Son las tres de la mañana, más o menos, la sala de cirugía está iluminada como si fuera de día, la cialítica ilumina el cuerpo anestesiado sobre la camilla y la solución de yodo empieza a pintar la piel como si fuera un lienzo. Todos bailan alrededor de la mesa. Siento el cuerpo cansado, ya van más de ocho horas que estoy dando vueltas de un lado al otro en el hospital, es de noche y tengo sueño, el cansancio va más allá y se rompe el límite. Suena Corcovado de Stan Getz en una radio vieja y solitaria mientras el escalpelo empieza su trazo sobre el cuerpo desnudo. Todo se sienta tan surrealista.

1 comentario:

elena clásica dijo...

Querido Sebastián:

Vuelves a hacer arte de tu profesión. ¿Te das cuenta? Obsevas como si fueran personajes de un cuadro a médicos, enfermeros bailando alrededor de la camilla. El cuerpo somnoliento percibe la realidad de manera confusa, y una nostálgica canción acompaña la piel de un cuerpo anestesiado y teñido de yodo.
El escalpelo parece surrealista pero tus sentidos y tu sensibilidad no pueden estar más aguzados.

Querido Sebastián, mi médico poeta, qué gusto leerte. Discúlpame mis ausencias, a ver si me centro un poquito.
Espero que todo vaya bien y tus dolores intactos, ya sabes, es un guiño.
Ojalá hayas publicado algo y si no espero que sea en breve.
Por mi parte bien, algo ausente por dentro y por fuera.

Te envío, querido amigo un gran abrazo de cariño y admiración.