La maldición del buen humor

" No había neblina y el mar con su inmensa calma parecía interminable... "
Hoy hizo calor, cuando el verano parece estar terminando, inesperadamente llega otra vez una ola de calor; las ventanas de los pasillos brillan anormalmente y la mañana larga termina cuando huyo otra vez a casa. Hay ciertos momentos en la vida que uno no puede distinguir si realmente están sucediendo; son como un paréntesis en la línea temporal, hay momentos en los cuales uno no se siente uno mismo, y como tal, te quedas sin palabras para escribir, o te haces un año más viejo en una hora y entiendes por fin la canción esa que dice "quién me ha robado el mes de abril" porque sientes que has perdido, o que lo has dejado pasar sin hacer nada productivo.
Quién sabe, nunca he sido muy fan de mi mismo, no sufro problemas de autoestima; pero tampoco confío mucho en mi instinto así que he optado por intentar racionalizar todo lo que me sucede; sólo que a veces dicha fórmula no parece funcionar, porque hay ciertas fronteras que no terminan de definirse y ya ni dan ganas de buscar su clarificación.
Hoy estoy cansado, cansado de sentirme cansado; cansado de dormir, de no hacer nada; de dejar que el tiempo pase entre paréntesis, de tener miedo, de no tenerlo. No hubo historias surrealistas para contarme a mi mismo, tampoco quién quiera oirlas; y es que aún me encuentro a veces conversando con las sombras que algunas personas dejaron en mi, como tener esquizofrenia pero sin las ilusiones y ya me está empezando a hartar esta costumbre de emular situaciones ficticias en mi cabeza, porque sé que no van a suceder, porque quizá tener imaginación es también un poquito de maldición cuando no puedes completamente controlarla.
Maldigo haber despertado de buen humor, haberme encontrado tarareando la canción del Satchmo "what a wonderfull world" cuando subía las escaleras hacia la oficina de coordinación docente; a veces me parece tan terrible encontrar cosas tan lindas en lo cotidiano, en lo futil, porque a veces creo que le doy demasiada importancia a detalles que nadie más se da el tiempo de observar, y sentirme alegre por el aire acondicionado, o por el rayito de sol que se dibuja en el polvo cuando limpian el pasadizo entre el 3-I y el 3-II... A veces me siento un maldito conformista, buscando felicidad en pequeños detalles, mientras que las cosas grandes me faltan, me hacen falta; a veces creo que soy el único idiota que diría "wow que lindo!" al honguito ese que aparece cuando revienta la bomba de hidrógeno y yo estoy parado en frente... Hay tanto que le falta a mi vida, para poder llamarla completa, pero igual sigo siendo el idiota que es feliz, y es que es una felicidad real la que siento, con cosas que ni siquiera son mías... nunca tanto, pero igual, a veces me siento tan tonto.
"no había neblina, ni burbujas, ni mar
yo sólo quería que mis dedos volvieran a surfear
en las ondas que se forman en su pelo"
Felizmente el buen humor se me quitó con la tarde, con el viaje en combi con música del mismo infierno sonando en la radio; con la mezcla de humores de los pasajeros y el cobrador, que no le tendría repeto ni a la madre Teresa; regreso a esta fría pantalla, y me doy cuenta que los pequeños detalles no me duran más que un momento, que hay un vacío en mi tiempo, que sé por primera vez, que no se me hará tan sencillo llenarlo, no con instantes, no con detalles.

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