En la cama

Pienso, en este segundo, en la rapidez de este año. Los muchos cambios, de distrito, de espacio, del volumen y la cantidad de conversaciones, de horas de sueño, de tiempo compartido. Cambié de casa y de sábanas, de menú y de temas en la mesa. No cambié mucho de ropa ni de modos de pensar, aunque tal vez algo desde un punto de vista conductual, pero está en proceso. Cambié de enamorado, y ahora no tengo ninguno; intenté cambiar algunas cosas por él, pero me di cuenta de que la esencia es una, y que la gracia está en el equilibrio y lo divertido de alcanzarlo. Cambié de ojos por instantes, de corazón, de instintos; tuve que cuidarme de muchas cosas, algunas todavía me buscan a determinadas horas del día, sobre todo si es de noche y estoy pensando mucho.
Extrañé cosas de maneras distintas, extraño. Sigo viviendo la aventura del reencuentro, del volver a construir, del armar el pasado sin darle mucha vuelta. Tengo que seguir aprendiendo a querer a todo el paquete; a no alejar, aunque sea la forma más inteligente de mantener las aguas en calma… a escuchar y postergar las respuestas radicales, a reemplazarlas por un comentario “open ended”.
Y ahora veo el televisor y a mi costado tengo las hojas de pato (patología, para los que no la han disfrutado conmigo). Y sé que tengo que leer algo más y dar rienda suelta al sueño, pero esto de escribir ya se me escapó de las manos, y recuerdo muy poco del por qué cada vez que empiezo me pregunto cuál es el sentido. Es inútil de mi parte y sé que hay mil respuestas y no hay ninguna, y sé que poco me importa que alguien lo lea o que se pierda en el viento.
Y pienso (mientras río) que me va a encantar hacer lo mismo (este juego de dedos, sin ritmo, sin sentido) sentada en una mesa, en una cama, en un parque, al otro lado del charco.

2 comentarios:

Sebastian dijo...

Bienvenida ;)

Fernando A. Espinoza dijo...

como dijo TOSHIO, cuando pregunté de quien se trataba me dijo!!!! no seas curioso. Al igual que el te digo BIENVENIDA.