Si yo tuviera un diario…(2)

Desee con todas mis fuerzas que se sentará a mi lado, aun sabiendo que ese sitio ya estaba ocupado, por lo que tuve la esperanza de que el tipo que estaba a mi costado se levantara para bajar de una vez en este paradero en el que ella había subido, pero no fue así, el tipo estaba dormido. Y entonces paso ella por mi costado permitiéndome con esto sentir la brisa que generaba su ligero caminar, se sentó detrás mío y noté que esta vez a su lado si había un asiento vacío. Pensé entonces la manera para pasarme a este otro sitio, de manera muy casual, claro está, pero entre lo mucho que tardan en surgir mis brillantes ideas, una señora que también había subido terminó por sentarse junto a ella matando con esto momentáneamente mis ilusiones.

Señora, ¿este carro va al centro de Pueblo Libre? – le preguntó ella, tal vez, quiero creer, sabiendo la respuesta y esperando que yo la ayudará. No lo sé, déjame preguntarle al cobrador – le respondió la otra, ésa, la usurpadora del lugar que me correspondía, para que el otro respondiera que no pero que les avisaría cuando pasemos cerca de otra avenida de la que podía tomar otro carro para llegar a dicho sitio, yo sabía todo esto pero no pude tener el valor para decírselo cuando tuve la oportunidad. Así continuó el viaje, mientras yo trataba sin ser demasiado obvio de volver a verla de nuevo, algo difícil estando ella detrás mío, cuando de repente volvió a preguntarle a la señora, que para este momento ya me caía muy mal por lo que no me había permitido, que si ya estaban cerca a esa avenida. En este momento comprendí que en realidad ella realmente no conocía por donde estaba yendo por lo que entendí que ésta era mi oportunidad si quería conversar con ella, era fácil, lo único que tenía que hacer era voltear y decirle que no se preocupara, que yo también me dirigía a donde ella iba y que podría acompañarla si quisiera.

Lo había decidido, ya no iría a la universidad y en vez de eso cambiaría mi destino a fin de poder conversar con ella aunque sea unos minutos, todo lo imaginé en mi cabeza - el dialogo entero y hasta sus respuestas - cabeza que lamentablemente de nuevo funcionó en contra mía llenándose de fantasías que finalmente se disiparon cuando el cobrador gritando anunciaba el nombre de la avenida en la que ella tenía que bajarse, desperté entonces de mis ilusiones y me di cuenta de que ya había pasado algún tiempo desde su pregunta por lo que resultaría extraño decirle ahora todo lo que había pensado, además la señora, una vez más entremetiéndose en asuntos que no le incumbían, le dijo que ya se acercará a la puerta, que ya estaba cerca de donde tenía que bajarse. Pensé inmediatamente en otro modo rápido de abordarla y concluí en que también yo bajaría para una vez abajo, librados de la tía, dar inicio a mi plan que de seguro funcionaría. Me apresure a la puerta, antes de que ella lo hiciera, para que así pareciera que yo no iba tras de ella, ella me siguió y se paró a mi costado junto a la puerta, cuando ocurrió un momento mágico que nunca hubiese esperado cuando más temprano había salido de mi casa. Teniéndola cerca a mi pude percibir lo bien que olía, y usando un espejo que se encontraba pegado a la puerta, ver sin que supiera lo hermoso de su figura, y ver además su piel, que sin poder tocarla ya imaginaba lo suave y cálida que era.

Decidí entonces dejar de ampararme en los reflejos y mirarla de lleno, giré el rostro y, mientras el bus se detenía, la vi sonreírme nuevamente, fui de lejos más que feliz los segundos en que esa sonrisa me perteneció, recordé como era eso de sentirse el hombre más afortunado del mundo, y tras devolverle la sonrisa creí con toda fervor que la suerte que me había acompañado en lo últimos meses hoy por fin cambiaría. El bus se detuvo, y yo siendo todo un caballero le indique que bajara primero - aunque más que un caballero ahora me sentía un rey, aunque sin cavilar todavía que hasta sobre éstos se han escrito tragedias – y ya cuando me disponía a bajar, sin mucha prisa pues para este punto ya creía la partida ganada, dos mujeres, dos nuevas brujas en esta historia, se me adelantaron bajando primero y tras ellas dos o tres mocosos que a tropezones me cerraron el pase bajando también antes que yo. Cuando al fin pude estar abajo, ella ya había caminado unos diez o quince metros, me gustaría pensar que volvió a esperarme y cuando vio que yo no bajaba decidió seguir su camino, no lo sé, el hecho es de que ahora se encontraba lejos y yo no sabía ni cómo llamarla, llegó hasta donde parecía que un nuevo bus la aguardaba, y en este punto yo no podía creer lo mala que es mi suerte, usualmente uno se demora por lo menos unos minutos hasta encontrar un carro, pero ahora todo parecía jugar en mi contra, ella ya había subido al otro bus y yo apenas había avanzado unos cuantos metros desde mi bajada. El bus cerró su puerta, con ella adentro, y yo no pude llegar ni siquiera lo suficientemente cerca como para que notará que la seguía.

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