Tempo - capítulo II

El tiempo es un fenómeno interesante, se han utilizado diferentes maneras de medirlo y finalmente nos valemos de convenciones para hacerlo; sin embargo, queda atrapado en el conjunto sin fin de cosas que simplemente son relativas.

Definir si ha pasado poco o mucho tiempo, si es corto, fugáz, etéreo; simplemente depende de quien lo mire y definitivamente de quien lo viva.

El tiempo ha pasado.

Dos o tres años desde que mi vida empezó a girar como el agua en el fregadero, y como tal, se iba por el desagüe. No mentiré ni haré dramas, sé que todos tienen vidas difíciles, y estoy empezando a sospechar que ese es el verdadero significado de la vida; sin embargo, si he de escoger una serie de eventos para intentar definir mi tristeza (y ésta también entrará en el conjunto infinito de la relatividad) éstos últimos años serían el epítome de todo aquello que puedo llamar triste. También como es usual, la vida tampoco tiene finales trágicos o felices, simplemente la vida no termina... bueno, hasta que uno se muere, pero si uno sigue vivo no hay finales como en algún film y ésta sería mi manifestación virtual que aún estoy vivo.

Muchos eventos terminaron por cerrar círculos, de alguna manera siempre se abren más y es imposible, hasta donde tengo entendido, terminar de cerrarlos; así que eso de vivir sin dejar nada inconcluso no será lo mio. Pero quiero volver a escribir; a veces queman dentro de mi las palabras y extraño el sonido del teclado por la madrugada, y otra vez consigo olvidarlo y simplemente se pasa esa recalcitrante sensación y termina siendo más silencio, de ese silencio, del silencio que siempre me llena, me lleva y me rodea.

Quiero escribir, porque de otra manera seguiré encerrándome, seguiré cerrando puerta tras puerta, tras las puertas de la mente y el olvido.