ru2 - Es de noche y hace frio

Es de noche y hace frio, la ciudad me flagela con el viento. Es de noche y hay neblina, las calles están casi vacías. Tras vivir ya años en esta urbe, y muchos más en este mundo, comprendo hoy bien sus mecanismos, se así por ejemplo que dentro de poco comenzara su típica lluvia que aunque leve se presenta, acentúa el clima gélido de estos últimos días. Cierro entonces hasta arriba mi abrigo, que es tan viejo como yo, meto además las manos en los hoy agujereados bolsillos y levantando un poco los hombros acelero el paso a mi destino.

Es de noche y hace frio, odio a este clima que creo yo es vengativo. Odio además a la empresa, a los jefes y las normas, que me obligan a vestirme de este modo. A estos tacos, la blusa y lo que es peor, a esta casi minifalda. El viento congela mis pantorrillas, y sobre mis mejillas he sentido caer las primeras gotas. Comienza la lluvia y yo he dejado el auto aun a unas cuadras tras doblar la esquina, empiezo a correr, y llego pronto hasta el coche pero al momento de frenar me traicionan las rodillas, resbalo y caigo sobre la acera mojada sucia y fría, con la mirada hacia el suelo me percato de una sombra que crece detrás mío, grito, volteo y maldigo. Es un hombre viejo que me sonríe, tiene ropas sucias y descocidas, subo entonces casi de una salto al auto, lo enciendo y acelero, con el corazón en la garganta me alejo del peligro. En esta ciudad no tengo amigos, para mí todo es desconocido, esta ciudad es fría, gris y agresiva, qué es lo que me hubiera hecho ese viejo, me pregunto mientras desacelero como tomando un respiro.

Veo doblar en la esquina a una muchacha, ella no me ve pues se concentra en ver donde pisa, corre pues la lluvia ha comenzado, yo sigo de igual modo con mi paso acelerado, al otro lado de la pista, pues tampoco quiero mojarme demasiado, escucho de repente un grito, la muchacha se ha tropezado, cruzo para ver si se ha hecho daño, ella esta ahí, quieta, de espaldas hacia mí, mirando hacia el suelo, pienso entonces que se ha lastimado, me acerco con algo de cuidado, pues no quisiera de ningún modo asustarla, ensayo una sonrisa para antes que nada saludarla, estiro la mano hacia su hombro, pero antes de lograr tocarla ella salta, grita y yo caigo al piso empujado, sube a un auto insultándome y se marcha velozmente. Sobre la acera mojada, de espaldas contra el piso empiezo a recordar que las noches antes no eran tan frías, que casi nunca llovía y que la gente solía no vivir tan asustada.

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