más demonio que nunca

Las horas pasan, las noches se hacen largas.
Había olvidado el sabor familiar de los cigarrillos en la oscuridad, la música de la madrugada. No logro hallarme todavía...

Me he buscado quizá en bocas extrañas, en cafés del día; si recordara como empieza mi nombre sería más fácil, pero es complicado armar un camino uniéndo cicatrices como en la figura incompleta del diario dominical.

La ciudad, está llena de calles-con-recuerdo, de luces por las noches seductoras, que esconden la imperfección de las pieles expuestas. La ciudad es un demonio vivo, esperando ser descubierto por ojos atentos; aquí, lo que se busca se encuentra, pero seré etéreo hasta saber que busco, o tal vez, dejé de buscar hace tanto tiempo que no logro recordar qué es lo que era aquello, como olvidar mi nombre.

Culpo a la experiencia, a la vida, al demonio más demonio que llevo dentro, que vive de asfalto y se refugia en el smog que se levanta todas las mañanas para calentar el planeta. A la noche, las estrellas, a todos los conjuros que se le recitan a la luna; porque cuando uno, como yo, no puede ser ángel, sólo resignarse.

poco a poco, otra vez irá creciendo.

1 comentario:

elena clásica dijo...

Qué alegría me ha dado encontrarte.
Aquí estaremos deshaciendo conjuros y remendando una vez más las cicatrices ya deshilachadas, de las que a veces no recordamos la causa última, el tiempo las ha desgastado tanto...
Sí, el camino será intrincado y es doloroso, dolorosísimo, a veces la ciudad externa y la interna son paisajes infernales y nada más que eso.
Está bien, levantemos nuestro rostro para recibir esos aires isatánicos con todo nuestro dolor y nuestra dignidad a cuestas.
El demonio fue un ángel alguna vez, ¿cuántos dolores embargan al demonio?

Ay, qué doliente, pero cómo me gusta encontrarte aunque sea en este camino, al menos podremos sonreírnos en el infierno.

Te envío un abrazo, me ha alegrado mucho saber que estás ahí, yo también necesito exorcizar las puñaladas que le infligieron a mi alma.