Buses

No sé si es el delineador negro en el borde de tus párpados,
tu cabeza apoyada en la ventana del bus de regreso a casa
las calles que pasan entre sol, asfalto, soledad de peatones
o simplemente que no te conozco

Podría jurar que tu mirada
es tristeza, melancolía
o soledad
o maquillaje...

Si alguien me hubiera enseñado a decir "hola" en las situaciones más extrañas
hoy, yo me hubiera acercado a preguntártelo.

El bus se mueve, o será la ciudad la que corre por fuera de los cristales; ciudad maldita que nos ha enseñado a no hablar con extraños, sin recordar que en ser extraños comienza el conocernos.

1 comentario:

elena clásica dijo...

¡Qué bonito! Pues sí, conocernos consiste en dejar de ser extraños. Cuántas sugerencias encontramos en la vida que se quedan en el aire, en el recuerdo, en no saber, en no profundizar, simplemente no poder ir más allá de lo que nos viene dado...

Esos momentos de ensueño son tan verdaderos como la ciudad que vemos a través del autobús, cuando no sabemos si es ella la que camina o el autobús el que está en movimiento.

Besazos.