EL SUTIL AROMA DE TUS RECUERDOS.


        Supongo que cuando la gente habla de olvido tiene una idea equivocada sobre el mismo. Hablamos de olvidar recordando, convenientemente para nuestros pesares, esos detalles que las personas de paso dejaron marcados con o sin intención. Al pensar sobre la palabra olvido no puede evitar asociar eso que llamamos recuerdos, ese archivo imperecedero y recalcitrante; y cuando llegué a este punto caí en la cuenta que nadie nace para olvidar al igual que todos nacemos para ser recordados en algún momento.

        Puede que a veces seamos víctimas de remembranzas ajenas, donde somos objeto de prácticas onanistas o la imagen que nos hace aferrar y apreciar a otras personas; que se yo. Aparecemos en pequeños lapsos como la información que somos y olvidados hasta nuevo aviso; pero como todo en la vida hay cosas que uno no debería hacer si es que no está consciente del filo doble que esto representa.

        Lo peor de todo es ser consciente de las implicancias de ese proceso, y aun así, trastabillar en la práctica, pero como todo proceso cognoscitivo es algo que tiene que hacerse y se hace… hasta que uno se da cuenta que hay quienes no podemos deshacernos con frivolidad de todo eso que nos hace ser lo que somos. Y como todo buen libro los recuerdos son vivencias que uno debe aprender a guardar, desempolvar, releer y disfrutar de la prosa que toda acción representó hasta el punto en el que termina una historia de las muchas historias que somos y que vendrán.

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