Pensé en escribirle, decirle en el mail lo mucho que la extrañaba, que regrese a mi lado...

-Mejor beso el cañón de la pistola y jalo del gatillo con dulzura.-me dije regresando a mis zapatos
-No eres el personaje de tus historias. -respondí inmediatamente- Ni siquiera tienes una pistola... - Me dije regresando a la piel que uso todos los días.
-No pues, no lo soy. Todo sería más fácil si lo fuera. - Y terminó el pequeño monólogo cuando recordé que debido a una maldición, soy un terrible optimista, amante de la vida.

Las heridas que abrimos sin darnos cuenta,la salmuera que hacemos luego con aquella frase de cierre, como quién le coloca una cereza en lo más alto del pastel; los detalles que son más terribles que el cianuro, como el movimiento sutil del cuerpo casi en incercia e inconciente, el que otros guardan como dagas en la memoria... Debo haber lastimado más de lo que recuerdo.


Lo sé, porque a mi me lo han hecho, más veces de las que en ese momento podía contar.

"Quizás, sin mi
Tu universo sea mejor...
My dear. "

La primera estrofa de aquella canción que componía días atrás con Fernando aún tenía eco en mi cabeza; me recordaba aquel momento en el que empiezas a temer a quién más amaste, porque sabes que no podrías soportar más de sus ataques de amor terrorista apuntados hacia lo más profundo de tu ser. Porque claro, cuando te sucede a ti es peor que telenovela venezolana; pero cuando le sucede a otro es una bagatela sin importancia.

Corrían las primeras horas de oscuridad en la tarde, cinco meses después y recién lograba sentarme tranquilo en aquel lugar; a pesar de tener cicatrices sobre lo que alguna vez fueron heridas abiertas, mi corazón idiota no lograba comprender que no debe acelerarse con la mínima idea de aquella fémina. No importa, ya llegará el tiempo en que sus latidos sean tan suaves que olvidaré que existe (mi corazón, por supuesto).

Tal vez, sea necesario encontrar a alguien tan o más miserable que uno mismo; así ambos cuidarán de no lastimar, tendrán la oportunidad de no dejarse lastimar tan fácilmente. Y aunque no soy de aquellos fáciles de herir, debo dejar de creer que no pueden hacerlo; porque puedo ser duro mientras soy frío, pero a veces se aparece un alma bendita que logra entibiarme el alma.

Cuando terminó aquel café, supe que debía regresar a casa.

ESTAMOS SOLOS!

Perdidos en la inmensidad de la noche atravesamos el tiempo cantando, nuestra miseria nos da las excusas necesarias para cometer errores siempre...hoy, que llega la calma, reflexionamos y comprendemos un poquito más que nuestro propio perro (será realmente "nuestro" este perro?...) que nos equivocamos más de lo planificado!
Esa noche esperé muchísimo al tren que no llegaba, porqué los trenes se demoran tanto siempre?... porqué la hora esperada no llega rápidamente para que nos encuentre solos en la estación perdida?...hay muchísima gente, muchas manos, pies, rostros, torsos y caderas...desconocidos que miran al vacío, que no nos ven nunca, que ignoran su propio rostro y sus lunares... y derrepente encontramos a alguien, alguna persona que se convierte en nuestra búsqueda, en nuestro horizonte y nuestras noches pobladas de sueños...hasta que nos deja...nuevamente solos...perdidos en el gran cosmos delante del atardecer más bello del mundo, exactamente el único atardecer que valía la pena compartir!
Es entonces que debemos estar solos siempre y considerar la posibilidad de ser únicos y exactos en la inmensidad de nuestro amor, de nuestras ansias, de nuestros propios pensamientos?
Me queda el roce de tus manos, tus caricias de perrito faldero y tu traición artera y lúcida...me queda la alegría inmensa de saberte también solo!
Sía Sía.

a dónde fue a parar todo ese dolor?



Después de recorrer tantos caminos en busca de respuestas, gritar en silencio y esperar tu llegada cada noche cuando la oscuridad llena la casa; miles de millones de minutos de incertidumbre, sin saber si algún día volveré a ver tu rostro amado, sentir el calor de tus abrazos y saberte cerca, ¿dónde estás?; los que te llevaron jamás me dijeron nada, su silencio quedó grabado en mi memoria y sus rostros fríos como las noches, con tu ausencia.

Busco algo o a alguien que logre cerrar esta herida, con la que (lamentablemente) he aprendido a vivir todos estos años, no hay cura para el dolor, eso lo sé, así como sé también que en algún lugar de esta tierra nuestra, estás tú, esperando.

Hace poco, vinieron de lejos para llevarse mi historia, nuestra historia, se llevaron con ellos mis lágrimas y todas las palabras que les pude dar en tu nombre, saben como vivíamos, lo que pasó, saben que te quiero y que aún después de tanto tiempo, te espero.

¿Qué harán con mis palabras, con mis lágrimas y con mis sueños?, les dije todo, pero a veces las palabras se las lleva el viento... ¿será que por fin, por lo menos nos darán algo para seguir creyendo?

