Apuntes

Por fin una tarde de descanso, solo en casa voy en busca de algún disco de Eric Clapton y me doy con la sorpresa de encontrar todo en desorden. Inserté el primer disco a la vista, era de la película Matrix. La verdad a mi no me agrada ver el cine de Hollywood con todo su destello de efectos especiales sin algún argumento que me impresione. Sin embargo una frase que me dejó pensando por algunos minutos: “¿Qué es lo real? ¿Qué defines como real? Si hablas sobre lo que puedes sentir, degustar, oler y ver, entonces lo real simplemente son señales eléctricas interpretadas por tu cerebro”.

Después recordé uno de los libros más complicados y largos que pude leer y de inmediato me puse a buscarlo: Crítica de la razón pura. En este libro Kant afirmó que es imposible tener un conocimiento absoluto de algún objeto o cosa. Kant planteó que sólo podemos tener un conocimiento de las “cosas como las percibimos”, a lo que llamó fenómeno. Por lo tanto, todo lo que podemos denominar como conocimiento es relativo al modo en que percibimos e interpretamos la realidad.

Mientras meditaba en las ideas de Kant, recordé la obra del psicólogo Jean Piaget. Basado en una serie de experimentos, Piaget concluyó que los niños sólo pueden diferenciar nociones de tiempo y espacio luego de alcanzar cierta fase de su desarrollo cognitivo. Piaget descubrió que antes de esta etapa, los niños no pueden distinguir nociones de tiempo y espacio, ni comprender estos conceptos.
Para demostrar su teoría, Piaget puso dos vasos de laboratorio frente a un grupo de niños de diferentes edades. Uno de los vasos era corto y ancho, y el otro delgado y alto, pero ambos contenían el mismo volumen. Cuando les preguntó a los niños cuál de los dos vasos podía contener las líquido, ellos respondieron que el alto y delgado. Para demostrar que los dos tenían igual volumen, Piaget llenó el primero con agua, y luego vació el contenido en el otro; a medida que el corto se vaciaba, el alto se llenaba, lo que debía demostrar claramente que ambos tenían el mismo volumen.
Una vez realizada la demostración, Piaget les preguntó de nuevo cuál de los dos contenía más líquido. Casi todos los niños de siete años o más respondieron que los dos tenían el mismo contenido, pero los menores seguían creyendo que el vaso alto y delgado tenía una mayor capacidad. Esto demostraba que los niños no pueden entender ciertas relaciones espaciales hasta cierta edad.

¿Y qué pasaría si Kant tenía razón? ¿Qué pasaría si todas nuestras concepciones de la realidad sólo son el producto de cogniciones, sensaciones y percepciones generadas en nuestro interior? Bajo esta perspectiva, debemos aceptar que todo lo que interpretamos como “real” o “cierto” es subjetivo y relativo a la forma en que estamos programados para percibir el mundo.
Como cada especie procesa la información de una manera diferente, todas interpretan la realidad según sus propias perspectivas, las cuales son relativas. Así como las moscas tienen un conocimiento de moscas, los humanos tenemos un conocimiento humano y ninguna es más genuina que la otra, simplemente son diferentes. Más bien, estamos atados para siempre a nuestras perspectivas humanas y relativas, las cuales adquirimos por la forma en que nuestro cerebro procesa la información. Así pues, para poder entender la naturaleza de la realidad humana, primero debemos entender la forma en que funciona nuestro cerebro.
El cerebro contiene una red interactiva de regiones separadas, cada una de las cuales procesa la información de un modo diferente, y que constituyen nuestras funciones cognitivas. Tenemos una función del lenguaje (localizada en el área de Wernicke, el área de Broca y en la circunvolución angular), una función de la ansiedad (localizada en la amígdala), una función de la moralidad (localizada en la corteza frontal dorsolateral media); la lista es muy extensa.... Básicamente, por cada sensación, percepción, cognición, o conducta propia de nuestra especie a nivel transcultural, existe una región específica en el cerebro encargada de generar dicha función. Así pues, para entender mejor la forma en que nuestro cerebro procesa la información, necesitamos conocer la naturaleza de cada una de las funciones cognitivas de las que se deriva la totalidad de nuestra experiencia consciente. El papel de estas funciones es el de procesar una multitud de información, cada una de un modo particular, tras lo cual obtenemos una imagen comprensible de lo que llamamos realidad.

¿Qué sucede entonces si aplicamos este mismo precepto a la espiritualidad humana? ¿Qué pasaría si la espiritualidad es la manifestación de una de estas funciones cognitivas, uno de los modos de procesamiento que tiene nuestro cerebro? Ya que todas las culturas han concebido un mundo espiritual, ¿no es posible que la espiritualidad pueda representar una de las formas en que nuestra especie está “programada” para procesar la información, y por consiguiente, para interpretar la realidad? Si es así, esto implicaría que nuestras creencias en conceptos como un dios, un alma y una vida después de la muerte a nivel transcultural, no son más que la manifestación de la forma en que nuestra especie procesa la información e interpreta, por lo tanto, la realidad. En este caso, Dios no representa un ser absoluto, sino más bien a una concepción humana y subjetiva, generada cognitivamente, no un fenómeno divino, sino orgánico. Básicamente, Dios, de la forma en que lo hemos interpretado hasta ahora (como una entidad real y absoluta) ha muerto, como lo sugirió Nietzshe. Y puesto que ya no es una realidad absoluta, Dios ha quedado reducido simplemente a otra de las percepciones relativas propias de nuestra especie, a la manifestación de un mecanismo de adaptación evolutiva (a un mecanismo de compensación) que tenemos para poder sobrellevar las dificultades de la vida y nuestra conciencia de la muerte.

Son las 11... un pasaje bíblico del nuevo testamento: “En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios” (San Juan 1,1)

1 comentario:

Sebastian dijo...

A mi modo de verlo, la realidad es independiente de la percepción humana; éxiste ahí sin depender de algún observador para concretarse. Por alguna razón, a veces creemos que si no estuvieramos ahí para documentarlo a través de miles de sinapsis neuronales, no estaría realmente sucediendo, pero el universo existe más allá de nuestra comprensión o nuestra capacidad para hacer de éste una transmisión neuronal.

Al establecer un punto de referencia, en este caso, nostros mismos, ya se le está dando a la realidad una interpretación y luego de hacer un concenso, llamamos a algo como tal y no como otra cosa; pero ésta existe sin nombre y sin condición que la sujete a nosotros.

La espiritualidad y dios, por su parte, son la explicación a las cosas inexplicables; el cajón de sastre que nos permite ver más allá de nuestros sentidos, y aunque yo nunca lo haya sentido, imagino que debe estar más relacionado con la parte de sensaciones que de percepciones.

No creo en el "pienso, luego existo" quizá, a otro nivel, "existo para pensar"