365

Lo que en realidad me sorprende, es tu facilidad de olvidarme
mientras yo sigo contando los pedazos de mi que dejaste a tu paso

Lo que en realidad me jode es que ni siquiera puedo celebrar el comienzo de un año
sin recordar que 365 días atrás yo sabía ser feliz... basta!


Vane, la princesa de año nuevo.

Morían las primeras horas de un año que estaba aún en estreno, que además me pillaron sentado en el rincón de un local escogido para celebrar... o al menos intentarlo; cuando de repente entre humo de cigarros y sombras multicolores un par de piernas largas conectadas a una minifalda blanca se acercaron hacia mi, levanté la mirada despacio sólo para encontrar una mano extendida a modo de una cuarenta y cinco, cargada y lista para disparar.

-¿Bailas?- dijo la silueta haciendo el esfuerzo de ser escuchada

-No gracias...- respondí un tanto extrañado por la propuesta; luego, empezó lo que sería una cadena medio interminable de mentiras a medias- No bailo, no suelo bailar.

-No importa, yo te enseño- dijo al coger mi mano y me puse de pie mientras mi cuerpo en inercia seguía la invitación como quién te tienta el diablo.

Decía llamarse Vanesa, aunque sus amigos la llamaban Vane; decía no salir mucho, no frecuentar el lugar en el que nos encontrábamos y sobretodo no sacar a bailar a extraños... Decía mucho, quizá demasiado para ese instantante en el cual uno preferiría perderse entre sus ropas que entre tanta palabra derramada; pero así sin más, se hicieron charcos en el suelo de tanta conversación; las sonrisas se pegaron en las paredes, mi mano a su cintura, mis ojos en su boca y la imaginación en el cielo de entre la sábanas de su habitación.

Se quebró el silencio, ese que se produce cuando la música es demasiado fuerte como para escuchar tu pripia conciencia, en el preciso instante en que dijo sonriendo:


-No me has abrazado por el año nuevo- Y abriendo los brazos permitió que me acercara lo suficiente para respirar de su perfume.


-No me has dado aquel beso por el año nuevo- Y regresando a la realidad caí por una espiral que no terminaría hasta que la noche se hiciera día; no es que faltaran ganas de beber de su respiro, de hacer una de aquellas cosas que al día siguiente no son más que otro recuerdo; de aprovechar el alcohol en sus venas, la soledad en su mirada y ser por un instante aquel que llene un poco ese vacío que regresa y se agranda con la resaca del día después de mañana... simplemente, no pude.
Y, como no darle a una mujer lo que quiere es caminar por una cuerda floja improvisando toda clase saltos mortales, terminó la noche con su estocada final de "Nunca me habían negado un beso" y mi golpe más mortal "Deseo no falta; pero, no así, no ahora." en respuesta casi para mi mismo; todo sucedido inmediatamente después de su ofrecimiento de no llegar a casa o terminar juntos en casa de nadie.


Y aunque me excomulguen de la sociedad de machos que se respetan, creo que esa no será nunca mi idea de un amor de una noche; y aunque reinó Vane por mis primeras horas de este año, la revolución francesa de lo que quiero terminó por destruir su monarquía, en parte quizá por no recordar siquiera el nombre de dicho plebeyo antes de pedir aquellos besos; y en parte también por no tener ese don de destruir mi alma que tanto me atrae.


Vane, la princesa de año nuevo y el plebeyo que le negó un beso.

1 comentario:

killa dijo...

sufi con que te hayas quedado con un pedacito de ella. gracias por la bienvenida! :)