De vuelta

Otra vez estoy en casa. Llegué ayer por la noche con mis maletas, mi tv, peluches, máscaras griegas, cuadros, fotos y demás colomural que adorna mi vida.
Mi señora madre me entrega las llaves del departamento y me da las recomendaciones respectivas; que no deje prendida la luz (si no la uso), que el agua(no la desperdicies), que el piso parquet (se raya), que la terma (la apagas cuando terminas de ducharte), que etc...

Sonrío, agradezco obediente, le deseo las buenas noches.

Después de ese pasar por las migraciones maternal, procedo a instalarme al fondo a la derecha, entro a mi habitación, respiro el aire de mi alrededor, de mi mundo.

“Tengo que pintar esto”, me digo mientras mis ojos recorren este espacio.
Esa habitación necesita mi estilo; un lila agradable en las paredes, mi retrato del Che Guevara debe ir al frente de mi cama, las cajetillas de cigarrillo deben ir detrás de la puerta, en el techo debe ir esa especie de lámpara rosada...quiero decorarlo genialmente bien...pero tendré que esperar un poco.

Ahora mientras veo los peluches tirados por el suelo, mis dos maletas llenas de libros de economía, literatura inglesa, peruana y francesa, además de mis poemas de Borges y Benedetti, fotografías de amigos, lugares, momentos, los discos...pienso en mi vida.

Prendo mi compu y busco una canción de Amy Winehouse para animarme un poco (a falta de Internet) prendo mi cigarrito y abro las ventanas, no quiero que el olor a pucho se quede impregnado en mi cuarto, en mi ropa, en mi piel.

Voy sacando alguna de las cosas de un maletín encuentro sobres, cartas, etiquetas de chompas, casacas y refundido entre todo ese escenario de desorden, un disco de los Enanitos Verdes lo voy sacando de ese inoportuno baúl y lo observo con muchísimas emociones mezcladas.

“Los Enanitos Verdes, pucha mare”...leo las canciones que comprenden el disco y encuentro mi canción “Tus viejas Cartas” esa canción es y será mi vida, es la melodía que jamás olvidaré (y la tararearé hasta de viejita y me hará llorar).

Es increíble como una sola canción puede traspasar las fibras del corazón y como puede hacerme sentir tan indefensa, sentirme así como un chanchito de tierra.

Hace un tiempo puse una foto en el facebook que decía en su diagramación graciosa: “Dime que canción te recuerda a mi”, el 80% de mis amigos, respondieron a esa frase con la bendita cancioncita. Todos en algún momento han visto como me emociono hasta el tuétano con esa simple melodía, esa voz. Tiene su historia, una muy bella, de esas que vale recordarla y tenerla adherida en la carnosidad de la memoria.

Como para contarle a los nietos...

Después de hacer este bonito ejercicio de memoria y nostalgias, pienso en todo lo que tengo que hacer, lo que tengo que ordenar, lo que tengo que expectorar de mi vida.

He decidido limpiar mi alma, pero limpiarla de veras, sin dolor ni anestesia.
He roto miles de cosas que no sirven, empecé por cartas que no tienen ningún sentido conservarlas, papelitos, tickets, limpié mi mininote de cuanta foto de ex amores encontré, elimine esas fotos y con ellas los sentimientos que me evocaban.

He colocado en una caja los peluches que en vez de alegrarme me hacen recordar- con sus sonrisas tiesas- cosas que no tienen sentido recordarlas, ni pensarlas (en un tiempo cumplieron su objetivo; hacerme feliz. Ahora ese tiempo pertenece al pasado), ahora mi presente me dicta nuevas cosas y una de ellas es empezar de nuevo.

“Talvez ninguna de mis historias de amor este cerrada, sino solo abandonadas nomás”, pienso mientras elimino otra foto más.

Creo que tener 24 años me a ayudado a entender muchas cosas, a ser más practica, a ser más radical con mis (quizás erradas) decisiones. Estoy escuchando el Oso de Fito Páez y quisiera sentirme así de libre como ese animalito en la canción “deje la ciudad (...)y vuelvo al bosque, al verde de la libertad.”

Carajo, que bien me siento últimamente. Mi aura esta bonita, me siento rodeada de una energía especial (fácil ya quemé cerebro), he subido unos 4 kilos de peso a punta de chocolates, pero definitivamente me siento feliz (a pesar de estar a punto de convertirme en un chanchito urbano) ...Y ser feliz en estos tiempos, es un lujo.

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