Así como tú, muchos desaparecieron, se los llevaron igual que a ti y sus familias siguen en la espera, como yo, suspendidos en el tiempo.

Si lográsemos por lo menos esta vez, unirnos y construir algo con nuestras propias manos; hacer una barrera, un guardián que nos proteja del mal y nos recuerde lo que hemos vivido, para que nuestros hijos y los hijos de estos no olviden, jamás olviden lo que pasó, para que nosotros mismos no olvidemos y compartamos por esta vez el dolor de todas las casas, de todos los que quedamos y los que ya no están.

Unir los dolores, tejer con ellos una sola historia que contar, talvez así, compartiendo, con la certidumbre que esta historia no va ser una más, con la esperanza fundada en los niños que van a quedar para pelear por un mundo mejor, en el que estos horrores no se repitan. Talvez así, el dolor hiera menos y yo pueda morir en paz.

Cada uno de nosotros podría dar un trozo de ropa, un pedazo del zapato extraviado en medio del horror, una hoja del cuaderno de colegio del hijo que nunca volvió a casa, una foto, un mechón del cabello que le cortaron cuando todavía era un bebé, un pedazo de la vela que se derritió anoche mientras pensaba en que todo era una pesadilla y su padre abriría la puerta nuevamente para compartir la comida, un dibujo de nuestros niños, ahora hombres que sufrieron en su infancia el dolor y la desesperación de saberse solos.

Juntaremos los fragmentos de esta historia para dejar nuestro testimonio plasmado, fuerte e inmortal; una obra que le cuente a todos lo que hemos vivido y que albergue en sus entrañas, en su esencia, los fragmentos de nuestros propios sufrimientos.

Podemos hacer con nuestras manos un ángel guardián, blanco como la esperanza, como la pureza de nuestros niños, fuerte como nuestra gente, valiente como todos los que quedamos después de esta guerra y seguimos luchando, amoroso como las madres que pese al dolor de perder a sus esposos, siguieron amando y peleando por sus hijos, un ser acogedor y protector.

Un ángel (aunque sabes que no creo en los ángeles), que nos represente a todos, que pueda ser a la vez el esposo, el hijo, la madre desaparecida, que pueda ser todos y cada uno de los que se fueron, poder verlo a los ojos y reconocerte en ellos, tocar su mano y sentir que tú eres parte de los elementos que lo componen, hablarle de vez en cuando, sobre todo en esos momentos, como este, en que te hecho tanto de menos.

Pero, lo sé, este sueño es casi tan loco como aquel en el que despierto y tú estas a mi lado… será?
***¿que habrá pasado con todas las historias post guerra interna que se recogieron? ¿serán ahora solo una parte mas del silencio? ¿o solo unas letras mas que casi todo el mundo pretende orlvidar?, esta es solo una historia, ficticia, perdida en el tiempo y buscando un resquicio para salir volando... encontró la dulce oportunidad de asomarse en esta estacion perdida... gracias por el espacio =) ***

Noches perdidas (parte II)

Los tres reyes y el cocodrilo verde

Lugar: Bar "Cocodrilo verde"
Hora: Otra vez por media noche

Estaban sentados los tres reyes,
en torno a una mesa de cristal
donde bailaba una botella de pisco...



Planificaban, maquinando con ingenuidad
conquistar el mundo
escribiendo rimas y demáses
para poder ablandar el corazón
de una que otra damisela
que en lugar de pedirte lo que eras
te pidió más que el qué podías ser,
no, ésa rima es sólo mia.


Guardaba cada rey en su solapa
una flor con una historia
y cada historia diferente
una terminada,
otra que se estaba viviendo
y una más, que quería ser vivida.

Sin importar el color de las flores,
todas sabían un poquito de la otra;
porque de historias de esas todos tenemos un poco
Y aroma a flores llevamos también en el pasado.

El cocodrilo verde esa noche estaba tranquilo,
y porqué no, si es un bar pequeño
moderno y sereno
que auyenta a la muchachada a colmillo blanco
y las lágrimas que puedas derramar
sentado al lado de la ventana
pues son de cocodrilo y tienen sabor a mosto verde.

Sitio recomendado por este viajero.

Francisco de Paula Camino 226 - Miraflores; Lima-Perú
Bar - Café Cocodrilo Verde


Muy tarde...

La tarde esta nublada,
escucho ladrar un perro a lo lejos,
se encienden las luces de los postes solitarios,
y no sé si estoy pensando en tí,
pego mi cara a la ventana fría,
vidrio empañado...respiración de angustia
y no sé si estoy pensando en tí
tocas el timbre desesperadamente
tocas la puerta con brutalidad tímida
tocas con tu voz mi nombre
te escucho, te escucho, ¿Me entiendes?
y no sé, si estoy pensando en tí
hablas sin parar, explicas y te complicas
tu pregunta final...
¿Has pensado en morir?
Tengo frío, la tarde esta nublada
se escarapela mi cuerpo y ...
mañana quizás... respuesta final.
Y no llegas más al colegio
no llegas mas al colegio...
Estoy pensando en ti.

