Ciudad y Neblina

Caminar es una de las pocas cosas que hago bien, no importa la hora ni el lugar, siempre habrá senda para pisar y distancias por recorrer.

A veces siento como si estuviera en otro país, en algún lugar donde no hablan castellano y las personas tienen costumbres tan diferentes a las mias que no encuentro espacio para encajar en sus realidades. Quizá en otro planeta...
Hoy me senté en un café sobre un supermercado, y sin saber si era la música del mp3 la que me encerraba en una burbuja, me sentí como un completo extraño, como aquel hombre que despierta luego de veinte años de estar en coma y no puede terminar de interpretar lo que sus ojos describen para su cerebro; obervé con atención por la ventana una calle que debo haber caminado decenas de veces, y el sólo hecho de tener neblina densa atravesándo el panorama me hacía sentir que estaba en cualquier sitio menos en aquel que se supone debería ser familiar.

El paisaje de un lado bonito de la ciudad, una fotografía mental de una realidad que sirve para notar el contraste que esta alberga; no sé si es porque no he nacido aquí, en la capital; si es porque más de la mitad de mi vida viví en una ciudad-pueblo, tan pequeña que los domingos me hacían perder la cordura porque no encontraba algo interesante que hacer. No sé si esa es la razón por la cual tantas veces he sentido que no correspondo en este cuadro que se dibuja con marco de asfalto, o si es simplemente que soy un tipo raro, como tantas veces me lo han hecho notar.

Creo que es esta sensación tan recurrente la que me hace no ser tan fan de los viajes, de conocer otros paises y de hacer aventura cruzando el océano; si uno se siente un extraño incluso en su propia casa, no resulta tan emocionante viajar tan lejos para sentirse igual; a pesar de esto me encantaría en algún momento darle al mundo una vuelta (y quizá media más), es simplemente que tengo la ligera sospecha que no me sentiría más extrangero de lo que me siento en instantes como ese.

Soy un viajero eterno, que no hace nada mejor que caminar; he caminado mis problemas, mis amores y mis sueños, he construido más que ideas en la marcha, he terminado de enterrar ciertos anhelos infantiles, todo caminando; y si hay algo que logra desesperarme es sentir que me detengo, que quedo varado en algún instante sin poder hacer nada al respecto... Lo que más me gusta de caminar, es la libertad de poder ir a donde yo quiera.

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