No digas noche

Podrían haber dicho esto de mí
y se escapa una risa irónica, nerviosa, cómplice...

"(...) es como si por equivocación fuese a parar a una habitación ajena, y del susto no encontrase la ventana, que está abierta como siempre. Ella se debate entre las paredes, extendiendo las alas, choca contra una lámpara, contra el techo, se hace daño con los muebles, se golpea. No intentes orientarla hacia la salida. No podrás ayudarla. Cualquier movimiento aumentará su temor. En lugar de hacia la libertad del exterior, si no eres cuidadoso, corres el peligro de hacerla huir hacia las habitaciones del fondo, donde volverá a golpearse las alas conta los cristales. La única manera de ayudarla es no intentar ayudarla. Empequeñecer. Quedarse inerte. Confundirse con la pared. No moverse. ¿Estaba realmente abierta la ventana? ¿Realmente quiero que se vaya? ¿O la estoy acosando, inmóvil, clavándole en la oscuridad unos ojos petrificados, para que caiga de una vez, agotada?
Entonces podré inclinarme sobre ella y cuidarla como hice al principio. Desde el principio".

La magia de los libros.
Y en hebreo or significa "luz" y lev, "corazón".

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