Te dije aquella vez, cuando tomábamos té
y preguntaste porqué me gustaba

"Porque sabe a otoño"

y reiste, como si
estuviera hablando alguna tontería
quizás, en algún momento lo sepas
y logres saborear una que otra primavera...

Te invitaré a tomar otra vez
de aquella taza
donde se esconden tormentas
si la saboreas con calma.

Y si la paciencia te alcanza
beberemos madera de un Manhatan
uvas de una copa vacía
y alegría de la vida.

Probablemente entonces,
entiendas,
porqué decidí
evitar tus besos que no supieron a nada.

Noches perdidas (parte I)

Lugar: Bar "Münich", centro de Lima
Hora: cerca a la una de la mañana.

Sonaba un piano desafinado por lo viejo que está, acompañado por la batería cuya tarola sería mejor reemplazar por una lata de aceite o una olla; pero ahí estaba, disfrutando del sentimiento melancólico y oxidado del ambiente, tomando pisco sour y fumando de mis cigarrillos como si no existiera un mañana.

Insertada en la conversación se me escapó una frase probablmente desde el subconciente, era más o menos: "Yo, ya no sufro, sólo muero... quizá porque mi corazón ya conoce todo el proceso y ahora ahorra tiempo" La última parte se me acaba de ocurrir, pero quizá sea la forma adecuada de comenzar todo esto.

El "Munich" es un bar que sabe a viejo; de ambiente tranquilo, gente mayor
y sabor latino... Aquella vez logré reir.

BAR MUNICH
Jirón de la Unión 1044 (sótano) - A media cuadra de la Plaza san martin
Centro histórico - Lima

Y no hay a donde huir...

Mi maleta lista,
una nota que decia: no me busquen más... yo estaré bien.
( típica nota casi suicida)
la cabeza a punto de explotar
valor corriendo por las venas
mi corazon con una raja casi por la mitad
y me detuve a pensar... que no regresaría.
todo listo, bueno casi.
No tenia a donde huir...

yo y ella (el burro por delante)

-Dame tu cariño y afecto, yo lo haré cuando tenga tiempo-, a eso me suena su “cariño”, es tan jodidamente indiferente. Ella fue feliz el domingo y yo oculté mi infelicidad para no arruinar su cita, e inclusive pague el taxi para que llegara rápido (que idiota). Me pregunto ¿qué hubiese pasado si me negaba a pagarle el taxi?, supongo que lo que paso hoy cuando me negué a hacerle un favor, su amor es funcional, hoy no le fui de utilidad.

Soy un simple pordiosero a las espera de algo que, quizás, no podrá obtener (la dicha de ser amado) o es que en realidad no entiendo su forma de amar, ah lo olvidaba “solo me quiere” (es mas cariñosa y mimosa con el perro), ¿se puede llegar a ser cursi con un perro? Son muchas preguntas y nunca habrán respuestas.


“Dime ¿de quien es el trozo de tu corazón que no puedo tener?”, es la parte de una canción (una suerte de puñal que no paro de escuchar me golpea, deja marcas, no las quiero mas). Puedo imaginarme de quien se trata, solo escuchando y viendo sus ojos al hablar de él, no son los mismos ojos que usa al estar a mi lado, ¿todo lo que vivimos meses atrás fue en verdad malo?, no lo se, nunca en mi vida había estado con alguien y estar tan solo.


YO: el cantante
ELLA: la cantante(indiferente)


El Cierzo


Té de hierbas con miel. Yo-yo Ma tocando a Piazzolla.
Volvemos de caminar entre colores, verdes, blancos y rojos de mineral; naranjas y morados en los cerros; juego del sol ocultándose e incendiando los árboles.

El fuego hace arder las piñas, y se prepara para hacer su viaje por los caminitos que lo llevarán a espacios de madera perfecta, laberinto de luces, piedras aún frías.
Una pila de discos atrajo mis ojos. Ahora, como en un sueño, estamos los cuatro, estando sin estar. Y descubro, nuevamente, que existen las coincidencias, las casualidades.

¿Qué me trajo aquí? En una terraza (mientras abajo pasan tractores cuyos jinetes no tienen reparo en hacer sonora la duda, el “¿qué hacen ahí arriba?”) siento, al lado de un nuevo par de ojos, que vale la pena cultivar todos los pedacitos que nos forman, que compartir algunos espacios tiene un sabor delicioso, y que podemos volverlo (el compartir, lo compartido / volvernos) tan grande como le permitamos a nuestras manos.

Y siguen los juegos y escalas del bandoneón.

A todos nos llega el Cierzo. Abrimos los ojos por un segundo, y luego nos obliga a mantenerlos cerrados, con fuerza, con el corazón a mil y un sueño entre los dedos.

hoy es tu cumpleaños

Si regreso unos cuantos post atrás,
sé que no soy muy fanático de los cumpleaños
pero también he aprendido que hay mucha gente
a mi alrededor, que por cuestiones de azar o algún
bendito movimiento estelar, han influido en mi vida
me han acompañado, han sido felices a mi lado
y han sufrido también cuando yo estaba triste...

Por ellos, por aquellas personas que nos acompañan viajando,
por los viajeros que frecuentan las estaciones de mi vida;
quizá ahora valga la pena celebrar el día en que llegaron a este
extraño universo.

Sé, al final, que nunca llevaré ropa de celebración
el día en el que yo llegué sino sólo un sabor medio amargo me quedará
pero si quiero celebrar
a aquellos importantes en mis andares, así que intentaré
ser feliz con ellos en sus respectivos.

Así que feliz cumpleaños a todos!
Porque al final, tu eres importante para otros
se feliz y celebra con ellos,
ya que quieren recordar ese día en el cual
llegaste para hacer que se sintieran menos solos.

Toledo

Es un sueño, no podía ser de otra manera. Me perdí en las callecitas y seguramente en unas horas empiezo a dar vueltas.

¿Alguna vez has dejado de hablar tanto tiempo (quizás no en el reloj, pero sí en tus ojos) que pasa por tu cabeza la idea loca de qué pasaría si abres la boca y no sale sonido alguno?
Quisiera saber el nombre de los árboles que me acompañan ahora. Soñé, hace unos minutos, con un viaje que me traía aquí nuevamente, pero no estaba sola; me perdía contigo entre las calles, o al menos te hacía creer que estábamos perdidos, para luego mostrarte cada secreto (escondido tras una esquina) con un beso sobre un murito de piedra.

“Tengo hambre”, rompió el silencio, y noté que mi voz era la misma. Eran mis manos las que morían por escribir y mi cámara la que ya había trabajado mucho.

Entran estudiantes y, ¿una profesora? Me sonríe. Estoy en un patio lindo, fuera de alguna facultad. Se oyen adentro, risas. Cierro el cuaderno y voy por algo que llene la panza.

En Toledo cada calle cuenta una historia. Una pared roja al fondo de unas escaleras obliga a cambiar el rumbo, el rumbo que simplemente no existe, que se inventa al paso. Desde la Muralla y más lejos aún todo parece una torta enorme y preciosa; dentro de ella puedes imaginar el laberinto del Minotauro, pero no necesitas un hilo para llegar dos veces a la misma placita y decidir que es momento de sentarse y abrir un libro. Y comer un mazapán. Y empieza a llover.

hoy hace calor

algo que definitivamente deberia dejar de hacer es escuchar cierto tipo de canciones...

especialmente esas que te r e c u e r d a n momentos que significaron algo en tu vida
pero que ahora ya no.

una vez me quisieron regalar un brujula,

me pregunto de que me hubiera servido una brujula cuando no hay nortes en tu vida?

para que sirven las cosas cuando no las necesitas.

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Que pasa cuando las cosas que necesitas llegan demasiado tarde

que pasa cuando las personas que necesitas llegan demasiado tarde

que pasa cuando todo en tu vida llega tarde


O sera que simplemente te adelantaste?

y por eso

todo se cayo a pedazos.

y tu te quejas...

porque no puedes volver

ni desaprender

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Bailando

El verano se sentía en todos los pasillos; ella esperaba por esperar en uno de los balcones...
Una brisa refresacante jugó suavemente con su cabello, cerró sus ojos...
Y se elevó su alma bailando Bossa Nova.

Quieren intentarlo?


Viajero de paso I

Maldito dejavu

Agradezco mucho la invitación a escribir aquí, siento una cierta conexión con muchas de las escrituras encontradas en esta página. Existe la posibilidad que termine siendo un viajero frecuente, pero aún no estoy seguro. De todas formas, muchas gracias, especialmente a Toshio por la invitación.

Maldito dejà vu

Un día suave de verano, la veo, acaba de empezar la universidad, cachimba tenía que ser. Los días pasan, los miércoles me la encuentro en las escaleras del tercer piso de la facultad, ella yendo a su clase, yo a la mía, nos saludamos y así pasan los días.

Por ahí y por allá la encuentro,

- Hola, ¿cómo estás?
- Yo bien, ¿y tú?
- Bien.

Y así pasan los días.

Besito en la mejilla, talvez un abracito. La historia se repite. ¿Quién fue la persona que dijo que si no se aprende de la historia, uno está condenado a revivirla? Bueno, parece tener razón. Ese lapso de tiempo que se repite dando la sensación de un dejà vu cada cierto tiempo que lo tiene a uno mentalmente inestable hasta llegar al punto de la desesperación. Tratando de librarme de mi ciclo, para este punto, normal, decido hacer cambiar la historia.

- Oye, no sé si te gustaría ir a tomar un café o algo conmigo este fin de semana. ¿Te animas?
- Ya, normalazo, ¿el viernes está bien?
- Sí, está bien, a las 8 en larcomar?
- Ya perfecto, oye, tengo que ir a clase o si no el profesor se molesta
- Ya, no te preocupes, yo también tengo que ir a la mía. Nos vemos ahí.
- Ya, ¡nos vemos!

Llega el fin de semana, hecho una bolsa de nervios, caminando ida y vuelta, esperando su llegada. Para este momento la hora había cambiado un sinnúmero de veces y ya no estaba seguro de estar a la hora correcta. Contemplo las luces, gente en la discoteca, restaurantes, cine. Varios entes con entes a su costado, abrazados, de la mano, besándose y amándose el uno al otro. Los ojos encontrados, esas miradas sincronizadas que sólo ellos entienden y nadie más. Ojos que dicen todo lo que hay que hay que decirle al otro. Ese “te amo” que nosotros lobos solitarios no sentimos desde hace mucho, solamente nos pasamos los días caminando en la nieve esperando esa cosa maravillosa, sin embargo, no llega. ¿Será que tenemos que ir a buscarlo? ¿Será que deberíamos dejar que venga a nosotros? ¿Será que simplemente llegará o no a una persona, cosas del destino, del orden de los planetas, signos del zodiaco o algo parecido? Todo esto pasa por mi cabeza mientras el calor bienvenido del cigarrillo me llena el cuerpo durante esa noche fría de invierno.

De pronto llega, la veo bajar las escaleras, el habitual besito en la mejilla y un abrazo. El saludo que he escuchado tantas veces ese ciclo pasado y que he apreciado pro igual cantidad de tiempo.

- ¿Vamos por un helado?
- Ya, está bien, vamos.

Caminando por todo el complejo, se habla de todo y se habla de nada. Todo parece ir bien. Juegos de chibolos, fulbito de mano, tiro al blanco y otros que para mi solamente son artefactos que acompañan la verdadera intención de la velada. Diversión y conversación llenan la noche.

Termina la velada, la dejo en su casa. ¿La invito para una segunda salida? ¿Me aceptará? Ese guión que nos repetimos al terminar una noche de estas. Las preguntas que nunca tendrán respuesta sin hacerlas pero lo pensamos dos veces antes de llevarlo a cabo. Antes que me diera cuenta, ya había entrado a su casa. Regreso a la mía y esas preguntas siguen merodeando y plagando una mente que debía estar enfocada en otras cuestiones, sin embargo, iba a ser respondido.

- Oye, ¿con qué intención me dijiste para salir? ¿Era una cita?
- Bueno, a mi me gusta pensar que lo fue, ¿por qué preguntas?
- Es que… no estaba segura. Pensé que estábamos saliendo como amigos. Verás, hay este chico, yo le gusto y el me gusta y salimos.
- Ahhh… bueno. No te preocupes, está bien, entiendo.

El resto de la conversación es irrelevante en vista que no hubo mucho más que venga al caso después. Esas preguntas que orbitaban mi mente ya se disipan. La noche pasada simplemente cambia de perspectiva. Conversaciones posteriores son vacías. Se mencionan cosas irrelevantes a una plática trascendental que sigue un fin. Poco a poco disminuyen. Los saludos a través de los días van desvaneciendo. No hay besito en la mejilla, no hay abrazo. Se regresa todo a como era antes de conocerla. Sigue caminando por ahí, sólo que no conmigo. ¿Estará arropada con otro hombre mientras que yo yazco solitario en mi cama? No lo averiguaré ni deseo averiguar.

El lobo regresa a la pradera, caminando sin un sentido fijo, yendo en círculos una y otra vez. Veo mis huellas anteriores, sólo que me demoré un poco más en encontrarlos que lo usual. Veo el árbol bajo el cual dormí hacía un par de noches. Voy y me echó a su costado, recordando eventos pasados recientes y antiguos. Sólo puedo pensar: “maldito dejà vu”.

Raz

Ven

Uno un poquito viejo, pero sólo para mí... (sólo para mí viejo. ja.)
- Ven, que este sueño sólo puede ser de nosotros.

Caminaron minutos que parecieron años; años del mismo instante, con los ojos mirando las arrugas de la calle y las manos peleando contra la fuerza del imán; años de tiempos anteriores que se resumieron en una sola mirada y trataron de fundirse en cada segundo posterior.

Ya se lo habían dicho: hay libros que no tienen última página. El error fue la terquedad, la necedad de haberla inventado todo ese tiempo, pero nunca haber acertado al imaginar el momento real: él diciendo todo eso que trató de alejar, él extrañando, él poniendo las cartas sobre la mesa después de años de haber tenido todas las características de un jugador pasivo.

¿Por qué negarlo?, la agarró de sorpresa. Nunca tuvo problemas con eso de “ponerse la armadura” o “inventarse un escudo”, pero las sonrisas mezcladas con el olor y un aire de confesión e inmensa sinceridad jamás habían sido predichos, y su coraza vivió lo que vive una roca al ser erosionada por el viento, instantáneo, efímero quizás.

Caminaron lejos de la gente, tal vez sólo los separaban un par de metros, pero cada centímetro hacía las de milla y en el silencio se podían escuchar los corazones, las respiraciones. Fueron incontables los momentos revividos y otros tantos los que ninguno se atrevió a mencionar. Y quedó en el aire un aliento de felicidad, de paz, deseo, frustración.

Te quiero contar una historia que ni yo misma me atrevo a creer. Quiero compartir contigo un sentimiento tan viejo que no bastaría ese “siento como si nos conociéramos de toda la vida” para que llegaras a entenderlo. Últimas páginas, puertas que no terminan de cerrarse, así será siempre, si logras acostumbrarte a mi humanidad, a mi realidad. No es cosa de locos, puedes preguntárselo a esa alma que se sienta una vez por semana en un sillón frente al mío a escuchar mi música interior; es un ciclo, y como en los mitos, tendríamos que empezar a explicar hechos extraordinarios, que en este caso van atados a un saco de huesos y experiencias llamado “yo”.

Cuando lo vio sentado, rodeado de tantas caras conocidas, jamás se imaginó que sería él el recipiente de todas sus historias y risas esa noche. Los llevó el tiempo y las distancias, cerca de las conversaciones, cerca de la mesa con hielo y Ron. ¿Cómo puede sentirse un espacio tan pequeño si la gran muralla fueron los años y el rencor?. Nunca lo entendieron porque se dejaron llevar por la alegría de volver a conocerse, de volver a aceptarse existentes, dejar de negar todo lo que definitivamente eran el uno para el otro y todo lo negro que había sido el tiempo (al menos parte de él) revuelto con la imposibilidad de decir “te extraño”.

- Ve, que ese sueño jamás dejará de ser nuestro, porque siempre seremos los mismos, “porque nunca faltará un tema entre nosotros”.
Caminaron, cada uno hacia su castillo firmemente edificado, listos los dos para adaptar un cuartito como cuartito de los sueños, para reír y encontrarse siempre en una mirada.

Quiero que sepas que nada te hace menos y que son mis ojos los únicos que pueden otorgarte la inmensidad. Vive esta aventura conmigo, ahora que ya estoy contenta con el final de ese mi otro libro, ahora que entiendo que la magia está en construir la mayor cantidad de historias, y no armaduras ni castillos sin cuartitos adaptables.
El viento sonaba lentamente
me recuerda esas canciones suaves
que adormecen...comienzo a mecer mi cuerpo extraño,
El viento es mas fuerte
llueve, llueve y llueve
hay mas sonidos que se mezclan, todo es un ruido extraño,
la tarde es muy rara...
...dejavu...
pero, siento que falta algo...recuerdo amargo,
bulla, ruidos...
llueve, viento, viento, llueve más,
no se, si siento humedad
ya no siento, no lo sé
vendaval melódico
que derepente, se tropieza en mi rostro ciego,
GRITOOOOOOOOOOOOOOOOO
como si mi garganta se bifurcara, para que aumente el tono intenso de mi alma...
Grito sin parar
derepente ... de pronto...luego..AHORA
.......................silencio absoluto..........................
se detiene la lluvia asustada,
el viento melódico no suena mas,

LLUVIA
LLUVIa
LLUVia
LLUvia
LLuvia
Lluvia
lluvia
......
VIENTO VIENTo VIENto VIEnto VIento Viento vientooo...

¡Calla, calla, calla!

Hoy la tarde esta tan rara...
Alguna vez sintieron que alguna ciudad los consumia? esa ciudad para mi es Lima, tal vez sea exagerado pero hay tanto desorden, tanta suciedad y las personas!!!! que tienen??? por que tan malhumoradas????

Pero, aaaaa tantos "peros" en la vida no??? Ahora estoy al otro lado del mundo y como extraño esa ciudad, aquellas combis, micros a los que te subes porque eres tan misio que no tienes mas remedio que hacerlo.

Siempre me ha gustado ver el cielo, las estrellas, las nubes pero en Lima solo ves algo gris que cubre toda la ciudad, no se si es el reflejo de "esa" ciudad o es que las nubes, estrellas se cansaron de verla y huyeron.

Pero.... extraño esa masa gris, extraño intentar encontrar alguna nube, alguna estrella porque debajo de esa masa esta Lima, esa ciudad donde en cada rincon encuentras un buen lugar para comer, siiiii esas esquinas con sus anticuchos jaja, o los cebiches no see tantas cosas.

Viajando

Todavía en Lima, no me queda claro si es el sueño, si son los nervios por cruzar el charco, si es el no sé qué de pensar en mí esa forma loca en la que soy especialista… tengo ganas de teletransportarme a Madrid y ahorrarme el súper vuelo.
Me encanta y sé que me va a encantar. Pero algo me jala los pies, quizás ese algo que normalmente los jala por debajo de la cama, ese algo del que escapé hasta ahora porque mi colchón está en el piso. Quiero ver, tengo los ojos muy abiertos; quiero sentir y “flipar” sintiendo.
Datos: aquí no hay tamales ni picarones. Los churros son como picarones, en forma, pero no en masa. Otro dulce, de cuyo nombre no quiero acordarme, tiene la forma de un churro pero la masa tipo picarón. Las cosas no se malogran, se estropean o se rompen.

Llegué y me estaban esperando hacía mucho en la estación. Yo sólo pensaba en la locura que iba a ser conocer Barcelona antes que Madrid por haber estado metida en la cama con amigdalitis. Fuimos a la casa de todos y de nadie, una “casa ocupa”. Ahora veo las fotos y hasta los colores eran perfectos. La primera noche me dijo: “las amigas de Rosaura duermen con las mochilas hechas por si viene la policía a sacarlas… ¿qué hacemos?”, yo sólo me reí. Y luego dijo:”cuando me contaron que era así hasta les pregunté si estaba mal que te dijera para que duermas conmigo en mi cuarto”; esta vez lo miré y mientras confirmaba que era uno de mis amigos más altos le pregunté si se movía mucho de noche, “sí”…. Ah, entonces mejor no.
En Barcelona las calles se angostan y las casas se acarician. Una flor en un balcón es el detalle perfecto para los edificios de óleo. Los colores de las frutas en la Boquería son sonrisas con sabor a ti.

Fue una noche de esas, en las que pienso más y más en lo que quiero soñar, en lugar de soñar simplemente. Fue uno de esos enredos en los que me meto cuando dejo que mi mente vuele, de la mano con espacios de mi cuerpo que no logro descifrar. Y lo desconocido llega con un toque de dulce, de risa. Y tiemblo, y abro los ojos, y sueño despierta y me asusto con todo lo que tengo entre las manos, sin saber dónde ponerlo, hacia dónde mirar.

Y en un pueblito lindo y con mar metí los pies al agua y terminé pensando en ti. Siempre llegas en los momentos en que deberías estar más lejos. Siempre porque encuentro espacios en los que me veo más “yo”, de tu mano. Y hablo de ti. Hay libros que no tienen última página.

En una de las caminatas entramos a la Pedrera, había una exposición del Arte en Venecia. Un cuadro me llamó la atención, el título era: “Les diferents edats de la vida de l’home i de la dona des del naixement finis a la mort”. La mujer de 5 años decía (la niña en realidad): “Soy alegre porque no sento de l’amor aun el tormento”. La de 20 años decía: “De mi juventud el fuego arde en excessivo grado, hasta ponerme en estado”. Me llamó la atención y me dio risa.

Como siempre el cuadro termina con una imagen del viejo(a) en la que la intención es notar que, en efecto, se parece mucho al niño recién llegado al mundo. Ahora recordándolo pensé, de enanos alguna vez nos han dicho “pedacito de gente”, y creo que eso somos ahora, cada vez más: pedacitos de gente.

Y el peluche ahora esta a lado de mi almohada

Mientras ella cuelga el celular, y yo me despido con un leve susurro, siento que esta tan cerca pero a la ves tan lejos. Por más que trato de acercarme a sus orillas, basta una sola frase, tan fría como un témpano de hielo (quema demasiado); en mi interior le doy un beso y así termina la conversación.

Tras apagar el celular salgo un rato a la calle a fumar un puchito y al ver el mechero me hipnotizo con el fuego y vienen a mi mente mis demonios internos a abatirme agresivamente. La gente sigue pasando y el fuego sigue ahí bailoteando con el viento, al igual que yo bailoteo tras su sombra, es tan difícil seguirle el paso (nada es imposible). Y esos demonios siguen atosigando mi ser, es tan fácil envolverse por la tristeza que la única solución es dormir y así dejarla de lado; igual siempre estará ahí cuando menos la necesite.

Tropiezo con mucha gente, y cansado de tanto golpe me meto a una tienda; observo un peluche y sin pensarlo termino comprándolo, siempre quise uno; este es el mi regalo de cumpleaños, hecho por mí y para mí. Lo vi cuando la acompañe a comprar algo para ella; en ese instante quise comprárselo pero no tenia fondos, fue un día en el que pase tanto tiempo a su lado, escuchándola, observándola, queriéndola; y como se le hizo costumbre me preguntó -¿por que me miras?- y yo le respondí – la verdad no me canso de verte ya debes estar acostumbrada, siempre lo hago – y me lanzo una sonrisa que sello agradablemente la noche. Noches que se repiten no muy a menudo.

Y el peluche ahora esta a lado de mi almohada.

365

Lo que en realidad me sorprende, es tu facilidad de olvidarme
mientras yo sigo contando los pedazos de mi que dejaste a tu paso

Lo que en realidad me jode es que ni siquiera puedo celebrar el comienzo de un año
sin recordar que 365 días atrás yo sabía ser feliz... basta!


Vane, la princesa de año nuevo.

Morían las primeras horas de un año que estaba aún en estreno, que además me pillaron sentado en el rincón de un local escogido para celebrar... o al menos intentarlo; cuando de repente entre humo de cigarros y sombras multicolores un par de piernas largas conectadas a una minifalda blanca se acercaron hacia mi, levanté la mirada despacio sólo para encontrar una mano extendida a modo de una cuarenta y cinco, cargada y lista para disparar.

-¿Bailas?- dijo la silueta haciendo el esfuerzo de ser escuchada

-No gracias...- respondí un tanto extrañado por la propuesta; luego, empezó lo que sería una cadena medio interminable de mentiras a medias- No bailo, no suelo bailar.

-No importa, yo te enseño- dijo al coger mi mano y me puse de pie mientras mi cuerpo en inercia seguía la invitación como quién te tienta el diablo.

Decía llamarse Vanesa, aunque sus amigos la llamaban Vane; decía no salir mucho, no frecuentar el lugar en el que nos encontrábamos y sobretodo no sacar a bailar a extraños... Decía mucho, quizá demasiado para ese instantante en el cual uno preferiría perderse entre sus ropas que entre tanta palabra derramada; pero así sin más, se hicieron charcos en el suelo de tanta conversación; las sonrisas se pegaron en las paredes, mi mano a su cintura, mis ojos en su boca y la imaginación en el cielo de entre la sábanas de su habitación.

Se quebró el silencio, ese que se produce cuando la música es demasiado fuerte como para escuchar tu pripia conciencia, en el preciso instante en que dijo sonriendo:


-No me has abrazado por el año nuevo- Y abriendo los brazos permitió que me acercara lo suficiente para respirar de su perfume.


-No me has dado aquel beso por el año nuevo- Y regresando a la realidad caí por una espiral que no terminaría hasta que la noche se hiciera día; no es que faltaran ganas de beber de su respiro, de hacer una de aquellas cosas que al día siguiente no son más que otro recuerdo; de aprovechar el alcohol en sus venas, la soledad en su mirada y ser por un instante aquel que llene un poco ese vacío que regresa y se agranda con la resaca del día después de mañana... simplemente, no pude.
Y, como no darle a una mujer lo que quiere es caminar por una cuerda floja improvisando toda clase saltos mortales, terminó la noche con su estocada final de "Nunca me habían negado un beso" y mi golpe más mortal "Deseo no falta; pero, no así, no ahora." en respuesta casi para mi mismo; todo sucedido inmediatamente después de su ofrecimiento de no llegar a casa o terminar juntos en casa de nadie.


Y aunque me excomulguen de la sociedad de machos que se respetan, creo que esa no será nunca mi idea de un amor de una noche; y aunque reinó Vane por mis primeras horas de este año, la revolución francesa de lo que quiero terminó por destruir su monarquía, en parte quizá por no recordar siquiera el nombre de dicho plebeyo antes de pedir aquellos besos; y en parte también por no tener ese don de destruir mi alma que tanto me atrae.


Vane, la princesa de año nuevo y el plebeyo que le negó un beso.

En la cama

Pienso, en este segundo, en la rapidez de este año. Los muchos cambios, de distrito, de espacio, del volumen y la cantidad de conversaciones, de horas de sueño, de tiempo compartido. Cambié de casa y de sábanas, de menú y de temas en la mesa. No cambié mucho de ropa ni de modos de pensar, aunque tal vez algo desde un punto de vista conductual, pero está en proceso. Cambié de enamorado, y ahora no tengo ninguno; intenté cambiar algunas cosas por él, pero me di cuenta de que la esencia es una, y que la gracia está en el equilibrio y lo divertido de alcanzarlo. Cambié de ojos por instantes, de corazón, de instintos; tuve que cuidarme de muchas cosas, algunas todavía me buscan a determinadas horas del día, sobre todo si es de noche y estoy pensando mucho.
Extrañé cosas de maneras distintas, extraño. Sigo viviendo la aventura del reencuentro, del volver a construir, del armar el pasado sin darle mucha vuelta. Tengo que seguir aprendiendo a querer a todo el paquete; a no alejar, aunque sea la forma más inteligente de mantener las aguas en calma… a escuchar y postergar las respuestas radicales, a reemplazarlas por un comentario “open ended”.
Y ahora veo el televisor y a mi costado tengo las hojas de pato (patología, para los que no la han disfrutado conmigo). Y sé que tengo que leer algo más y dar rienda suelta al sueño, pero esto de escribir ya se me escapó de las manos, y recuerdo muy poco del por qué cada vez que empiezo me pregunto cuál es el sentido. Es inútil de mi parte y sé que hay mil respuestas y no hay ninguna, y sé que poco me importa que alguien lo lea o que se pierda en el viento.
Y pienso (mientras río) que me va a encantar hacer lo mismo (este juego de dedos, sin ritmo, sin sentido) sentada en una mesa, en una cama, en un parque, al otro lado del charco.

Alucinaciones de un bicho raro

Ya muy tarde me animo a escribir algunas líneas, líneas sin rumbo alguno, que ya quisiera yo rosen la sombra de tus cabellos. Entre dos barras, cada una abarrotada de botellas, copas y alguno que otro pobre bohemio, que busca en ese líquido infame, y al mismo tiempo gratificante, esperanzas o tal ves intenciones de olvidar.

Mientras me sumerjo en la hiel, resulta que los efectos son todo lo contrario; te recuerdo mas, e inclusive dentro de mis alucinaciones siento que me estas hablando, que puedo acariciar tu mano, y te beso otra ves entre dos bares, y la gente alrededor pasa a ser nada.

Sigue pasando los minutos y en mi locura te sigo contemplando, te cuento de mis mejore y peores momentos, de cómo me fue en el trabajo y de la canción que te escribí, siento que me sonríes y decirme te quiero. Mientras el licor se disipa, tu imagen se desvanece lentamente, ya no siento más tu mano, y ese susurro se torna bulla, tu imagen no esta más, ni el sutil sonido de tu voz.